El día más feliz de la vida de alguien


Real Murcia, 1; Atlético Astorga, 0
Armando Ortiz Abellán tiene 24 años, que es tiempo suficiente para haber vivido bastantes cosas bonitas, determinados besos, según qué experiencias inolvidables, el primer esto, el primer lo otro, "la primera vez que toqué una teta", diría Juan de El Palmar; el día redondo que querrías volver a vivir una y otra vez. A los 24 ya hay de eso, y quizás marcado a fuego, posiblemente en forma de tatuaje, o en forma de candado(s) de enamorados en el Puente Viejo, quién sabe. Sin embargo, cuando Armando se presentó ante los medios tras el partido, él ya había echado la vista atrás, había tenido tiempo para calmarse y repasar con perspectiva todo ese archivo, todo el material histórico, verano a verano, teta a teta, había hecho balance, había comparado y había llegado a una conclusión que manifestó claramente ante los micrófonos: "Hoy es el día más feliz de mi vida".

Este chico con cara de torero, planta de torero y peinado conservador de torero tiene, para compensar, una vocecilla aguda de monaguillo adolescente, y fue con esa vocecilla con la que dijo que escuchar ese rugido de Nueva Condomina tras su gol había sido "increíble". Vocalizaba con un tartamudeo de emoción, de ilusión, mitad eufórico mitad impresionado, desde la humildad del que ha soñado muchas veces con este momento y lo ha visto siempre muy lejano. A mí me dijo una vez un futbolista que para el éxito de un equipo es clave que al menos haya cuatro o cinco jugadores que sientan este tipo de arraigo, porque esos son los que contagian la marcha extra a los futbolistas de fuera, los que lo mismo les da jugar en el Murcia que en el Lleida. Si esos que ni fu ni fa detectan que hay varios como Armando, Acciari o Fernando, que lo sienten de verdad, entonces piensan: no puedo remolonear, porque si no, estos son los primeros que van a estar encima de mí. Si el sentimiento de los aficionados tiene embajadores en el vestuario, todo es más fácil. Cuando tienes a varios que dan más importancia a un gol decisivo con el Murcia que a su primera teta, todo es más fácil.

Difícilmente habrá equipo este año que deje mejor impresión en Murcia que el Astorga, básicamente porque antes del partido lanzaron cosas gratis al público, y eso, en la tierra donde nos abrimos la cabeza por coger un patito de plástico, es algo que enamora. Los tipos de verde arrojaron en concreto cajas de mantecadas, dulce típico maragato, y Nueva Condomina respondió con una ovación entregada. Hubo alguno que hasta se puso en pie. Estos de verde no querían dinero por las mantecadas, sólo los puntos, y de hecho se acercaron bastante a ellos, si bien más en espasmos que por dominio. Aira dijo en rueda de prensa que el rival había merecido más, pero discrepamos: los tuvimos siempre agarrados de la pechera, dominados, y en la primera parte debieron caer varios derechazos que habrían finiquitado pronto la disputa; lo que pasa es que el Astorga los fue esquivando y con el paso de los minutos, aprovechándose de algún despiste y de que nosotros arriesgábamos más y más, nos soltaron algún gancho inesperado que nos rozó el mentón y que aún nos hace resoplar de alivio al recordarlo. Nos salvó Fernando, que dejó un par de intervenciones magistrales, sobre todo una mano de piedra a tiro cruzado en una contra aterradora al final de la primera parte. Se conoce que Fernando es más de salado que de dulce.

El equipo insinuó en la primera parte cuál va a ser su principal conexión esta temporada, sobre todo en casa: Arturo-Javi Flores. Cuando esos dos se juntan, pasan cosas. Flores demostró que su cabeza está llena de pases de colores y regates psicodélicos, algunos de los cuales ni siquiera tienen sentido y son directamente arte surrealista. Este chico es algo totalmente distinto a lo que tenemos en el resto de la plantilla, un ingenio, una lucidez; el problema es que aún va justo de motor, y cuando él y Arturo se apagaron, ya muy pronto en la segunda parte, el equipo se apagó con ellos. ¿Y qué pasó cuando decayeron nuestros bohemios antisistema? Lo de siempre: llegó la derecha. José Martínez se comió la banda diestra de Nueva Condomina como hacía tiempo que no veía, con furia, como impulsado por esquís, como si hubiera tenido una novia en Astorga que lo dejó por otro. Hasta que fue recolocado como central, José se ganó sobradamente que buscáramos en el recién adquirido anuario de Números cuál es su segundo apellido, lo que para mí es la señal de respeto absoluto. Don José Martínez Cervera. Qué exhibición en defensa, en ataque, en pelea, en ímpetu. ¿Cuántas veces centró? ¿Cuántos metros recorrió? ¿Era un humano o era una mezcla de jabalí y de rinoceronte? 

La derecha completó su irrupción con el pronunciamiento de Albiol en la jugada del gol, que involucró a tres de esos que contagian sentimiento a los que les da igual jugar en el Lleida o en el Murcia. Pegado a banda, Albiol se la da a Acciari, que se la devuelve al hueco superando a un contrario con una cuchara. Albiol controla y encara, se va, llega a línea de fondo y, como ya son muchos años frecuentando ese territorio, sabe que ponerla atrás, rasa, donde nadie la espera, suele ser buena decisión. Y no, no había maragatos en esa zona. Por allí sólo andaba un chico murciano que cada vez va cogiendo más galones, con pinta de torero, con peinado poco arriesgado, y que la puso con el interior en la escuadra, muy delicadamente. En la celebración abrió mucho los brazos, lanzó un beso a la grada y se tiró de rodillas cerca del banderín del córner, mientras más de 7.000 espectadores brincaban, chillaban y se abrazaban. Eran las 18:44 horas del día más feliz de su vida.

Real Murcia: Fernando, Jose, Prieto (Jairo, 65'), Jaume, Pumar, Acciari, Albiol, Arturo (Carrillo, 77'), Armando, Javi Flores (Rubén Sánchez, 58') y Gerard Oliva.
Goles: 1-0. Armando (87')
Luis María Valero  @Mondo_Moyano  torremendolliure@gmail.com

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