Trastorno


Oviedo, 4; Real Murcia, 1
Esta tarde hay que mirar fijamente la radio durante la retransmisión, eso escribió Alejandro Oliva en el grupo de wasap denominado El Club de la Trucha, tres horas antes de que rodara el balón. Un Oviedo-Murcia es de esos partidos en los que no sólo debes escuchar la radio, sino que también debes mirar fijamente la radio mientras la radio produce los sonidos pertinentes. Dos sentidos de cinco exclusivamente dedicados a la radio, esa deferencia hay que concedérsela a un Oviedo-Murcia, ese grado de atención es el que debe ser brindado, así Alejandro Oliva en El Club de la Trucha.

Mirar fijamente al artefacto del que iba a brotar el Oviedo-Murcia era lo mínimo, la mínima señal de respeto, el mínimo protocolo a guardar ante nuestra visita a un club que ha jugado 38 temporadas en Primera. Yo no miré fijamente la radio durante la retransmisión del Coruxo-Murcia hace unas semanas, eso debo reconocerlo; que yo seguí ese partido sentado ante mi escritorio, con la radio sobre la estantería a unos 90 grados este, es algo que no me importa admitir. Que durante el Coruxo-Murcia o durante el Langreo-Murcia yo llegué a recostarme y a darle la espalda a mi así llamada minicadena, y que si llegué a mirar ese aparato fijamente lo hice durante el tiempo más breve, eso no puedo desmentirlo, porque ciertamente ni el Coruxo ni el Langreo parecían merecer tal distinción, merecer que alguien mirara fijamente un aparato con cables, merecer que alguien dedicara más de un sentido a la retransmisión.

Pero el Oviedo merecía dos sentidos.

Lo que podamos conocer del Coruxo o del Somozas lo hemos aprendido recientemente y de forma más o menos fría, por Internet, sin demasiado hechizo. Sin embargo, con el Oviedo hay un vínculo distinto, porque el Oviedo se nos presentó a muchos por primera vez hace más de 20 años, manchado de chocolate industrial. Alguien honesto y con galones dentro de Bollycao debió decidir un día que el atractivo del bollycao por sí solo no era excesivo, realmente sobre la calidad de los bollycaos (la merienda) podríamos formular todo tipo de acusaciones. El caso es que ese jerifalte optó sabiamente por encubrir los bollycaos, optó por dotar a los bollycaos de un aliciente extra que llevaría a muchos consumidores a hacer la vista gorda con el producto y de hecho a adquirirlo pensando exclusivamente en ese estímulo, en el regalo, como ciertamente fue mi caso y el de muchos más. En los bollycaos (la merienda) jamás estuvimos interesados. Hay toda una subcategoría de niños españoles que siempre tuvo el interés más pequeño y más pequeñísimo por los bollycaos (la merienda). Fueron incontables las mitades de bollycaos que regalamos a otros niños una vez obtenido nuestro aliciente extra, ya completamente desmotivados por ese extraño bollo relleno de una desproporcionada cantidad de engrudo de chocolate.

Lo único importante era que con los bollycaos venían cromos de tipos con miradas de héroe, hombretones que vestían camisetas de colores, a veces de un azul oscuro y profundo que no encuentras fácilmente en otras camisetas de España, como Berto, Luis Manuel o Sarriugarte. Y siempre posaban muy serios, con los brazos cruzados, los labios prietos, como disgustados por haberse salpicado de ese pringue que efectivamente algunos llamaban chocolate. Esos tipos tenían apellidos de conquistadores, siempre magnéticos, misteriosos, Zúñiga, Gorriarán, Vinyals, hombres que preferían jugar sin espinilleras y que hoy, ya por los 50, seguramente siguen sin haberse depilado una sola vez en su vida. Esos futbolistas y alguno más, como nuestro desaprovechado Carlos Muñoz Cobo, regalaron a Oviedo una hermosa década de los 90, con permanencias más o menos holgadas y con una aventura inolvidable por Europa. A esos que llegaban a nuestras manos manchados de chocolate los vimos por La 2 aquella tarde de 1991, cuando La 2 aún echaba fútbol y un partido televisado de UEFA unía de verdad a todo un país; aquella tarde en la que el Génova metió en el Tartiere a media ciudad y en la que se vivió la mayor concentración de bengalas por aficionado en la historia del fútbol español. Aquel 1-0 con aroma a final fue un gran homenaje a Yugoslavia, y realmente en Oviedo siempre han tenido sentido esas palabras futboleras, palabras como bengala o como paraavalanchas. En el viejo Tartiere había avalanchas que parar. Eso es muy bonito.

A un club donde siempre ha habido avalanchas que parar teníamos que dedicarle no ya uno, sino dos sentidos. Así que a las cinco en punto de la tarde escuchamos atentamente la radio pero también miramos fijamente la radio, de la que surgía una voz cantarina, alegre, que al principio nos prometía esperanza, “hemos salido valientes, dominamos al Oviedo, tenemos la defensa adelantada”, y nosotros: sí, sí, vamos. Ese relato inicial nos fascinó y diría que hasta *nos bastó*, porque lo predecible habría sido un Murcia conservador, tacaño, que se asomara al partido con precaución. Pero no. Se confirmó que Aira no sabe o no quiere saber lo que significa especular, e incluso en el Tartiere buscó el cuerpo a cuerpo, ante un rival que aplasta a todos como local y que había marcado unos cuatrocientos goles. 

En la soledad de nuestras habitaciones fuimos conscientes del verdadero mérito de esa intrepidez: un Murcia herido de muerte y reinventado a finales de agosto con remiendos que llegaron de ni se sabe dónde se presentaba como líder en el campo del club más poderoso de la categoría, y salía valiente, citando, buscando la yugular. Por si fuera poco, en las gradas había unos 70 murcianistas que se habían cruzado España para arropar a esos jugadores de colorao. Todo eso era bastante y bastantísimo. No sé si muchos clubes serían capaces de algo así, capaces de rehacerse en el campo y en las ilusiones, capaces de reconstruirse por completo cuando en agosto estábamos tirados en un charco de sangre y sólo faltó por apuñalarnos Pablo Iglesias. Pero el Murcia sí es capaz. No importa la ruina, las bajas o de qué equipos vienen Sobregrau y Prieto: el Murcia sale a ganar incluso en el Tartiere, porque en La Condomina también ha habido alguna que otra avalancha que parar, y los cromos de Manolo, Guina o Juanjo también se han manchado de chocolate alguna vez.

"En el Tartiere valientes", dijo mi así llamada minicadena JVC al principio, y yo: bien, bien, en el Tartiere sin miedo. "Comienza a acercarse el Oviedo", dijo JVC, y yo: aguantamos, aguantamos, defendemos fuerte. "Gol de Linares", anunció JVC, y yo: gol de Linares, Dios mío Linares, el Villarreal te cambia hoy a Uche por Linares sin hacer preguntas, vamos Murcia que podemos remontar. Seguía yo mirando fijamente a los ojos de la así llamada minicadena JVC, de la que salían sonidos cada vez menos alegres. "Otro gol de Linares", y yo: ¿es JVC quien habla? ¿habla un humano o habla el artefacto? ¿hay verdaderamente un humano dentro de JVC? Mugían los ríos. "Gol de Sergio García, el 3-0", anunció JVC (¿el humano de dentro?) y yo: qué está pasando, quién habla, cómo son posibles tantos goles tan pronto. Llegó el descanso, y vi necesario sintonizar otra emisora para despejarme, sin dejar de mirar el artefacto. Un boletín informativo: "Linares tiene aterrorizada a la población siria". "Campofrío pasto de las llamas y se sospecha de Linares". Quito esa emisora (¿otro humano diferente dentro de JVC?) y vuelvo al humano dentro de JVC que habla del Oviedo-Murcia. Alguna esperanza, porque el Murcia domina y cerca el área del Oviedo, pero le cuesta crear ocasiones. "Gooool de Armando", cantó  JVC, y alguna esperanza más, pero Linares, que estuvo en Siria y en Burgos durante el descanso, había vuelto. "Gol de Linares", sentenció JVC, y apagué la radio y dejé de mirarla fijamente. Todo estaba sumamente trastornado.

Real Murcia: Fernando, Albiol, Jaume, Prieto, Pumar, Acciari (Arturo, 77’), Armando, Jairo, Garmendia (Gerard Oliva, 55’), Javi Flores (Rubén Sánchez, 63’) y Carrillo.
Goles: 1-0. Linares (16’). 2-0. Linares (21’). 3-0. Sergio García (44’). 3-1. Armando (71’). 4-1. Linares (81’). 
Luis María Valero  @Mondo_Moyano  torremendolliure@gmail.com

6 comentarios:

  1. Espectacular. Sin palabras.

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  2. Gran articulo, grandes recuerdos... Oviedo-Genova, tiempos que volverán sin duda. Nos vemos en Murcia.

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  3. Muy buen artículo!
    RESPETO para el Murcia.

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  4. espectacular compañero, un saludo desde Oviedo, desde alguna de esas avalanchas 80/90enteras, desde los bolly"caos" y como no, desde el viejo Tartiere hasta la vieja Condomina que nos por viejas fueron peroes, a buen seguro, acho, mucho mejores. suerte.

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  5. Impresionante!!!! Un verdadero gusto leer el articulo, muchas gracias

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  6. Llevaba buscándola dos semanas. Voy a leerla. Luego seguiré trabajando, pero ya la habré leído.

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