Arturo, lleva tú el anillo


Langreo, 0; Real Murcia, 2
Es una gran historia, eso ni quien lo discuta. Convivían, entre otros, enanos barbudos y violentos, enanos aún más bajos y pacíficos, tipos de orejas extrañas que parecían primos de Rakitic, o señores muy altos con pelazo que se autodefinían como magos. Todos vivían juntos en un mismo país, aparentemente con un nivel de vida más o menos satisfactorio, bastantes derechos sociales para la época, daba la impresión, bastante respeto entre razas, buenos tiempos en general podríamos decir, hasta que una especie de Estado Islámico entiende que debe haber cambios, y así lo hace saber, proponemos otro modo de gestionar este país, a priori ni mejor ni peor, simplemente el nuestro, y entonces uno de los así autodenominados magos pone el grito en el cielo en nombre del bien, dice, por temas de valores y principios. Hay que parar a esta especie de Isis, dice, y parece que la forma de pararlos pasa por destruir una sortija, por qué una sortija, a eso ya no estoy en condiciones de responder, parece ser que ese anillo era importante, un anillo bien hecho, que tenía cierto poder simbólico y que sugestionaba mucho al que lo poseía, eso es todo cuanto sé; volvíamos a comprobar que todo está en la mente, con ese anillo uno podía liarse, pero la culpa no era del anillo sino de las historias que acompañaban a ese anillo, eso era lo que te influía, lo que ofuscaba a las mentes y las confundía. Los que poseían ese anillo se comportaban de forma rara, que no te esperabas; con ese anillo puesto el alcalde Cámara te hace un plan de ordenación urbana finísimo, transparente, cosas buenas derivadas de ese ponerse el anillo, pero también cosas no tan buenas, quizás con ese anillo Valcárcel te hace otro aeropuerto, un nuevo aeropuerto, esta vez en Zeneta, porque hace falta, aunque es posible que se quitara el anillo y siguiera diciendo lo mismo, sí, sí, aviones a Zeneta; qué no podía esperarse acaso de la sugestión derivada de ese llevar el anillo, cabía esperar de todo. Una gran historia, sin duda, con dos o tres moralejas francamente reseñables.

El caso es que el tipo que decía ser un mago en nombre del bien no puede llevar el anillo al sitio donde se tiene que destruir ese anillo, por equis motivos que el mago te despliega, y entonces elige a otro para esa tarea, precisamente a uno de los bajitos pacíficos amantes de lo agropecuario. Ese bajito podría haber rechazado esa responsabilidad, porque llevar el anillo no era lo cómodo, porque en esa aldea tan verde tipo Luanco y con gente tan alegre se estaba aparentemente muy bien, y él parecía tener ya su plaza y su casa y su vida hecha. Pero acepta. Tiene tentaciones de abandonar, de regresar a mitad de camino, pero no: al final siempre hay algo que le impulsa a seguir, a encabezar esa misión, a no abandonar, a llegar hasta el final. Y sí, te tengo que sacar el paralelismo con Arturo, porque en la retransmisión del partido en Onda Regional escuché cómo Fernando Vera decía que si sigue jugando así, veía muy probable "que Arturo no acabe la temporada con el Murcia", y me entró un escalofrío, y de hecho le di vueltas al tema un rato, unas veces pensando que es exagerado eso que dice Fernando Vera, otras veces pensando que no es exagerado en absoluto. Es que cuidado. En este imperio de filiales, en esta filialocracia que domina hoy, qué fácilmente puede volar una ilusión tan grande como la que despierta Arturo al filial de un Villarreal, de un Elche, de un Almería, donde sólo sería un nombre más y nadie le pediría que liderara misión alguna. Ésa es la realidad de nuestro club: el filial del Almería está en condiciones de arrebatarnos a nuestro mejor talento. Por eso es importante que alguien le diga a Arturo que no le podemos ofrecer nada, ¡pero que se lo podemos ofrecer todo! Y que queremos que él lleve el anillo, la pulsera, el collar, lo que haga falta, todo a la vez, y hasta el final. A poco que salgan las cosas bien en los despachos, este club está a punto de abrir una nueva etapa, a punto de renovar ilusiones, y Arturo tiene que estar ahí, entre los que nos lideren durante estos tiempos confusos, una certeza entre tanta duda, orgullo de nuestra cantera. Hazte grande con nosotros, muchacho.

Su gol fue simplemente un golazo de Primera División, el puro talento al rescate en un partido empantanado, sin apenas ocasiones, con muchos "esto no me gusta" por parte del locutor. El césped artificial de Langreo debió desconcertarnos, un norte menos norte, quizás en Langreo tampoco hay vacas.  Sin embargo, Arturo también tenía soluciones esta vez, como en Ferrol, como en Luanco; ya en el último cuarto de hora de partido, a unos dos metros del semicírculo del área, algo ladeado hacia la izquierda, Arturo se va de un rival, se la acomoda a su diestra y se inventa un golpeo que es mitad latigazo mitad vaselina, entre el interior y el empeine, la pelota subiendo mucho y bajando muy rápido, con el portero siempre resignado durante esas décimas de segundo, moviéndose lo justo, convencido de que a esa pelota no se llega de ninguna manera, para qué malgastar esfuerzos. "Un Xabi Alonso con llegada", así lo definió su entrenador de la temporada pasada en los juveniles, y sin darse cuenta, ese hombre hizo arte con su descripción, porque decir eso es como hablar de "un tanque que puede volar", o de "un dragón que te recita poemas", lo elevado, lo grandioso. Y Arturo responde a esa descripción y a todas las que le regalamos, no se achanta, sólo sale al campo y demuestra su clase, que es mucha, que es la de un futbolista llamado a jugar al máximo nivel (con nosotros, Arturo, llega con nosotros; espéranos).

Nos pusimos por delante, pero a pesar de que ya somos el equipo menos goleado del grupo, y qué bien sabe eso, tuvimos que sufrir para salir de allí con el tesoro. Poco después del gol de Arturo, un delantero local con físico a lo Ibrahimovic se quedó solo ante Iván Crespo, y entonces apareció Satrústegui hecho un coloso, rapidísimo en la reacción para acosarlo y molestarlo; en las imágenes no asusta tanto como a través de la radio, porque a través de la radio sonó agónico, espeluznante, y el tipo no sólo se parecía a Ibrahimovic sino que era mejor que Ibrahimovic en muchas cosas y capaz de cosas de las que Ibrahimovic no es capaz. Por radio lo parecía todo, ese delantero. De hecho, el partido puso otro viejo debate sobre la mesa: los partidos del Murcia que sólo podemos seguir por la radio, ¿deben ser compatibilizados con otras actividades o debemos dedicar todos nuestros sentidos exclusivamente a seguir la narración? No sabe uno qué es mejor para los nervios. Se alcanza una tensión increíble si se dedica uno solamente a seguir la transmisión, la mente proyecta toda una serie de universos tan reales que lo terminan agotando a uno, nacen monstruos bicéfalos de corners en contra, surgen fantasmas de saques de banda dudosos, se visualiza al árbitro correteando con una guadaña.

En esos minutos hasta el final echamos mano de Jairo, que estiró al equipo, dicen, y sirvió en bandeja el gol a Carrillo en el último instante. Ese primer gol de Carrillo en Liga lo celebramos con más efusividad de lo habitual, porque cerrábamos una nueva conquista en el norte, pero también porque este chico se lo merecía y porque, además, lo necesitaba. Nos gustaría mucho, mucho que Carrillo fuera el bajito pelirrojo tendente a lo agropecuario que sirve de escudero al bajito principal que lleva el anillo, los dos juntos, uno del Progreso y el otro de Abarán, muy amigos, haciendo camino durantes estos tiempos oscuros, con nuestro escudo en el pecho. Hasta el final.

Real  Murcia: Iván Crespo, Jaume, Prieto, Satrústegui, Pumar, Acciari, Armando, Albiol, Arturo (Víctor Ruiz, 80'), Rubén Sánchez (Jairo, 75') y Gerard Oliva (Carrillo, 67').
Goles: 0-1. Arturo (77'). 0-2. Carrillo (94').
Luis María Valero  @Mondo_Moyano  torremendolliure@gmail.com

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