Tendillo: "Al principio pensaba: joder, dónde me he metido"



El primer recuerdo de mi vida, en 1988, es estar de pie en la guardería de La Fama ante un columpio ochentero: una especie de neumático de tractor que colgaba de una cuerda. Poco a poco empezaba a darme cuenta de las cosas, a ser consciente. La vida siguió dándome bofetadas sutiles, para que terminara de espabilar. Ahí se cuelan enseguida las primeras caminatas a La Condomina, y una bofetada especial: mi padre hablándome de un tal Tendillo. Columpio raro, bollycao, jugar con mi hermano, La Condomina, Tendillo. Esas fueron las primeras cosas que mi memoria atrapó. Miguel se había ido ya del Murcia, y en el recuerdo de mi padre era el mejor defensa que había pasado por aquí. Yo lo imaginaba como un ser omnipotente, una divinidad, alguien tan especial que no podía durar mucho aquí. Mi padre y mi hermano estuvieron en el estadio el día de su gol contra el Cádiz, el 8 de marzo de 1987. Yo me quedé en casa con mi madre porque era todavía muy pequeño, pero si hubiera estado allí, seguro que ese golazo se habría adelantado en mi mente al recuerdo del columpio. 

Para hablar de tu llegada a Murcia hay que hablar de un episodio claro que la provoca, que es el descenso del Valencia en la 85/86. ¿Cómo recuerdas ese año?

Fue un año muy triste. Tres temporadas antes nos habíamos salvado en el último partido, con un gol mío. Después seguíamos en la zona media-baja, sufriendo, y al final se consumó el descenso. Eran años de muchas penurias económicas para el Valencia. Recuerdo que cada vez venía menos gente al campo, cuando Mestalla ha sido siempre un estadio que se ha llenado. Cada vez había más canteranos, y yo veo bien que lleguen jugadores de la cantera, pero en dosis controladas, no de golpe. Casi todos éramos de casa, porque apenas había dinero para fichar. Bajó el nivel. Ocurrió algo parecido a lo de ahora: se marchó gente de mucha clase, que marcaba la diferencia, como en estos últimos años se han ido Soldado o Mata, y lo que entró no era de la misma calidad. Así a la larga se sufre.

¿Te planteaste seguir en Segunda con el Valencia?

Yo acabé contrato, fui a renovar con el Valencia y me ofrecieron unas cantidades muy bajas. Entonces les dije que si no llegaban a ciertas cantidades yo había decidido marcharme, porque el ambiente era muy raro. Me insultaban por la calle, me llamaban por teléfono para amenazarme. Era una situación desagradable. Yo me llevaba siempre todos los palos. Cuando tenía el balón, todo el campo me chillaba. En Valencia me daban por muerto. Entonces le dije a mi padre que, coño, tenía 25 años y no estaba muerto. Yo sabía que si me iba a otro equipo iba a hacer un buen año e iba a demostrar lo que valía. Pasaron dos o tres semanas y al final la directiva del Valencia me dijo que me daban las cantidades que quería, pero yo ya me había comprometido con el Murcia. 

Tú habías sido el capitán de la selección juvenil en el Mundial de Japón del 79, habías jugado una Eurocopa, habías sido titular en el Mundial’82, estabas en la plenitud de tu carrera… ¿Cómo logra convencerte un recién ascendido a Primera como el Murcia?

Fueron Paco Sánchez Sabater y el directivo José María Rodríguez Latorre los que me convencieron. Rodríguez Latorre había venido varias veces a verme a Valencia y para él era un orgullo y una ilusión que yo fuera a Murcia. Me transmitieron mucho cariño y mucha confianza, y eso, en una situación tan difícil como la que yo vivía en Valencia, fue importante. Cogí muy buena amistad con Rodríguez Latorre, y ese mes de agosto de 1986 lo pasé prácticamente entero con su familia en La Manga. Además, me hicieron ver que detrás estaba el Barcelona para la temporada siguiente, apalabrado.

¿Entonces el plan era estar un año en el Murcia y después irte al Barcelona?

Sí. Había muy buena relación entre el Barcelona y el Murcia. De hecho, gracias a eso vinieron Tente Sánchez y Amador al Murcia. Pensé: me voy a Murcia, que puede ser un trampolín bonito. Todo estaba más o menos hecho para pasar al Barcelona después de la temporada, pero a partir de febrero apareció el Madrid, apostó mucho por mí, y al final me marché allí.

¿Por qué no fichaste directamente por el Barcelona?

En esos años había una cláusula que tenían hablada entre los presidentes, una especie de pacto por el cual no se podía fichar jugadores sin el consentimiento del otro club. Al final, el Atlético de Madrid y el Murcia se saltaron ese pacto, y por eso pude irme al Murcia.

Ya habías jugado en Murcia e incluso nos habías marcado goles vistiendo la camiseta del Valencia. ¿Cómo era La Condomina para los equipos rivales?

Era un campo donde resultaba complicado puntuar. La primera vez que fui me pareció un estadio de mucha presión, de dimensiones cortas. Me recordó al campo del Osasuna. El empate era bueno allí.

Con tu historial, y con el fichaje por el Barcelona apalabrado para la temporada siguiente, podrías haberte tomado ese año en Murcia como una especie de exilio temporal, como un trámite. Podrías haberte relajado, pero en lugar de eso te conviertes en uno de los líderes del equipo y lo juegas prácticamente todo.

Fui titular todo el año, unas veces junto a Juanjo y otras junto a Vidaña, más un playoff después de la temporada. Sólo al final, cuando ya estaba muy claro lo mío con el Madrid, el Murcia decidió que no jugara. En ningún momento fui a Murcia para tomármelo con tranquilidad, sino todo lo contrario. Fui a tope. Además, había recibido muchas críticas en Valencia, y quería demostrar que un jugador de 25 años no puede estar muerto.

Tras ocho jornadas sois colistas, con una victoria y siete derrotas. Además, destituyen a Vicente Carlos Campillo muy pronto. ¿Pensabas que descendías por segundo año consecutivo?

Los dos primeros meses fueron muy malos. Al principio pensaba: ostras, joder, dónde me he metido. Salgo de un sitio donde acabamos de bajar y me voy a otro donde no hacemos más que perder. Todo se veía muy negro en esos momentos. Pero había una plantilla muy buena. Teníamos de delantero suplente a Carlos, que luego triunfó en el Oviedo. Estaban Guina, Moyano, Manolo… Teníamos mucha calidad, y en el fútbol a la larga la calidad te lleva arriba.

Ya con Kubala de entrenador salís de la crisis de resultados con uno de los partidos más recordados por el murcianismo, porque nosotros no tenemos tantas victorias importantes que recordar. Fue el 1-0 contra el Barcelona, con gol de Salvador Mejías. Aquel fue el punto de inflexión. ¿Recuerdas algo de aquel partido?

Recuerdo la tensión que había dentro del campo, el gran ambiente, la ilusión de la gente. Íbamos ganando por la mínima, y el Barcelona no dejaba de atacar. Sufrimos mucho. Los últimos minutos lo pasamos muy mal, pero al final conseguimos aguantar.

¿Fue especial para ti tener como entrenador a un mito como Kubala? ¿Cómo era?

Ya lo había tenido en la Eurocopa del 80 en la selección, y para mí fue una gran alegría reencontrarme con él, porque además de muy buen entrenador era muy buen tipo. Supo llevar muy bien el equipo para sacarnos del pozo, que era lo más complicado. Con él tuvimos una racha extraordinaria. Lo que pasa es que tuvo problemas extradeportivos y dimitió pronto, así que terminamos la temporada con Antal Dunai.

¿Cómo era aquel equipo? Ahora repasas los nombres y es una de las mejores plantillas de la historia del Murcia.

Había mucho nivel. En la portería estaba Amador, en los laterales Manu Núñez y Pérez García, que siempre estaban perfectos. Teníamos a muy buena gente en todas las líneas. Ibeas, Tente Sánchez, Parra, Mejías, que venía del Cádiz y era muy buen jugador… Era un equipazo. Acabamos haciendo muy buen campeonato y entramos en el playoff de la zona media de la clasificación.

¿Cuál fue la principal limitación que notaste en el Murcia, de cara a que el club pudiera asentarse varios años en Primera?

El principal problema que teníamos era que no sabíamos dónde íbamos a entrenar esa semana. Un día íbamos a Cabezo de Torres, otras veces íbamos a otro lado… No había una ciudad deportiva.

Casi treinta años después, seguimos sin esa ciudad deportiva.

¿Sí? O sea, han hecho campo pero no ciudad deportiva. Joder.

Permíteme que ponga a prueba tu memoria. Voy a decirte el nombre de algunos jugadores de aquella plantilla que recordamos con especial cariño en Murcia, y nos comentas algo que se te haya quedado grabado de ellos, ya sea en lo deportivo o en lo personal. Empiezo con Mohammed Timoumi.

¡Timoumi Balón de Oro africano! Recuerdo que le precedía la fama, porque en ese momento era el mejor jugador de África, y tenía cartel. Técnicamente era muy, muy bueno. Sí que es verdad que fuera de casa bajaba mucho, cuando él notaba que las defensas contrarias rascaban. Era muy buena gente, también.

Horacio Moyano.

Horacio era más de garra, de genio, de pelea. Siempre estaba por ahí con la caña. Era difícil de marcar, porque tenía una forma de correr un poco rara. Su zancada era extrañísima. Nos sacó de algunos partidos complicados por esa garra que él tenía.

Manolo.

Hombre, Manolo… Después de esa temporada nos fuimos los dos juntos a Madrid, yo al Real y él al Atlético. En Murcia no empezó jugando, pero conforme pasaron los partidos se convirtió en la base del equipo. No tenía mucha talla, pero era escurridizo y tenía mucho gol. Era un grandísimo jugador.

Guina.

Guina era un centrocampista estupendo. Aquel año podría haber jugado mucho más de lo que jugó. Era un jugador todoterreno, y con mucha técnica. Los brasileños tienen siempre algo especial. Siempre se ofrecía. Nos ayudaba mucho a los centrales a sacar el balón jugado. A veces los jugadores nos reuníamos y comentábamos que nos extrañaba mucho que no jugara  más minutos. Las decisiones las toman los entrenadores, pero nosotros no entendíamos aquello.

¿Quién era tu mejor amigo en aquella plantilla? ¿Con quién solías quedar a tomar algo por Murcia?

Yo vivía por la zona de la universidad, pero la que está por el centro, no la de Espinardo. Por allí también vivía Parra, y él fue el jugador con el que más tiempo compartí ese año. También fue mi compañero de habitación en las concentraciones. Yo iba andando desde mi casa a La Condomina, porque estaba al lado. Era una zona animada, de gente joven.

Ahora hemos cambiado a un estadio nuevo que es más moderno, pero más frío, más desangelado. Echamos de menos La Condomina.

Los tiempos cambian, y esos traslados son siempre para bien. Eso sí, como el campo antiguo no hay ningún otro. Es como aquí en Valencia. Cuando se estrene el nuevo campo será una alegría, pero como Mestalla, joder, ninguno. La Condomina siempre estaba a tope, y la gente siempre arropaba, siempre estaba encima. Me acuerdo del GOL, GOL, GOL que salía en el marcador, y de la gente cantándolo. 

¿Crees que antes, sin tantos medios ni Internet, había más pasión por el fútbol, más hambre por ver a tu equipo?

Antes no se televisaban tantos partidos y la gente acostumbraba a ir más al campo. En Murcia había mucha afición de fútbol. Los partidos en La Condomina eran un acontecimiento, y el estadio estaba a reventar. Había hasta gente en grúas viéndonos. Los estadios son ahora un poco más fríos. Antes tenías el aliento de la gente al lado, y eso se nota. En Valencia, los Yomus los teníamos siempre arriba del todo, y nosotros le decíamos a la directiva: joder, los ultras están para animar, y en todos los campos los ponen detrás de la portería, pero aquí los subís allá arriba. Ahora los han puesto más cerca del terreno de juego y hay mucha más animación en Mestalla. El jugador nota ese aliento en los momentos difíciles del partido.

Eras un tipo de jugador que no sé si te da la impresión que está desapareciendo, que es el central con ideas, el central con clase, que sabe sacarla desde atrás. Incluso los grandes equipos no parecen dar demasiada importancia ya a ese perfil. ¿Lo ves así?

Sí. En mi época había más jugadores de mi estilo, como Sanchís, o después Hierro. Incluso Maceda. Ese tipo de central ha desaparecido un poco, y yo creo que cuando sube un central es cuando más sorprende, porque normalmente el delantero no lo suele seguir, y tiene mucho campo por delante para decidir. Pero claro, hay centrales que cogen el balón y se nublan. Nosotros teníamos un compañero en el Valencia al que le decíamos: mira, tú del centro del campo no pases, porque casi siempre la pierdes y nos hacen un contraataque. Hay que tener calidad para subir.

¿Algún entrenador te pidió que no subieras?

Casi siempre me han dado libertad para subir, porque creaba peligro. Es que cuando un central sube, lo lógico es que nadie más de la defensa lo haga, y entonces quedan tres atrás. Normalmente, cuando el partido iba muy igualado, el entrenador sí que me decía: no, Miguel, quieto. Es normal.

Si no hubieras sido un central al que le gustaba subir nos habríamos quedado sin uno de los mejores goles que se han visto en La Condomina, el de la victoria contra el Cádiz por 1-0 esa temporada. La Condomina se llenó de pañuelos. ¿Lo recuerdas?

Lo recuerdo perfectamente. Además, después de marcharme del Murcia me enviaron un vídeo con reportajes de la temporada, y entre ellos estaba ese gol. Fui de área a área. Arranco con el balón controlado desde la defensa, me voy de uno, tiro una pared, me voy de otro… Y gol.

Ese gol es imposible hoy día.

No dejan iniciativa a los centrales, o a lo mejor tampoco la cogen ellos. El defensa se queda en su hábitat, resguardado. Lo de subir tiene que verlo muy muy claro para hacerlo. Eso se lleva dentro o no se lleva. Ya puedes pedirle a un central que suba, que si él no lo ve claro, no lo hará.

El Mundial juvenil de 1979 fue el campeonato en el que se dio a conocer internacionalmente Maradona. Argentina iba por otra parte del cuadro, pero, ¿En la concentración ya hablabais sobre él? ¿Se comentaba que Argentina tenía un futbolista diferente a todos los demás?

Sí. Era el cerebro, el rey de un auténtico equipazo. Ya se empezaba a hablar de él como de un mago. Además, tenían a Calderón y a Ramón Díaz. Fueron muy superiores a todos. A nosotros nos echó Polonia en cuartos, en los penaltis.

Debutas en la selección absoluta jovencísimo, y eres titular con España en el Mundial’ 82, con la responsabilidad que eso suponía. ¿Cuando piensas en ese Mundial, qué se te viene a la cabeza?

Cuando pienso en ese Mundial, después de haberlo tenido en casa, y más yo, en Valencia… Siento mucha decepción. Esperábamos mucho y no salió como esperábamos. Salíamos a los partidos muy precipitados, muy nerviosos. En todos los mundiales suele haber un jugador que se destapa y mete muchos goles, pero nosotros metimos tres goles en cinco partidos, y así es muy difícil. Y eso que teníamos delanteros de mucho nivel, como Satrústegui, Quini, Santillana, López Ufarte, Juanito… gente muy buena. Pero metimos tres goles. Normalmente un delantero de esos coge una rachilla y te lleva a las rondas finales.

Fuiste uno de los ‘represaliados’ del 82, y Miguel Muñoz no cuenta mucho contigo a partir de ahí. ¿Te queda un sabor amargo al recordar la Selección? ¿Crees que podrías haber disputado algún que otro Mundial más?

Tras España’ 82, ahí estaba Miguel Muñoz, y él no estaba por la labor de llevarme. En el 88, dos partidos antes de dar la lista para la Eurocopa, yo fui citado, y nos probamos los trajes. Éramos 16, en teoría los fijos, y Muñoz tenía que seleccionar a siete más para completar la convocatoria. Pues lo que hizo fue dejarme a mí y llamar a ocho más. No le entré por el ojo, por lo que sea. Alguna vez fui a la selección, pero porque estaba despuntando en el Madrid y yo creo que no le quedó más remedio. Recuerdo un amistoso que se jugó en Murcia en 1987 como homenaje a Guruceta, en el que jugamos contra la selección. Yo hice un buen partido, y la afición cantaba “¡Tendillo selección!”. Yo creo que cada vez que lo decían, Miguel Muñoz se ponía más y más cabezón en la idea de no llevarme.

Hoy Djukic dice que hay que tener mucho valor para jugar en Mestalla, y el equipo está en mitad de la tabla. ¿Cómo era jugar en Mestalla en descenso?

Cuando un equipo va así hay mucha presión y se pasa mal. También en Murcia cuando arrancamos mal hubo críticas. Pero es fútbol. Hay diez equipos que viven siempre al límite, y los aficionados deben tener paciencia, no dejarse llevar por los nervios. El problema es que los equipos y las aficiones que son tradicionalmente de la parte de arriba no están acostumbrados a meterse en problemas para la permanencia. Yo que he jugado por títulos y por salvarme puedo decir que hay una diferencia abismal en cuanto a la presión que sientes. Cambia una barbaridad. Si luchas por salvarte, llega el viernes y no duermes. Pero si luchas por un título, la presión es mucho más llevadera.

¿Crees que esa exigencia desmedida, ese gusto por la protesta y a veces incluso por la mofa, va en lo cultural? Que es como una seña del español y más concretamente del español del sur. No lo digo sólo por Valencia, pero si te fijas, las mayores protestas, las grandes pañoladas, los escándalos, suelen ocurrir en estadios del sur.

Cuando un equipo va mal, el descontento aflora en todos los sitios. Pero sí que es verdad que la gente del norte es más pausada, más tranquila. En Valencia ni me acuerdo de las pañoladas que he visto, pero en Madrid no. El cuarto año mío en Madrid nos metimos en Uefa y la campaña fue mala, pero no hubo nada raro. Hay más respeto. La gente del norte, en cuanto al fútbol, es un poco más señorial que la de mitad hacia abajo. Va en el carácter. Lo comprobé también en mi temporada en el Burgos. La gente del norte no es tan propensa al insulto.

¿Te habría gustado probar alguna liga extranjera?

En España siempre he estado muy bien. Además, en mi época, los primeros se iban a Italia y tampoco les iba muy bien. No duraban mucho. El fútbol italiano no es muy bueno para el jugador español. El fútbol inglés, para mi forma de jugar, no sé, creo que no me habría ido. Es un fútbol más físico que otra cosa. El fútbol alemán también era muy físico en mi época. Jugaban por oleadas. Ahora hay más extranjeros, hay más jugadores de calidad, y en el terreno físico se ha igualado todo un poco. Ahora los jugadores españoles tienen más cabida que antes en esas ligas, porque prima más la calidad.

Para terminar me gustaría preguntarte algunas cosas más sobre tu año en Murcia. Si recuerdas algo tendrá mucho mérito. ¿Cómo era tu día a día en Murcia? ¿Qué hacías tras los entrenamientos?

Acabábamos de entrenar sobre las 13:00 o así, y había un barecito allí al lado de La Condomina, en una esquina. Creo que se llamaba Hermanos Romero. Allí nos tomábamos unas tapitas buenísimas, porque eso sí, las tapas de Murcia son impresionantes. Alguna vez iba al cine o a pasear por ahí. No era de mucho salir. Además, ese año me había casado.

¿Cuál fue la primera impresión que te llevaste de la ciudad?

Cuando llegué a Murcia en julio pensé: pero si aquí no hay nadie. Murcia estaba desierta, pero claro, es que hacía un calor… Así que nos íbamos al chalé de Rodríguez Latorre en La Manga.

¿Notas que los murcianos todavía te recuerdan con cariño por aquel año?

Mucho. El trato que he recibido siempre por parte de los murcianos ha sido buenísimo. Ahora estoy de coordinador de la escuela de niños del Valencia, y cuando vamos a jugar por aquella zona todavía hay murcianos que se me acercan y me dicen: joder, macho, Tendillo, qué año nos regalaste. Cuando firmé por el Madrid volví a pasar unos días de agosto en La Manga, y un día que salgo a cenar con mi mujer, en un restaurante se me acercó un hombre mayor y me dijo: “Tendillo, los murcianos te llevaremos siempre en el corazón”. Me emocionó. Les estoy muy agradecido por ese cariño que siempre me han demostrado.

¿En esa época había algún tipo de control con las salidas nocturnas? ¿Os cortabais o salíais tranquilamente?

Murcia es tan pequeñita que siempre que alguien de la plantilla salía de marcha estaba controlado. Yo después de algún partido sí salí por Elche, cuando tenía libre al día siguiente. Íbamos bastante a una discoteca en Molina de Segura, pero no me acuerdo del nombre. Lo que pasa es que yo era recién casado, y salía menos que otros compañeros.

¿Recuerdas algo de las fiestas de Murcia?

Vi el Entierro de la Sardina estando allí en Murcia, y ocho o nueve años después volví con la familia para disfrutarlo de nuevo. También me gustó mucho la Semana Santa. Vi varias procesiones ese año, y cuando regresé fuimos a ver la de los Salzillos.

¿Alguna vez te has arrepentido de aquel año ‘puente’ en tu carrera?

Para nada. Jamás me he arrepentido. El recuerdo es muy bonito. En lo deportivo se empezó mal, pero conforme mejoramos, la temporada fue muy positiva. Y en lo personal, la gente se portó fenomenal, incluso cuando sabían que me marchaba al Madrid.

Gracias, Miguel.

Un abrazo, y a ver si el Murcia va p’arriba.

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