LM Valero
El entrenador del Real Murcia, Adrián Hernández, declaró lo siguiente hace unos días en el diario La Verdad: "El sueño para la próxima temporada es ascender a Segunda, pero el objetivo es entrar en la Segunda B Pro". El de entrenador es quizás el puesto más importante de un club, y es lógico que esos galones le lleven a señalar el camino incluso cuando no le toca exactamente a él. El mejor ejemplo es Simeone, que en cinco minutos puede hacer de entrenador, presidente y portavoz del Frente Atlético sin mayores problemas. Pero José Carlos Losada, profesorazo gallego de la Universidad de Murcia, siempre nos dejaba claro que la filosofía corporativa y el objetivo general de una compañía o institución lo marca la cúpula. Tiene más sentido que el empleado se alinee con ese objetivo marcado desde arriba, en vez de que el empleado marque por su cuenta el objetivo. Sobre todo si el objetivo fijado por el empleado contradice al definido por la cúpula. Porque lo curioso es que Francisco Tornel, el presidente, el marcaobjetivos para José Carlos Losada, había declarado días antes en Onda Regional de Murcia que "el objetivo es ascender a Segunda División, y así se lo he transmitido a Adrián y Julio Algar".
Es decir, días después de que Adrián escuchase de boca de Tornel que el objetivo es subir a Segunda, declaró a La Verdad que el objetivo es entrar en Segunda B Pro, y que subir a Segunda sólo es "un sueño". En fin, una forma cualquiera de quitarse presión de encima, y una estrategia con la que se perjudica a sí mismo, por cierto. Parece como si Adrián creyera que de verdad puede llevarle la contraria a la exigencia natural que persigue a este club en cualquier categoría que esté por debajo de Segunda División (¡Pero si le persigue incluso en Segunda!). Adrián, ¿de verdad no entiendes que aunque la plantilla del Murcia la formaran epilépticos y ex convictos, la exigencia natural de este club sería estar ahí arriba fuera como fuese? Y que no se puede sacar pecho de nada que no sea estar ahí arriba, porque si nos conformamos con menos, dejaremos de ser lo relativamente 'grandes' que somos en esta categoría. Somos el club al que en 2014 bajaron, subieron y bajaron de nuevo en apenas unos días, y que unas semanas después, con jugadores a precio de saldo que venían de ni se sabe dónde, era segundo en la clasificación, sin sorprenderse demasiado ni agarrarse a no sé qué posibles traumas o excusas. Todos nos elogiaban por esa adaptación pero nosotros lo veíamos normal: estar ahí arriba en Segunda B de una manera o de otra es lo que suele hacer el Murcia. Y esa exigencia la tiene que respirar desde el entrenador hasta el utillero.
Adrián se ha merecido la renovación, ha logrado que el equipo evolucionase y ha convertido a desconocidos en futbolistas notables. No resaltaría esas declaraciones si no le hubiera escuchado frases similares esta temporada: "Sin las cuatro primeras jornadas, iríamos en playoff". "El San Fernando nos ha ganado, pero Pumar me ha dicho que nadie les ha creado tantas ocasiones". Aunque sea verdad, ¿para qué sirve todo eso en el Murcia? Todo eso es morralla que podrá servirle quizá a equipos pequeños. De hecho, que no nos sirva a nosotros es una de las cosas que precisamente empieza a diferenciarnos de esos equipos, y de lo que podemos sacar provecho. El Murcia es un fanático del movimiento, Adrián, y en estas categorías ese dinamismo ha sido históricamente feroz, con plantillas mejores y peores. Es posible que, con el transcurrir de la temporada, meternos en la Segunda B Pro nos parezca suficiente y ajustado a la realidad de la plantilla, pero para el club más grande de Segunda B nunca puede ser un sueño subir a Segunda. Para un escalador no puede ser un sueño escalar.
El otro día vi una entrevista a un director deportivo de Primera División. Decía algo interesante: "Es fundamental que el futbolista no perciba que hay una sola excusa a la que agarrarse, porque entonces soltará el pie del acelerador".
Si subir a Segunda es un sueño, un empate en San Fernando ya empieza a valer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario