«Cuando, yendo a las viñas, cruzo las últimas calles, blancas de cal con sol,
los chiquillos gitanos, aceitosos y peludos, fuera de los harapos verdes, rojos
y amarillos, las tensas barrigas tostadas, corren detrás de nosotros, chillando
largamente.
- ¡El Loco! ¡El Loco! ¡El Loco!
... Delante está el campo, ya verde. Frente al cielo inmenso y puro, de un
incendiado añil, mis ojos -¡tan lejos de mis oídos!- se abren noblemente, recibiendo en su calma esa
placidez sin nombre, esa serenidad armoniosa y divina que vive en el sin fin
del horizonte... Y quedan, allá lejos, por las altas eras, unos agudos gritos, velados
finalmente, entrecortados, jadeantes, aburridos...
- ¡El Lo... co! ¡El Lo... co!»
Juan Ramón Jiménez ('Platero y José Luis')
No hay comentarios:
Publicar un comentario