El día de los indignados


Somozas, 2; Real Murcia, 1
Están muy enfadados. Siguen con los ojos en blanco, al borde de los espasmos, corriendo en círculos mientras se arrancan el pelo a tirones y exigen que alguien haga algo, que alguien piense en los niños, que alguien guarde una fotografía de esta plantilla en un cofre, con los periódicos del domingo, y que ese cofre sea enterrado en un descampado, para la historia. Con un poco de suerte, dentro de quinientos años ese cofre sería desenterrado y todos sabrían lo que pasó un remoto sábado de marzo en As Somozas, la así llamada tarde de la infamia de la que hablaban los antiguos, esa tarde en la que el todopoderoso Real Murcia (?) perdió contra el equipo de un pueblo gallego de 1.200 habitantes. Les encanta el adjetivo vergonzoso, y al adjetivo humillante no renuncian. Son, en definitiva, del Madrid. 

Y quien dice del Madrid, dice del Barcelona, o del Atlético, o del Athletic. No lo digo despectivamente, sino que lo subrayo porque ese hecho, que sean por encima de todo del Madrid o de otro grande, explica sus indignaciones del sábado. A la mayoría de estos se les deforma el sentido de la realidad. Creen que ganar es lo habitual, que ese listón que utilizan para su primer equipo puede valer también para su equipo residual, en este caso el Murcia. Pasan del Corte Inglés a la tienda de ultramarinos de la Juani sin cambiar el chip, y no, no, aquí no está todo tan limpio, ni hay garantía de dos años, ni se devuelve nada. Esto es el Murcia, un club de Segunda B arruinado y moribundo en el que probablemente su mejor jugador está siendo Jaume Sobregrau Mitjans, al que el Reus decidió no renovar y que estaba sin equipo hasta finales de agosto. Nuestro pichichi es Acciari, que con 61 años sigue ahí en medio, y junto a él, canteranos, y gente sin cartel, y jugadores que llegaron con una interrogación tatuada en las rodillas. Pero si demasiado, hombre, pero si demasiado. De lo que hay ganas es de meter una foto de José Manuel Aira en un cofre, y enterrarla con un post-it dentro en el que se lea: este hombre nos metió en playoff de ascenso la temporada de la muerte. Honor eterno.

Nada de eso tiene sentido para los indignados. Hace unos meses me topé por la calle con alguien que fue alto y altísimo directivo del Murcia con Samper, y lo primero que me dijo, con la sonrisa en los labios, fue que menudo ridículo haber sufrido hasta el último minuto para ganar al Marino de Luanco en casa. Ésa es la realidad en la que viven, así de grave es la desconexión. Por eso el sábado, tras la derrota, tuvimos que esquivar de todo. Esa gente nos lanzó a la cabeza, entre otras cosas: el número de habitantes de Murcia, el número de habitantes de Somozas, los años en Primera del Murcia, los años en Tercera del Somozas, y nosotros saltando, y rodando, y dando volteretas para esquivar todo lo puntiagudo que nos lanzaban mientras corrían en círculos y ponían el grito en el cielo. El dato que no nos arrojaron, sin embargo, es que a pesar de representar a un pueblo de tan solo 1.200 habitantes, el Somozas se empeñó en saltar al campo con once hombres, igual que nosotros, igual que el equipo que representaba a la ciudad de 440.000 habitantes, y esa decisión conservadora del Somozas provocó que el partido se disputara en igualdad de condiciones, once ellos, once nosotros, once nobles jugadores de Segunda B ellos, once nobles jugadores de Segunda B nosotros. Y nos ganaron.

No lo vimos venir. Todo olía a primavera, a otra dosis de felicidad en el norte, a peyote en los establos. Empezó Javi Flores de buen humor, con una chispa especial, y no sólo me refiero al gol. El aroma de su escuela sevillana, nuevamente sobre un campo. A los veinte minutos daban ganas de regalarle para siempre el apodo de El Macareno. Estaba pegapases Javi, queriéndola, en plan dejadme y yo os resuelvo el partido. Faltó en ese tramo inicial un nosequé de malas personas, un último pase, que hubiéramos logrado encontrar a Carlos, que Jairo hubiera visto las cosas más claras. Pero nada de eso ocurrió. Últimamente da la sensación de que cada vez que Jairo levanta la mirada del balón, todo se le mueve mucho, o se le pone borroso, porque sus decisiones son mejorables. Un centro pasadísimo, un regate de más, un compañero libre al que no ve... Todo lo que él arranca vertiginoso promete bastante, y por eso duele mucho si acaba en nada. En cuanto a Carlos, su rostro de frustración parecía gritar todo el rato: pero pasadme una, tíos. Le echamos de menos, igual que a Isi.

El Somozas, crecido en el castigo, ya pudo empatarnos en la primera parte. Presionaban bien, ordenados y fuertes en el contragolpe, pero ni siquiera necesitó crear demasiadas ocasiones para ganarnos, porque nosotros allanamos el camino. David Prieto cometió un error grave yendo al suelo dentro del área, cuando el jugador rival estaba además de espaldas a portería y esquinado. Penalti, gol y algo que intimidó: los jugadores del Somozas cogieron rápido el balón para que se sacara cuanto antes de centro. Querían ganarnos, era gente valiente y orgullosa que se dio cuenta de que en la segunda parte nos habíamos evaporado. Luego, una falta tonta de Pumar y un gol de lanzamiento directo en el que la repetición a cámara lenta no sienta nada bien a Iván Crespo. Lamentando el oportunismo, apetece rescatar una frase lapidaria del sabio David Vidal: Un jugador que llega nuevo tiene que demostrar mucho más que uno que ya estaba aquí para ser titular. Queda la duda de si eso se está cumpliendo en la pugna entre Iván Crespo, buen portero de 30 años, y el canterano Fernando, activo importante del club, que ha respondido siempre que ha jugado y que, si seguimos vivos, debería ser nuestro portero titular para años y años. Misterios.

Un par de despistes cuando el partido estaba más o menos controlado fueron suficientes para romper el idilio de esta temporada con Galicia y para disparar la histeria entre los indignados, que ya se calaban las capuchas y se preparaban para quemar contenedores. Te girabas y los veías alzando pancartas en las que podía leerse: ¡440.000 habitantes! Volvías a girarte y los oías cantando: ¿Dónde está As Somozas, As Somozas dónde está? Del Corte Inglés a la tienda de ultramarinos de Juani, vienen todos. Y dicen todo el rato: ¡Pero Juani, es una vergüenza que no tengas esta marca! ¡Pero Juani, es humillante! Pero Juani, ¿no te da vergüenza? Y Juani se tiene que callar. Y Juani tiene que sonreír y aguantarlos.

Real Murcia: Iván Crespo, Jose Martínez, Pumar, Prieto, Acciari, Jaume, Isi (Carrillo, 76'), Arturo (Saura, 54'), Carlos Álvarez, Javi Flores y Jairo (Gerard Oliva, 76').
Goles: 0-1. Javi Flores (2'). 1-1. Edy, de penalti (60'). 2-1. Heber (77').

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