La familia



Real Murcia, 3; Lugo, 1.
Hoy manda la ligereza de Twitter, pero a principios de 2008 muchos aficionados, sobre todo los más jóvenes, teorizaban sobre lo humano y lo divino en los foros de Internet. A través de foros como el de Imurcia, que creo que todavía sobrevive, arreglábamos el club, el equipo, y a veces también el mundo, aunque esto último fuera secundario, por supuesto. A quién le importaba si se hundía el capitalismo cuando había temas más importantes sobre la mesa, como debatir la conveniencia de que el equipo volviera a llevar calcetas blancas, o la organización de un partido amistoso entre foristas en la vieja Condomina. Por aquel entonces, el Murcia de Lucas Alcaraz empezaba a desmoronarse en Primera, y la afición buscaba desesperadamente alguien con quien pagarla. Curiosamente, uno de los señalados fue Iñigo, aquel delantero gigantón que vino del Éibar, con una trayectoria lo suficientemente humilde para ser el blanco fácil de la sorna, de la característica mofa murciana. Esa hostilidad que Iñigo sufría en su propio estadio tuvo su eco en aquel foro, con burlas de todo tipo.

Hubo quien rebatió los ataques apelando a argumentos futbolísticos, reivindicando que Iñigo era un jugador muy válido, pero que no le llegaban balones en condiciones; otros recordaban que en vez de remar para conseguir la salvación, la afición se dedicaba a despojar a los jugadores de la poca confianza que ya les quedaba. Ninguno de estos razonamientos alteró lo más mínimo a los de la sonrisa y el codacico socarrón, hasta la respuesta de Yayo Delgado (-diez- en aquel foro). Yayo, imagino que desde el ordenador de su casa, accedió al hilo donde se masacraba a Íñigo, y por toda respuesta tecleó lo que se convertiría después, involuntariamente, en un lema del murcianismo underground: “Iñigo es mi madre”.

Entonces sí. Entonces los desarmó. Entonces, con esa esencia surrealista, exagerada, que magistralmente domina Yayo, logró arquear las cejas de todos los quisquillosos. ¿Cómo se respondía a un argumento cargado de amor? En esa frase se concentraban la ternura, la incondicionalidad, una manera muy concreta de sentir a tu equipo, desde un afecto que considera consanguíneo a todo el que luce tu escudo. A mí qué me importa si Íñigo está jugando bien o mal, si es de los míos. Medía 1,94, pesaba 85 kilos y en sus ratos libres escuchaba rock en euskera, pero era la madre de Yayo, y él no iba a tolerar que nadie se metiera con su madre.

Esa frase caló, dejó huella y ha perdurado, con diversas adaptaciones. Así, durante años no era extraño escuchar en la grada que Albiol era nuestra abuela, por ejemplo, ni tampoco sorprendía que un aficionado varón le expresara a José Luis Acciari su firme intención de tener un hijo con él. Cosas del amor. Contra el Lugo, la zona de animación del Fondo Sur fue por el mismo camino con una pancarta maravillosa: “Saúl es mi padre”. Convenía aclarar el origen de semejante afirmación, que es aquel mensaje de Yayo en 2008, no vaya a ser que alguien haga interpretaciones erróneas, o que el pobre Saúl tenga que dar algún tipo de explicación a su novia.

En realidad, nos parece que todos los miembros de esta plantilla son de nuestra familia, y nos dan ganas de invitarlos a alguna comunión de las que tenemos próximamente, como primos hermanos de toda la vida. El problema es que si vinieran, como tienen tanta garra, como todo lo hacen con tanta agresividad, serían incapaces de estarse quietos en la misa. Acciari pediría pronto la hora, y Wellington sudaría, nervioso, mientras hace bicicletas incluso sentado. Además, cuando llegara el momento de darse la paz se mirarían confundidos, incapaces de un gesto tan sereno, para el que Julio no los ha programado. Lo que ellos querrían es que el sacerdote dijera: “Podéis fraternalmente presionar al de al lado”. Y entonces todas las ancianas que se encontrasen cerca de Toribio huirían despavoridas.

Qué bestia, Toribio. Sé que tras el partido, casi todos los signos de exclamación son para Wellington, e incluso para Kike, pero esta vez quisiera subrayar el partidazo de nuestro principal herrero en el centro del campo. Toribio cortó, robó, distribuyó, y todo ello con un sentido excepcional, sin apenas errores. Él es el quien coloca las minas antipersona en el trivote con Eddy y Dorca, que ponen zancada y calidad para lanzar nuestros ataques. Y son buenos ataques. Con Kike y Malonga arriba, nuestros centros desde banda pasan a ser un recurso poderoso, siempre amenazador para el rival; así llegó el gol de Córdoba, así llegaron las dos ocasiones más claras de la primera parte contra el Lugo, y así llegó también el primer gol. La asistencia, perfecta, fue de nuestro padre.

Unos minutos antes de adelantarnos, el Lugo tuvo su primera y última ocasión, clarísima, en la que Casto nos salvó firmando una de las mejores paradas que recordamos. Detener ese uno para uno no con el pie, sino sacando la mano tan abajo, a bocajarro, no sólo merece invitación a bodas y comuniones, sino también parte en alguna herencia. Gracias a ese centelleo de nuestro portero pudimos disfrutar después del show de Wellington, que no sabe lo que es ‘Breaking bad’ ni ‘Cuéntame’, que en su casa sólo ve musicales de Fred Astaire, y también extraños vídeos de serie B sobre las distintas variaciones centroamericanas de los pasos de salsa y merengue. Practica mucho en su salón, porque sabe que los domingos estamos atentos, porque sabe que nos encanta ver cómo se mueve.

Todavía más placer que el golazo de Wellington nos procuró la celebración, con titulares y suplentes fundidos en una piña. No se me borra la euforia con la que Iván Moreno buscó el abrazo con Wellington, pese a que pugnan por un mismo puesto en el once. Es éste un gesto poco habitual en las plantillas, porque resulta muy difícil que el egoísmo no se abra paso, y si tú no estás en el campo, las alegrías no suelen saber igual. No ocurre semejante cosa en este Murcia fraternal. Ellos con nosotros, nosotros con ellos, y ellos entre sí, todos juntos, nos hemos convertido en una familia.

Real Murcia: Casto; Molinero, Dos Santos, Dani Bautista (Saúl, 43), Álex Martínez, Wellington (Iván Moreno, 85); Dani Toribio, Dorca, Eddy; Malonga (Truyols, 63) y Kike.
Goles: 1-0, min.59: Kike. 2-0, min.73: Wellington Silva. 3-0, min.77: Wellington Silva. 3-1, min.91: Pablo Sánchez.

6 comentarios:

  1. Sublime, excepcional, increible, en definitiva, a la altura del equipo.

    Lo de imaginarme a las ancianas huyendo de toribio en misa... GRANDIOSO.

    Sigue así.

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  2. Eres grande, Mondo. Y ojo, Íñigo era un buen jugador. Una mezcla entre Ibrahimovic y Julio Salinas en sus mejores tiempos, con algo de Kluivert. En Mallorca hizo un partido colosal, lo que demuestra que el cariño, la confianza... y otras cosas como nos está demostrando Velázquez este año pueden hacer que los jugadores den todo aquello por lo que llegaron a la élite. Vale.

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  3. el floro del boss perdura en nuestros corazones...muy emotivo mondo!

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    1. Deberíamos dejar el twitter y volver al floro. Aquello era vida.

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  4. Toribio lleva 7 partidos siendo el mejor del equipo. Si fuese negro y rapado el Spartak nos pagaría 6 millones de Euros.

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