El club de los poetas muertos


Oliva B (@beandtuit)

Las Palmas, 1; Real Murcia, 2.

“Esta jugada es aparentemente inocente, pero van a ver el gran remate que engancha Chuchi García”. Así empezaba la narración de un gol del Murcia en Las Palmas en la temporada 80-81 que se convirtió, contra todo pronóstico, en uno de los sonidos de nuestra infancia. “Al poste y a gol”, continuaba el cronista canario, mientras el balón entraba en aquella portería del viejo Insular. “Véanlo repetido, porque es un gol perfectamente colocado”, decía el tío, el mítico locutor del centro territorial de TVE en Las Palmas, con un acento canario tan bonito que hacía aún mejor el golazo de Chuchi. “Esta jugada es aparentemente inocente”, repetíamos mi hermano y yo, echando una pachanga en el pasillo, o en mitad de una mirinda cualquiera. “Pero van a ver el gran remate que engancha Chuchi García”, nos decíamos uno a otro, sin ningún motivo, al doblar cualquier esquina, con una sonrisa cómplice. “Porque es un gol perfectamente colocado”, y aquella narración entró de lleno en la lengua de nuestra infancia, en esa jerga única que nace entre hermanos y configura su mundo propio. Aquel gol era parte de una maravillosa crónica de Estudio Estadio de abril de 1981 (Las Palmas 1- Real Murcia 2) que memorizamos de tanto verla, junto a otros resúmenes de partidos del Murcia del final de aquella temporada. Eran muy buenas algunas de aquellas piezas, auténticos relatos narrados por periodistas con alma de poeta, pero si mi hermano y yo nos sabíamos bien esas crónicas, y casi que las podemos seguir repitiendo hoy, 40 años después, fue en realidad por culpa del primer vídeo que compró mi padre. Era un vídeo marca AKAI que trajo de Nueva York en 1980, cuando aquí arrancaba tímidamente la fiebre de ese aparato que dominó los años 80 y buena parte de los 90. Aquel vídeo VHS tenía poco que ver con lo que vino luego: aquello era un mamotreto de tres piezas más cámara, una puta maravilla para aquel tiempo (y para cualquier tiempo), que ni siquiera fue fácil traer a España. Un mamotreto imponente que mi padre situó con mimo junto a la tele, como intuyendo que pronto sería uno más de la familia. No era fácil hacerse a él, así que, en alguna de las primeras cintas, mi padre, probablemente para probar el nuevo bicho, empezó a grabar de todo, con ánimo de darle juego al muchacho. Y ahí fue quedando registrado, en aquella cinta magnética, un pedazo de la época, a golpes de PLAY-REC (pulsados a la vez) y de STOP. Trozos de Barrio Sésamo se intercalaban con actuaciones musicales del programa Aplauso, cortos de Bugs Bunny con algún reportaje del Telediario sobre el fracasado 23-F, y todo eso mezclado, sin continuidad ni lógica. Y, de repente, salteado entre alguno de esos contenidos, hacia el final de la cinta, aparecían por allí resúmenes de partidos del Murcia en Estudio Estadio, los goles y las mejores jugadas de aquel final de temporada 80-81, de los últimos ocho o diez partidos, aproximadamente. Después tuvimos muchas cintas, grabamos cientos de películas y llegaron los videoclubs, pero nosotros no dejamos de ver esa cinta maravillosa durante toda aquella década, esa cinta en la que se fundía nuestra infancia con los goles del primer Murcia en Primera que recordábamos. Y así, llegamos a memorizarla. “Esta jugada es aparentemente inocente”, arrancaba mi hermano, en mitad de cualquier partido. “Pero van a ver el gran remate que engancha Chuchi García”, tenía que rematar yo, hasta hace bien poco, ojo. Aquel resumen dio mucho de sí, con el viejo Estadio Insular lleno de calvas y de un verde casi marrón. “La ley de la tarjeta fue su ley sin que estuviera acorde a veces con el pecado”, decía el cronista del arbitraje de Pes Pérez, al que incluso le tiraron un transistor aquella noche. Pero la cinta registraba, además, todo ese final de temporada, y así quedó en nuestras cabezas para siempre; el final de una temporada que empezamos de pena y casi arreglamos con la llegada de Gilberto Alves en invierno. Hay una matinal de Sarriá bajo un sol brillante de finales de invierno. Hay una victoria en casa fantástica, contra un Sporting de Gijón que llegaba tercero, peleando la liga (ojo), que narra impresionado un jovencísimo Matías Prats hijo, que ahora es Matías Prats padre (“Abad para Gil, que se deshace de Maceda… y observen qué bien dispara este brasileño”). Hay un golazo in extremis de Eliseo Salamanca contra Osasuna para mantenernos vivos. Y hay una derrota contra la Real Sociedad en La Condomina, injusta según la crónica de Juan Bautista Asensi, con gol olímpico de Zamora y remate al larguero de Higinio, que nos condenaba al descenso y daba medio título de liga a la Real. Los dos años siguientes en Segunda resultó más difícil conseguir imágenes para el vídeo AKAI, pero algún buen resumen se pudo rescatar de Telemurcia, con las buenas tardes del mejor Pelegrín o el primer año de Figueroa y Moyano, en el que regresamos a Primera, que era como regresar a Estudio Estadio. Y fue aquel año en Primera cuando mi padre impulsó su costumbre de completar las cintas de vídeo con goles del Murcia. Uno terminaba de ver La Ventana Indiscreta y se encontraba con el mejor inicio de nuestra historia, el del año 83, cuando fuimos invictos al Calderón, al gran duelo entre Hugo Sánchez y Figueroa. Acababa La Reina de Cobra y aparecían tres goles de Husillos a Osasuna; y al final de El temible burlón había una victoria en el Villamarín con gol de Figueroa y otra en La Condomina al Sevilla, ya en el año del nuevo descenso. Para el siguiente ascenso, en el gran año de Parra y Tente Sánchez, el Murcia empezó a tener una cinta propia. Y justo antes de volver a bajar, hasta nos televisaron un partido entero, aquel enorme 2-0 contra el primer Barça de Cruyff, que también quedó registrado en una cinta. Todo justo antes de los 90, y de Internet, de que todos tengamos cualquier gol en el móvil casi al instante. Sin embargo, nunca dejamos de ver aquella primera cinta, por muchos partidos que tuviéramos a mano. Nunca dejamos de ver el encanto de aquel final de temporada; nunca dejamos de recordar la narración de las jugadas de los primeros jugadores del Murcia que conocimos. “Esta jugada es aparentemente inocente, pero van a ver el gran remate que engancha Chuchi García”. El sonido de nuestra infancia, contra todo pronóstico. Véanlo repetido. Porque es un gol perfectamente colocado.

Concluyó la temporada que nunca llegará a terminar y murió Figueroa, el Macho, como un último verso macabro en esta temporada de mierda. ¿Sabía el Macho lo que representaba en Murcia? ¿Sabía lo mucho que lo queríamos? Quiero pensar que sí, que al menos lo sintió en 2006, en el gran homenaje que vivió en el último partido del viejo estadio, que hay algo especial en el brillo de su mirada a las gradas aquel día. Pero es que el Macho fue todo para el Murcia. El Macho fue nuestro gran poeta, un poeta de versos cortos y contundentes, como haikus que rompían la red, sencillos y sin rodeos, directos al corazón. El Macho fue el jugador del Murcia del que toda España habló, el héroe al que se temía en todos los campos antes de jugar, el Negro del que se hablaba con admiración en todos los campos después de jugar. Su penalti al larguero contra el Honved fue como el gol de Pelé: significó más que un gol, fue algo mucho mejor que un gol, más recordado que cualquier gol. ¿Sabía el Macho lo mucho que lo queríamos? ¿Sabía el Macho lo que representaba en Murcia? Creo que ni nosotros lo hemos sabido nunca. Que el impacto que tuvo y lo que representó para el murcianismo no se puede medir en goles, ni en victorias, ni en temporadas en Primera. Porque el Macho, lo supiera o no, se ha quedado en todos los que lo vimos, en todas las historias de cada murcianista que lo vio golpear un balón, en todas las historias que ahora cuentan los que ni siquiera lo vieron jugar. Murió el Macho en California, en mitad de esta maldita pandemia, y me fui al día que lo dejamos marchar (¿Cómo cojones lo vendes al Hércules, después de ascender? ¿Cómo cojones vendes a un segunda división a tu máximo goleador de las últimas cuatro temporadas, después de meter más goles que nunca, cómo vendes al ídolo, al jugador que futbolísticamente ha revolucionado la ciudad? Algún día te entenderemos, amigo Murcia). Pero al morir el Macho también me fui, después, a su primer partido en La Condomina. A la expectación de aquella noche contra el Castilla de Chendo, Míchel y Butragueño al que ganamos 4-1 con Abad, Figueroa y Pelegrín arriba. Los tres marcaron aquella noche; los tres se han ido demasiado pronto. Murió Martín Abad con 46 años, de un infarto durante un partido de veteranos del Espanyol, delanterazo en dos ascensos, y pieza clave en aquellos resúmenes de Primera del vídeo AKAI. Murió Patricio Pelegrín a los 58, el Mago de Beniaján, el niño que jugaba como los ángeles (“era tan bueno que hacía lo que después hizo Romario con 16 años, sin haberlo visto en ningún sitio, sin que nadie se lo enseñara”). También murió Chuchi García (“Esta jugada es aparentemente inocente”), a los 62 años, e Higinio, a los 61, que acompañó a Chuchi en aquel descenso y en el posterior ascenso. Murió, a principios de esta temporada, el Tata Brown, nuestro campeón del mundo, con 62 años, y poco después murió Ángel Pérez García, con la misma edad, que marcó una época a finales de los 80, cuando coincidió con el Tata, pero que antes había coincidido con Chuchi y con Higinio y con Abad a principios de los 80. Murieron todos demasiado pronto, como una casualidad fatídica del mejor Murcia de su historia. No sé si algún club tendrá tantos poetas muertos.

Pero ayer, cuando vino a dejarme unas empanadillas en casa, hablé con mi hermano del Macho. Hablamos de sus disparos, de cómo en todos los medios repetían los mismos goles, de cómo no aparecían otras grandes tardes que nosotros recordamos. Hablamos de aquellas cintas, de cómo preferíamos ver las películas que después tenían goles. Y hablamos de aquella primera cinta, claro, del origen de todo: de la matinal de Sarriá, del Murcia-Sporting que narra Matías Prats hijo, que ahora es Matías Prats padre, del golazo de Salamanca. Entonces, en un silencio, justo cuando lo iba a decir yo, lo dijo él. “Esta jugada es aparentemente inocente, pero van a ver el gran remate que engancha Chuchi García”. Y cuando se fue mi hermano, mientras me comía la empanadilla, me quedé pensando en cómo nuestros poetas muertos permanecen vivos. En las entrañas de un escudo que aún respira, quizá. En nosotros. Es posible que la fuerza y la energía de un equipo no esté en su historia, sino en sus historias. El resumen de un Las Palmas-Murcia que recuerdas junto a tu hermano, un vídeo AKAI de tres piezas, un padre que completaba cintas de vídeo con goles del Murcia. Aquellos poetas de los 80 fueron capaces de inspirar cientos de historias en cada uno de nosotros, historias con su sonrisa cómplice y su mundo propio. Y quiero creer que esas historias han contribuido a tejer una red capaz de impulsar un club a más de 30.000 accionistas, que permanece vivo, aunque siempre amenazado de muerte. Debemos seguir escuchando esas historias (¿Pero por qué cojones vendimos al Macho con 27 años?). Seguir aprendiendo de esa historia, de esos errores que nos lastraron incluso en los mejores años, para intentar tejer historias que tengan otro final. Hoy, cuando por una vez un Consejo actúa con responsabilidad y murcianismo ante todo, volvemos a la zancadilla ante las primeras dudas, a la especulación maledicente antes que a la confianza a los que se la han ganado. Una vez más, quieren que olvidemos las palabras paciencia y continuidad, que elijamos el camino más rápido y fácil. Como nos descubrió El club de los poetas muertos, que vimos en un vídeo que ya no era AKAI, proseguirá el poderoso drama, pero aún podemos contribuir con un verso. Como los que escribieron Chuchi, Pelegrín, Abad o Figueroa, aquellos poetas que tanta pasión contagiaron y a los que imagino ahora mismo juntos, en algún lugar lejano, con una cerveza en la mano, mientras debaten que el meollo de toda esta historia puede que no esté en los triunfos, sino en la memoria y el amor.

Descansa en paz, Macho.

Real Murcia: Echevarría; Lago, Higinio, Campello, Rubiñán; Naharro, Chazarreta, García Murcia (Capa, 87'); Abad, Salamanca y Chuchi García.

Goles: 1-1 (Abad, 44'); 1-2 (Esta jugada es aparentemente inocente, pero van a ver el gran remate que engancha Chuchi García, 61').

2 comentarios:

  1. Como siempre amigo Alejandro me has hecho recordar grandes momentos de murcianismo porque entre otras grandes cosas eres un gran murcianista. Suponía, y estaba esperando, una entrada para el gran macho, presentía que seguro que tenías que recordarle de alguna manera y lo has hecho como siempre, de la forma más grande, recordándonos aquellos Estudio Estadio a última hora de los domingos donde si jugábamos en primera teníamos resumen y la moviola,y si era en segunda pues nos conformábamos con los goles, más que suficientes para comentarlos al día siguiente en clase,como rememoras tú con tu hermano. Tienes buena memoria y buena hemeroteca gran Alejandro y me has hecho recordar aquél golazo de disparo lejano de Salamanca contra Osasuna en la vieja Condomina que nos daba ilusiones de salvación, o aquel amistoso contra el Honved de Budapest, conmemorativo del 75 aniversario del R. Murcia y donde fue la única vez que ví fallar al gran macho un penalty, pitado por Franco Mtnez en el último minuto, y además en la llamada portería de los goles...el larguero sigue temblando. El gran Macho era nuestro ídolo, también los de su época: Guina, Moyano, Gil...pero el macho generaba ilusión, todavía tengo in mente el canto de la afición de gol gol gol gol cuando tomaba carrerilla...y el delirio cuando entraba, el saludo de Arconada que lo llevó en aquel partido del 3-1 loco entre goles y disparos al travesaño, y ahora recordando su recorrido futbolístico he visto cómo en el partido contra España del Mundial 82 no se le ocurrió otra cosa que disparar a puerta en el pitido inicial tras recibir el pase de un compañero en el saque de centro. Después de ese Mundial lo fichó el Murcia...y como bien dices, maestro, ¿para qué coño lo vendieron?...era nuestro ídolo, y al menos lo reconocieron con ese homenaje hace unos años en la despedida del viejo campo de la puerta de orihuela, nuestra casa.
    Sigue escribiendo Oliva sigue deleitándonos con esos recuerdos de viejos recuerdos, de viejas tecnologías, y de viejos triunfos, pero aún presentes, del murcianismo y del REAL MURCIA. Descanse en paz el Macho y todos los que mencionas, grandes y nobles, tanto como Higinio y Pérez García juntos...se han ido cual 'cuando zarpa el amor'.

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  2. He vuelto a oler a puro y a pipas, he vuelto a escuchar "que pasó que pasó, hubo fuego y sesisa lo apagó" he vuelto a verlos a todos. Alguna vez tuve la suerte de estar en el túnel de entrada a vestuarios después del partido y los vi bajar tras la batalla, exhaustos, rotos. Yo era un niño nunca lo olvidaré, como disfruté en nuestra querida Condomina, ese marcador GOL GOL, esas pañoladas, ese Panadero, ese Tomás Campuzano....este odio al fútbol moderno. Gracias por el post.

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