El Murcia rasga / In memoriam Jesús Samper


Real Murcia, 3; Algeciras, 1
La muerte de Jesús Samper estaba en el aire, de tal manera que al inspirar, inspirabas muerte, y al espirar, muerte espirabas. Hubo un minuto de silencio estándar, sin recordatorios demasiado especiales por parte del club ni de la afición, y todos nos pusimos en pie, y nos callamos, y tras la melodía hortera que por megafonía subrayaba innecesariamente el silencio se abrió paso una ovación cálida. "Se ha muerto, el tío". Luego dejamos marchar para siempre al presidente que más años ha ostentado el cargo, ese empresario misterioso que se sacó un estadio de la chistera y que, después, se dejó rodear de patanes que fueron agujereando esa chistera. La crisis hizo el resto, hasta desmoronarle. En el descanso, por el mismo videomarcador donde había aparecido 45 minutos antes la esquela virtual de Samper, desfilaron las clásicas fotos de aficionados del Murcia a los que el club felicitaba por su cumpleaños. Atronó la famosa canción de Parchís. "Desde el día que naciste, has sido siempre y serás, una dicha para todos, de inmensa felicidad". El contraste me pareció macabro, aunque seguramente tan necesario como la copa de después de un funeral. 

Al Murcia le pasó lo mismo que al videomarcador: arrancó mustio, pero terminó canturreando. La primera parte intentamos descoser al Algeciras, desgarrarle una manga, algo, pero se escurrieron. Bien replegados y sin desordenarse, aceptaron un pacto que no les hería: nosotros no nos acercamos, pero vosotros tampoco. Recordamos entonces las dos semanas que el Murcia llevaba sin competir, y temimos que pudiera haber consecuencias. Sin embargo, el empuje de la segunda mitad confirma que el equipo ni se ha olvidado de jugar ni ha tenido devoción por los turrones. Ellos parecen ser más de salado. En la reanudación, los dos equipos intimaron más, y entonces los deshilachamos.

En el minuto 47, un centro desde el País Vasco francés fue rematado por Azkorra con su estilo parsimonioso, sin darse importancia. Es un mecanismo que funciona como un reloj suizo: tú se la pones, él gira el cuello a supervelocidad y el balón siempre sale despedido con la fuerza exacta a rincones lejanos. Azkorra es un maestro en el arte del remate de cabeza porque principalmente domina la técnica del allá lejos. Él inserta una brújula a cada balón que recibe por los aires, y entonces ese balón pasa a tener un rumbo, pasa a saber exactamente adónde va. Ese balón va allá lejos. Cuántos balones habrá mandado de Erasmus la cabeza de este hombre, cuántos centros que para otros delanteros habrían sido insuficientes, han sido suficientes y suficientísimos para él.

Como del Algeciras teníamos pocas noticias a esas alturas de partido, pensábamos que la mañana estaba definitivamente enderezada. Pero ellos también nos descosieron una manga, en cuanto nos descuidamos. Fue pocos minutos después de adelantarnos, en un centro donde los centrales pierden de vista al único rival que estaba preparado para acuchillarnos en el área pequeña. Con el empate en el marcador y el Algeciras en plena fogosidad, llegó la acción decisiva del partido: uno de ellos se plantó ante Fernando, pero Fernando fue una roca y evitó el 1-2. Se escucharon algunos pitos, claro, porque el nuevo año no ha hecho criba: los zoquetes han atravesado el umbral de 2016 y siguen aquí.

Nos sacudimos el polvo. Germán tiene andares de pastor, pero de vez en cuando te sorprende con delicadezas cautivadoras. Este zagalón se está especializando en ser fino en jugadas gruesas, y lo volvió a demostrar. Recibió en el punto de penalty un centro sucio tras una jugada a balón parado, y tardó centésimas de segundo en armar un tiro que cavó un túnel entre el enjambre de piernas. Control y disparo, un acto reflejo, el diagrama de la portería esculpido en el subconsciente, los cálculos matemáticos de balística realizados al instante. Al Algeciras se le vieron entonces los hilos y se le empezaron a caer botones. Nos los llevamos por delante. Tuvimos varias ocasiones para haber sentenciado antes, pero finalmente lo hizo Carlos Álvarez, coronando magistralmente una internada muy honda de José Ruiz. Al final, haciendo recuento, el Murcia tenía una codera del rival, un trozo de camisa, y hasta una pernera. El Murcia había rasgado. Y seguramente él, desde allá arriba, con su cigarro, sus gafas de sol y su eterna carica de cascarrabias, lo vio todo. 

Real Murcia: Fernando; José Ruiz, Pumar, Ruso, Armando, Satrustegui, Azkorra (Arturo, 77′), Chavero, Carlos Álvarez, Germán (Javi López, 74′) y Rafa (Sergio García, 59′).
Goles: 1-0. Azkorra 46′. 1-1. Joselu 56′. 2-1. Germán 61′. 3-1. Carlos Álvarez 73′.

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