Racing de Ferrol, 1; Real Murcia, 2.
Es
una frase que siempre impactaba, siempre sobrecogía, siempre agitaba: “Oh,
Señor, te lo ruego, envíame una señal de tu existencia”. La fe del personaje que
pronunciaba esa frase atravesaba momentos bajos, y por eso el pronunciador
(generalmente barbudo, mirada intensa, arrodillado) solicitaba evidencias. Es
una frase conmovedora que salpica varias de las películas que Antena 3 maneja
para sus titánicas sobremesas de Navidad y Semana Santa, y, por otro lado, también
es una frase que salpica *todas* las películas danesas y suecas jamás rodadas.
En las películas, esa señal divina no solía llegar, y eso se encargaba de avanzarlo
otro personaje antagónico, muy pragmático, muy seguro de todo, “tu Dios no te
escucha”, y este señor encontraba un especial placer en insistirle al barbudo: “No
te escucha porque no existe, nadie va a mostrarte prueba alguna”. Mi teoría es
que alguno de vosotros ha tenido que pronunciar esa frase del barbudo, no la
del pragmático, sino la del barbudo. Quién. Quién, antes del partido del Murcia
en Ferrol, cerró los ojos (o los dejó abiertos), se arrodilló (o permaneció de
pie) y se dirigió a *alguien* allá arriba pidiendo una señal, y de hecho se
sintió con fuerza suficiente para exigir, ni siquiera pedir, sino exigir *algo*
por lo sufrido este verano, exigir una prueba de que allí arriba lo han visto
todo, una prueba de que allí arriba saben sobre la justicia y tienen recursos
para aliviar nuestra carga.
Y si
aquellos de allá no han escuchado, lo ha parecido. Cuando marcó Acciari a
centro de Albiol, ¿no se callaron Juan Cervantes y Jesús Rosagro y de repente
empezó a sonar ‘La pasión según San Mateo’, todas esas flautas y esas
cuerdas monumentales como si el estadio fuera una catedral? ¿O me estoy
confundiendo? ¿Y no empezó a soplar de la nada un viento huracanado y lenguas de
fuego se posaron sobre cada uno de nuestros jugadores? ¿O tengo que
revisar el vídeo? ¿Y no estaba Acciari envuelto por un fulgor tenue y
etéreo mientras se besaba el escudo? A ver si no me fijé bien. Pero yo ese gol
lo recuerdo más o menos así, y siempre lo recordaré así, como algo muy parecido
a un milagro, algo muy parecido a murallas de Jericó cayendo, y a gente muerta levantándose y dando los buenos días, y a curaciones instantáneas de lepra.
Era
nuestro debut en el destierro, pero descubrí que yo al menos todavía no me
había hecho a la idea durante los días previos. Sólo cuando La 7 conectó con A
Malata y vi salir al terreno de juego al Murcia junto a esos tipos de verde
y blanco, me di de bruces con la realidad: estábamos en Ferrol, estábamos en la
B. La sensación no era en absoluto de melodrama, sino más bien de confusión. Lo
que nosotros pintábamos en ese campo jugando contra ese equipo no se sabía
bien; eso sí, al menos estábamos *en algún sitio*. Había once hombres con la
camiseta del Murcia sobre un terreno de juego, el que fuera, y eso, después de
todo lo que ha pasado este verano, era suficiente. Qué hombres eran esos que
vestían nuestra camiseta, eso no se sabía bien, y de hecho nos costó un rato
hacernos con los rostros, con sus dorsales, sentirlos como los nuestros. La más
importante laguna asociativa llegaba con los centrales. Sin embargo, Pibe y
Sobregrau se encargaron pronto de fijar sus nombres en nuestra memoria con una
soberbia actuación. Pibe, especialmente, sorprendió con un partidazo: siempre
atento al corte, valiente e incluso con dotes de mando. Pese a sus 21 años,
este torrevejense de padres argentinos no paró de corregir y animar a sus
compañeros. Intuimos por esa intrepidez que debe haber aprovechado esta
pretemporada para charlar bastante con Don José Luis Acciari, y que ha sacado
conclusiones.
Otra
de las cosas que sospechamos es que tenemos un muy buen entrenador. Llegábamos
en las circunstancias más precarias al estadio del club que la temporada pasada fue
segundo clasificado del Grupo Vaques, y lo previsible habría sido plantear un partido
conservador y de pocos riesgos. Muy al contrario, el equipo salió a por la
victoria desde el principio, y fue muy superior en el primer cuarto de hora. Se
confirmó lo que ya se venía insinuando en los partidos de pretemporada: este año se van
a ver bastantes menos balones en largo que con Julio Velázquez, pese a estar
una categoría más abajo. No digo que eso sea necesariamente positivo ni
garantía de buenos resultados, pero parece claro que a Aira no le gusta
rifarla, y por eso precisamente ha apostado por jugadores como Arturo.
Ay,
Arturo. Comienza a cumplirse la vieja (y triste) tradición de este club: sólo
en los momentos más bajos, sólo en la debacle, sólo cuando llega la ruina más
absoluta se vuelve la mirada a la cantera y se apuesta de verdad por jugadores
que, de otra manera, con los Lucas Alcaraz de turno en tiempos supuestamente boyantes,
con los cobardicas de siempre, jamás se habrían asomado siquiera al primer
equipo. Igual que Juanma sólo irrumpió porque estábamos en Tercera y sin un
duro, o igual que para que Valera jugara, el Murcia tuvo que estar ya
descalabrado en Primera y con un entrenador al frente, Toshack, al que ya le
daba un poco igual todo; de la misma manera, Arturo va a tener la oportunidad
de ser futbolista del Murcia gracias a que el club está arrasado, y, en este
caso concreto, gracias también a que nuestro entrenador parece tener ese punto
de romanticismo y de valentía que tanto necesita un canterano para su despegue.
No se trata de presionar a este centrocampista de clase, que sólo tiene 18
años, pero tras haberle visto un par de choques de pretemporada, se adivinan en él cosas especiales (finura, desparpajo, llegada, claridad),
y cuando digo cosas especiales me gustaría decir cosas *muy especiales*, pero
no me atrevo aún, y sólo digo cosas especiales. De hecho, a pesar de ser
centrocampista, Arturo fue la temporada pasada el jugador que más minutos
disputó y el máximo goleador del juvenil de División de Honor, con 14 goles. Especial.
A
partir del gol de Arturo (y de su sustitución por lesión), nos fuimos hundiendo
poco a poco, sobre todo porque el Racing adelantó líneas y aceleró. Fernando
nos salvó en un par de ocasiones, pero no pudo evitar el empate en uno de esos
balones tontos que no toca nadie y se envenenan; uno de esos balones que
subrayan el componente de azar en este deporte. De azar hablarían luego en
Ferrol para explicar nuestro triunfo, pero se equivocan; nuestro aguantar firmes las
posteriores embestidas del Racing y nuestro ganar a última hora con ese cabezazo milagroso de Acciari no debe ser relacionado nunca con el azar, sino con algo
más serio, algo con más raíz y que tiene que ver con ese
triángulo coronado en el pecho. No pasó porque sí, pasó porque tenía que pasar (quién,
quién de vosotros exigió a los de arriba; bien hecho). Qué pocos goles hemos
celebrado como ése de José Luis, “yo, yo”, se besa el escudo, “eh,
vosotros, mirad”, somos el Murcia, oísteis, el Murcia; y se tira al césped,
todos se lanzan sobre él, una piña, ¡Jugadores que se han conocido hace unas
horas, hechos una piña! Y José Luis allí abajo, el nexo sagrado entre todos
ellos, sonriendo como si fuera el día más feliz de su vida, como si para él no
importaran las categorías ni las penurias, como si él estuviera muy por encima
de todo eso. Y mientras volvía lento a su campo para arañar segundos, toma,
Silveira, para ti. Ésta va para ti, compadre. Con tu permiso vamos a seguir vivos.
Qué
alegría. Así se comienza un destierro. Es como si en su primer día en la isla de Santa Elena,
Napoleón hubiera ligado con una nativa. Cuando pitó el árbitro y todos nuestros jugadores se
abrazaban radiantes en el centro del campo, fuimos conscientes de lo que han sufrido todos esos muchachos este verano. La liberación de los que han pasado este trago en el club se unía a la liberación de los fichajes recientes, jugadores humildes, la mayoría de los cuales estaban sin equipo y entrenaban solos mientras esperaban que sonara el teléfono. Todos necesitaban que el fútbol les sonriera por fin, después de un verano amargo. Y nosotros en casa, también vivíamos nuestra liberación, y aplaudíamos, sólo aplaudíamos, bien hecho muchachos, qué orgullosos, así se
hace, disfrutadlo. También nos acordábamos de los aficionados que viajaron, como Rifle, y dudábamos: ¿héroes o locos? ¿primero héroes y después locos, o primero locos y después héroes? Cuando La 7 desconectó, ya no había confusión sobre dónde estábamos ni sobre quiénes eran nuestros centrales. Y ya teníamos claro nuestro lema: minifundio a
minifundio, pazo a pazo, vaca a vaca.
Real Murcia: Fernando, Jose, Pibe, Jaume, Pumar, Acciari,
Albiol, Arturo (Armando, 21'), Javi Saura (Xavi Marqués, 61'), Rubén Sánchez y
Carrillo (Gerard Oliva, 71').
Goles: 0-1. Arturo (8'). 1-1. Pablo Rey (51'). 1-2. Acciari
(84').
Luis María Valero @Mondo_Moyano torremendolliure@gmail.com
Luis María Valero @Mondo_Moyano torremendolliure@gmail.com
Qué cabrón, metiéndome ahí al final, jeje. Pero ni héroes ni locos. Más locos que héroes, pero ni lo uno ni lo otro. Para mí era una necesidad ir. Sin más. Tenía que acompañar al escudo después del mes de mierda que llevábamos. Iba pensando que perdíamos fijo, pero mira... *alguien* nos ayudó y se apiadó de nosotros.
ResponderEliminar"¿Por qué te importa tanto? Si es sólo un partido de liga" me decían unos chavalines al verme minutos después del 1-2. Bendita inocencia.