Informe sobre el rival: el Numancia

En el año 133 antes de Cristo, tras 20 años repeliendo los continuos e insistentes ataques romanos, el Senado confiere a Publio Cornelio Escipión Emiliano El Africano Menor la labor de destruir Numancia, a la que finalmente pone sitio, levantando un cerco de nueve kilómetros apoyado por torres, fosos y empalizadas. Tras 13 meses de hambrunas, enfermedades y tras agotarse sus víveres, los numantinos deciden poner fin a su situación. Algunos de ellos se entregan en condición de esclavos al ejército, mientras que la gran mayoría de los numantinos decidieron suicidarse, prevaleciendo su condición de libertad frente a la esclavitud de Roma. Algunos años después, el equipo de fútbol de aquella tierra, que adoptó el nombre de la ciudad saqueada, creció repentinamente, guiado por un vizcaíno de Meñaka, Miguel Ángel Lotina, que desde Segunda B llegó a cuartos de final de la Copa del Rey, para después alcanzar la Segunda A y la Primera División. La leyenda de la antigua población, mezclada con un carácter fronterizo y abierto siempre orientado al norte, forjó ese Numancia de Nagores y Palacios, refugio de canteranos del Athletic, donde todo procedente de Osasuna era bienvenido, remanso frío de paz norteña que además subía de vez en cuando y apenas conocía el sufrimiento, cimentado en el fútbol directo y aguerrido, en la fortaleza de Los Pajaritos y en el encanto del gol de córner tras un barullo en el área.

Pero de pronto, todo cambió. 
Ojo: el Numancia actual no es el Numancia

Fin del informe.

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