Óscar
Sánchez Fuentes (Murcia, 19 de diciembre de 1979) es uno de los 50 jugadores
con más partidos en la historia del Real Murcia. Fueron 131 en total, uno por
delante de los 130 de Chuchi García y Del Barrio. Ya tenía 29 años cuando
volvió a casa, pero le dio tiempo a muchas cosas desde su rincón izquierdo del
campo. Le dio tiempo a la tarde lluviosa y triste de Girona, pero también a la
soleada y feliz de Lugo, por ejemplo. Y le dio tiempo a hacerse amigo de Richi,
que quizás es más importante que todo lo demás. Así que la primera pregunta se
la hago a alguien que le conoce bien.
¿Cuál es tu situación actual, Óscar? ¿Estás viendo mucho fútbol?
Tras finalizar mi etapa en el Orihuela hace un mes y medio, no puedo entrenar en España hasta la próxima temporada. Estoy viendo mucho fútbol, y durante la semana analizo diferentes cosas. Por ejemplo, ahora estoy analizando cómo se originan los goles, es decir, desde qué situaciones concretas se producen, en mayor medida. Eso es algo que luego resulta muy útil en los entrenamientos. Además, la semana que viene me voy a ver el Aston Villa-Newcastle, porque Unai Emery es un entrenador referente. Pero también me apetece ir a ver cómo entrena el Cartagena B de Pepe Aguilar, porque es un modelo de juego que me interesa. Y quiero ir a ver a Marcelino en el Villarreal. Aparte de eso, voy a seguir viendo todos los partidos que pueda por la zona, desde Valencia, Almería, Murcia, e incluso más arriba de Madrid, por el norte. Y sobre todo, voy a hablar mucho con entrenadores. Hay un técnico que me parece extraordinario, el del Marbella (Fran Beltrán), con el que hablo mucho, porque ve el juego como yo. Debatimos, nos mandamos vídeos… Al final se trata de estar activos y ver lo que hace el resto, porque de eso se aprende muchísimo. No me refiero a tareas de entrenamiento, porque eso puedes encontrarlo en Internet, sino a la gestión de grupo, a la solución de problemas o el manejo de un vestuario en una derrota. Me gusta ver cómo actúan los demás entrenadores en esas situaciones.
Ahora es muy habitual que los entrenadores que están libres vayan a ver partidos de fútbol y suban a sus
redes sociales una foto para dejar constancia de que han estado allí. Imagino
que también para que los clubes a los que ha ido a ver sepan que él está
siguiéndoles y que no les importaría aceptar una oferta suya, si cambian de
entrenador.
Sé
que es habitual, pero la verdad es que no lo estoy haciendo. Es algo así como
demostrar que estás trabajando, que estás en el mercado. También te digo: hoy
día, a muchas de las cosas de tu trabajo hay que darles repercusión, y entiendo
que una manera de llegar sea a través de las redes sociales. Yo llevo semanas
yendo a diferentes campos a ver partidos y de momento no he subido ninguna foto
ni ninguna ‘story’ en Instagram.
Vas a un estadio, te dejas
ver, hablas con uno en el palco, hablas con otro… Supongo que en el fútbol,
como todo, importan mucho las relaciones
Hay
dos propósitos a la hora de ir a ver fútbol: la primera es ir para intentar
meterte en cualquier sitio, ofrecerte o ver si el entrenador que está en ese
momento en la picota cae definitivamente. Y la segunda manera, que es como me
lo tomo yo, es ir a ver fútbol porque te apasiona este deporte, para ver otras
maneras de trabajar, conocer el mercado, conocer los jugadores para cuando te
toque trabajar… A eso voy yo a los estadios. Pero es verdad que hoy día esto
también se mueve por contactos. Hay muchas agencias de representación metidas
en equipos. Y son pocos los directores deportivos que se dediquen a ir a ver
cómo trabaja un entrenador, para quizás firmarte el día de mañana. Realmente,
te firman por los resultados que hayas tenido en los últimos dos o tres años.
Pero a veces esos resultados no llegan y hay entrenadores muy buenos que, si no
les han acompañado los últimos resultados, lo tienen difícil.
Me llamó la atención que el
día que te despidieron del Orihuela, un entrenador ya veterano y respetado como
Vicente Mir respondió al tuit del club anunciando tu marcha, y lo hizo con
estas palabras: “El año pasado campeón de liga y ascenso con el mejor futbol de
todos. Eso queda para la historia del Orihuela. No lo pueden decir todos”.
También he escuchado a José María Cases poner por las nubes el fútbol que
hicisteis esa temporada 2022/2023 en la que subías a Segunda Federación.
El
primer año, la 2021/2022, también fue muy bueno. Cogí el equipo en noviembre casi
en descenso, y sólo nos quedamos fuera del playoff de ascenso a Segunda
Federación en la última jornada. Y ya la temporada pasada fuimos 25 jornadas
líderes y terminamos campeones, ascendiendo directos. Quedar campeón en
cualquier categoría es muy difícil, y más en el grupo valenciano. Y en cuanto a
mi idea de juego: creo mucho en los procesos, no creo en el resultado
inmediato. Puedes ganar de cualquier manera, pero siempre les digo a los
jugadores que esto es un espectáculo, además de una profesión. Tienes que
intentar enganchar a la gente con una propuesta que sea reconocible. No vale
sólo con ganar, porque eso sólo lo sostienen los resultados. Y cuando dejas de
ganar, ¿qué lo sostiene?
Esta temporada llegaste a
estar en puestos de playoff de ascenso a Primera Federación, pero en cuanto
llegó una racha mala y os metisteis abajo, te destituyeron
En
el último mes y medio el Orihuela no ganaba. He terminado estando fuera de allí
porque la vida del entrenador es así, y estar más de dos años en un banquillo
es muy complicado. En cuanto tienes el mínimo bache, lo normal es que vayas
fuera. Lo entiendo. Pero lo que queda es la forma de la que has hecho las
cosas. Y por ejemplo, ese mensaje que escribió Vicente Mir demuestra que hay un
proceso, un reconocimiento, un trabajo que se valora. Al final, es lo que
queda.
Subisteis a Segunda Federación
arriesgando y jugando muy bien al fútbol. ¿Eso se puede hacer, en una categoría
así?
Perfectamente.
El primer año, cuando nos quedamos fuera del playoff en la última jornada, la
gente me decía que para ascender teníamos que jugar de otra manera. Y claro que
se puede ganar con juego directo y segunda jugada, por supuesto, yo no estoy en
contra de esa forma de jugar. De hecho, hay campos en esa división donde te
tienes que adaptar y optar puntualmente por ese estilo. Pero yo creo en otra
forma de llegar al resultado, y es la que yo sé transmitir. Yo no sabría transmitir
otra. Es la forma de jugar en la que creo, y no por romanticismo, ni porque sea
más bonito, ni por modas, ni por el guardiolismo: es porque entiendo que lo que
te acerca más a ganar es tener la pelota. Es por lo que jugamos desde pequeños.
¿Tuviste siempre en tu cabeza
apostar por ese estilo o fue algo progresivo?
Fue
progresivo. En mi época de futbolista, todo era muy básico: balón al lateral,
que pegaba balón largo al extremo, y segunda jugada. Pero después vas hablando
con entrenadores, vas conociendo diferentes metodologías, en los últimos años
de carrera futbolística vas definiendo un poco cómo quieres enfocar tu camino…
Y después, José Manuel Aira tuvo también mucho que ver. Me ayudó mucho. Es un
entrenador que a nivel metódico es impresionante. Todo eso me ayudó a plasmar
mi idea de juego. Además, me di cuenta de que era la forma de jugar que yo
sabía transmitir. Quizás con otros estilos se gana igual, pero yo no sé
transmitirlos, y si no sabes transmitirlo y no llegas al jugador, al final la plantilla
no va a creer en ti.
¿Podrías resumir esa idea de
juego?
Línea
adelantada, presionar en campo contrario, ser muy proactivo, porque el fútbol
tiende a eso: a ser muy físico, muy fuerte. A través de la pelota hay que
atacar, no pasarla por pasarla. Y dominar muchos aspectos del juego, como las
transiciones. Pero la idea es ésa: defender muy alto, en campo contrario, y
sobre todo, desajustar al rival a través del balón.
¿Hay que ser siempre fiel a
ese estilo?
Uno
va aprendiendo con el ensayo-error y la experiencia. Y este año me ha venido
muy bien para saber que a veces hay que adaptarse a las circunstancias. Tras el
partido de Copa en Los Arcos contra el Girona, hablé con Míchel, al que por
cierto, han destituido un par de veces y mira dónde está ahora. Y me dijo que
analizando a nuestro equipo, teníamos problemas a la espalda de nuestros
centrales. Y que él también jugaba de esa forma, pero que se había ido fijando
cada vez más en el perfil de los centrales con los que él jugaba. Porque si tenía
dos centrales lentos, era una temeridad llevar su idea de juego al extremo. Ese
aprendizaje me lo ha dado mucho este año.
Cada vez se arriesga más en el
fútbol de toda Europa.
Así
es. También el jugador es cada vez más rápido y mucho más fuerte, y eso te da
para jugar con líneas muy altas. Cualquier equipo trata ya de jugar así. Por
ejemplo, el Leicester de Maresca en la segunda división inglesa está
practicando ese juego, que no era nada típico en ese club, y van líderes
destacados. En la Premier han llegado entrenadores de fuera, se han abierto a
otras ideas y han ido cambiando su filosofía de juego. En Inglaterra ya tienes
a muchos equipos que intentan defenderse y atacar a través del balón.
El físico está pasando a ser
cada vez más importante, también para jugar así. Difícilmente un central lento
puede jugar así de adelantado, con 50 metros a su espalda.
Sí.
Primero, la presión tras pérdida tiene que ser muy agresiva, para que ese
primer pase no te coja la espalda cuando tú tienes la defensa adelantada. Y
luego hay una cosa muy importante: avanzar con el balón te permite tener las
líneas juntas. Y entonces esa presión tras pérdida, estando juntos, es más
sencilla. A la vez, asociarte también es más fácil. Pero hoy día, si no tienes
defensas que sean rápidos al espacio, es muy difícil esa forma de jugar. Ahora los
físicos de los jugadores parecen hechos por ordenador. Yo estoy convencido de
que no podría jugar en este fútbol. Juegas contra un filial que tiene críos de
17 años, y ya son bestias. Son animales que yendo al choque tiran a jugadores
de 30 años.
Un puesto específico que tú
conoces bien: el de lateral. No se le da mucha importancia.
El
otro día leí a un entrenador que decía que el fútbol va a tender a jugarse con
cuatro centrales atrás. O sea, que vamos a acabar jugando con dos laterales que
sean centrales. Para ganar duelos, ser muy fuertes en defensa y ya luego jugar
‘alegres’ a partir del centro del campo. También hay muchos entrenadores que
optan por que uno de los laterales sea central, y que la salida del balón sea
con tres. Pero es verdad que cuando yo jugaba, el lateral sólo se dedicaba a
subir y bajar la banda. Y ahora, los entrenadores les exigimos a nuestros
laterales que se metan por dentro, que incluso se coloquen de pivote en algunas
situaciones, o que se pongan de mediapuntas, como hace el Girona con su lateral
izquierdo, Miguel Gutiérrez. El fútbol ha evolucionado mucho, y uno de los
puestos donde más ha evolucionado es el de lateral. De hecho, yo me recuerdo de
lateral y pienso: mis funciones eran muy básicas.
No me digas nombres, pero
seguro que cuando eras jugador y llegaba un entrenador nuevo, te desmoralizabas
a veces en cuanto os contaba a lo que ibais a jugar
Seguro.
Hay entrenadores que me han servido para forjarme, pero otros me han servido
para saber lo que no hay que hacer, que también es importante. Cuando eres
jugador, tu juicio sobre el entrenador es un poco sesgado. El egoísmo del
futbolista hace que el entrenador sea mejor o peor en función de si juegas los
domingos o no. Y no lo ves con los mismos ojos si no te pone. En perspectiva,
hay entrenadores que me llamaban mucho la atención entonces, y ahora veo que
eran más básicos. Y al revés: algunos que no me gustaban, ahora sí los valoro.
Por ejemplo, Fernando Vázquez, al que tuve en el Valladolid en la 2003/2004. Yo
con él no jugaba, y mi impresión sobre él no era buena en aquel momento. Pero
en perspectiva, recuerdo que hacíamos trabajos propios de un evolucionado a su
tiempo. Eso lo ves con los años. En el momento, te ciega tu situación personal.
Hablabas antes de José Manuel Aira,
del que fuiste su segundo entrenador tanto en el Murcia como en otros equipos.
Probablemente, con los datos en la mano, es el mejor entrenador del Murcia
desde el descenso administrativo.
Aira
no está todo lo valorado que merece, porque su perfil es bajo. Es un hombre
humilde, tranquilo, no escribe en redes sociales. Hoy día, si no pones tuits a
favor de la afición, vendes menos. Él vende con su trabajo, con su implicación,
con su dedicación. Es un tío super preparado. Salvo alguna temporada donde no
salieron las cosas, como en Marbella, generalmente ha hecho muy buenos años.
Ahora está muy bien valorado en el Alavés B. Es de esos entrenadores con los
que da gusto trabajar. A nivel del día a día, es con quien más he aprendido. Es
una pena, porque el fútbol va a veces de venderse y no de verdadera capacidad,
cuando él es un entrenador super capaz.
Háblame de dos jugadores con
los que has coincidido como futbolista: Baraja en el Atlético B y Víctor en el
Valladolid.
Justo
cuando yo subo al Atlético B, Rubén Baraja estaba ya alternando el filial con
el primer equipo. Es el jugador que más me ha acojonado en un entrenamiento. Yo
venía del Atlético C, y el B estaba en Segunda División. Era un salto de nivel.
En una posesión, perdí el balón, y él era tan competitivo que me echó una
bronca impresionante. En el Atleti C, si perdías un balón no pasaba nada. Pero
él me hizo darme cuenta de que el B ya era fútbol profesional. Era un tío con
mucho carácter. Y en cuanto a Víctor, era talento. Él era el Valladolid. Un
jugador de calle, de esos que ya no quedan. Salía a jugar y no sentía presión
absolutamente por nada. El día antes del partido, algunos nos quedábamos tirando
faltas en el entrenamiento, pero él se iba a la banda y nunca tiraba. Desde
allí nos gritaba riéndose: “Tirad faltas, tirad, que mañana en el partido las
voy a tirar todas yo”.
El mejor entrenador que has
tenido
Mendilíbar
ha sido muy bueno. Sobre todo en gestión de grupo. Apostaba por la simplicidad,
sacando el máximo rendimiento de lo que tenía. Es un tío muy llano, que va de
frente, nunca engañará a nadie. Es de esa gente con la que da gusto compartir
vestuario. Tiene una idea de fútbol que comparto en muchos aspectos: la línea
muy alta, ser agresivos, ir a campo contrario, robar lejos. Le daba igual que
jugáramos contra el Madrid, siempre hacíamos lo mismo. Él decía que prefería
perder un día 7-0 contra el Barcelona pero no perder la identidad, antes que
perder siete partidos por 1-0 perdiendo tu sello. Entonces, como él tenía muy
claro que cuando jugabas contra el Madrid o el Barcelona lo normal era perder,
pues decía: muero con mi idea.
¿Es verdad que Mendilíbar es
un obsesionado de los centros al área?
Todo
eran centros. Al final Mendilíbar era: presión alta, saltar como locos a por el
rival a recuperar el balón, y entonces centrar, ya fuera desde tres cuartos,
desde el córner, desde el banquillo, desde donde fuera. El balón tenía que
acabar en el área. Y un balón en el área siempre es un problema para el rival.
La temporada 2006/2007 que
nosotros ascendimos a Primera con Lucas Alcaraz, ese Valladolid de Mendilíbar
acaba campeón destacado con una racha increíble de partidos sin perder
Fueron
27 partidos seguidos sin perder, y de esos, ganamos 22. En plena racha, hubo un
partido en El Ejido en que íbamos perdiendo 2-0, jugando una primera parte
horrible. Y acabamos ganando 2-3 porque estábamos en esa inercia de que ya daba
igual lo que hiciéramos. Sabíamos que íbamos a ganar. Ascendimos en Tenerife en
abril, y estuvimos toda la semana de fiesta. Entonces en la jornada siguiente
vino el Murcia de Lucas Alcaraz a Zorrilla, jugándose ellos el ascenso, y
empatamos 1-1 después de que esa semana prácticamente ni habíamos entrenado.
Era inercia.
Descríbele cómo eras como
jugador a un aficionado del Murcia muy joven que no te haya conocido
A
nivel defensivo, me costaba. No era excesivamente rápido. Muchos duelos los
ganaba por listo y por la experiencia de los años de chocar trayectorias, más
que por velocidad. Yo intentaba defender, subir, llegar y centrar. Lo que sí
tenía, y eso sí me lo valoraron, es que no me pesaba la responsabilidad en
momentos difíciles. Con Mendilíbar a veces jugaba y a veces no, pero en dos
temporadas consecutivas nos jugamos el descenso en la última jornada, una en el
Villamarín y otra en Huelva, y en esos dos partidos me puso de titular porque
decía que en esos días no me pesaba la presión.
Eras muy listo para colocarte
en el balón parado, sin ser muy alto
Eso
se lo digo mucho a los jugadores ahora: no es tan importante la altura como el
‘timing’ de cuándo se produce el golpeo, cuándo moverte y la intuición. Víctor
Fernández no medía más de 1,70. Pues no he visto un jugador que ganara más
segundas jugadas que él, porque tenía intuición. El fútbol va a veces de eso.
¿Notas que el tratamiento del fútbol
es cada vez más superficial? La Liga, el marketing, incluso los medios de
comunicación. Las noticias que nos venden, las tonterías en las que quieren que
pinchemos. No les gusta el fútbol.
Es
lo que vende hoy día: mucha salsa rosa, mucha pérdida de tiempo en hablar de
los árbitros, en vez de hablar del juego. De las preguntas que nos hacen a los
entrenadores, ninguna es de fútbol. Y ni siquiera sé si a la gente le llega a
interesar que se hable de fútbol. Les hemos vendido un producto en el que lo
único que importa es que ganes, y ya está.
¿Qué entrenador actual te
gusta?
El
Tottenham de Postecoglou me gusta mucho. Lo que hacen sus laterales es
increíble: se meten por dentro, por fuera, de mediapuntas… miras atrás y sólo
hay dos jugadores, los centrales. Pero actualmente, si me tengo que quedar con
uno, es con Roberto De Zerbi, del Brighton. Es un pedazo de entrenador. Hay muy
buenos entrenadores, también en España. Por ejemplo, Éder Sarabia, en el
Andorra. Este año está abajo, pero no por eso es peor entrenador. Tiene una
idea de juego muy buena. Me gusta mucho cómo sus centrales se paran y pisan el
balón esperando a que salte el delantero a la presión. En el estilo opuesto, el
Cholo Simeone también me parece una bendición para el fútbol. Ese tipo de
entrenadores, que llevan tantos años sacando rendimiento a unos jugadores, son
la leche. No hay que hacer buenos o malos a los entrenadores sólo porque te
guste un tipo de fútbol. Marcelino, que ahora no está ganando, me parece un
gran entrenador. También Unai Emery. En España tenemos de los mejores
entrenadores del mundo.
¿Crees que la pasión es
fundamental para persuadir al futbolista?
Es
uno de los mensajes que transmito a mis jugadores: la pasión es lo que mueve
todo. Si no tienes pasión, es mejor que te quedes en casa. Los años de jugador,
de entrenador o de cualquier profesión, pasan, y luego te arrepientes de lo que
no has hecho con pasión. De hecho, yo me arrepiento de alguna situación que he
tenido siendo jugador. Podrás tener una idea de fútbol u otra, pero si la
transmites con pasión, es más fácil que llegue al jugador y crea en ti. La
pasión se contagia y es algo positivo. Si estás decaído y no lo vives con
ilusión, al final no consigues transmitir nada.
¿No crees que Nueva Condomina
se adapta precisamente a que el Murcia se actualice un poco y apueste por ese
juego ya más valiente? Aunque se corran más riesgos.
Claro.
Además, el Murcia ya está en una división en la que todos los campos son
grandes, de hierba natural. Se habla mucho de que Nueva Condomina está maldita,
pero para mí es una bendición tener ese campo. Somos la envidia de muchos
equipos. Aunque ese estadio también motiva mucho más a los rivales, es verdad.
Y a veces no sientes esa cercanía de los aficionados, porque las gradas están
lejos, y es un campo demasiado grande. Aunque tengamos 9.000-10.000
espectadores, da la sensación de estar simplemente medio lleno. Pero no creo
que el estadio sea excusa o haya tenido que ver en las temporadas de malos
resultados.
¿Cuál es la solución para el
Murcia?
Generar
un proyecto en el que no nos pueda la inmediatez. Y es difícil hacerlo, porque
la inmediatez es importante para todos. Cuando económicamente no estás bien, tu
manera de ingresar dinero es llegar al fútbol profesional y pasar a cobrar
mucho más por derechos de televisión. Entiendo que es una necesidad. Pero si se
consigue estabilizar la situación económica, como parece que está sucediendo, y
a nivel deportivo se da tranquilidad, el Murcia estará ahí. Es difícil ascender
en cualquier categoría. El Murcia ha sido históricamente de los importantes
para ascender, pero hoy es muy difícil: hay mucha igualdad, todos los equipos
tienen medios, tienen dinero, tienen gente preparada. El dinero ayuda a generar
plantillas buenas, y así es más fácil que asciendas. Pero las urgencias y la
necesidad de inmediatez hacen que a veces sea mucho más difícil. Estoy
convencido de que el Murcia va a llegar al fútbol profesional, antes o después.
Habrá un año que se dé todo para que ascienda.
¿Te parece casualidad que la mayoría
de equipos del sureste tengan un mismo patrón? Murcia, Elche, Hércules, incluso
Cartagena. Todos chocando y rebotando durante la mayor parte de su historia.
Siempre muy por detrás de sus ambiciones.
Tiene
que ver mucho con los dueños que se hacen cargo de los clubes de esta zona. El
poder llama. El sentarse en un palco llama. Y estoy convencido de que en el
norte también. Pero allí es diferente, son lugares donde el arraigo del equipo
en la tierra es muy profundo. Allí los presidentes no entran para sacar
barriga, cosa que sí se ha visto más por el sur. En el norte hay mayor respeto
por el profesional. Aunque también se está perdiendo eso, a nivel general. En
Inglaterra pasas diez años en un club y te hacen una estatua. En España, si un
jugador está diez años en un mismo club, la gente dice: “¿Qué hace este tío
tanto tiempo aquí, chupando del bote? Que se vaya ya”. Ese es el comentario que
hacemos muchas veces en este país. Si un año las cosas van mal, hay que
cambiarlo todo. Pero es necesario entender que en el deporte, y especialmente
en el fútbol, hay años que no son buenos, porque por muy bien que hagas las
cosas, a veces no salen.
¿Te hace ilusión llegar a
entrenar el Murcia?
Yo
soy entrenador, y estoy abierto a todo. Evidentemente, entrenar al Murcia sería
para mí increíble. Pero uno no se tiene que ir planteando que quiere ser
entrenador para llegar a un equipo concreto. Cada uno tiene su camino: si se
dan las circunstancias en algún momento, encantado, y si no, que nos vaya bien
a los dos. A mí me apasiona mi profesión. De hecho, me apasiona más entrenar
que jugar. Es raro. Yo quiero ser feliz y quiero sentir pasión entrenando, ya
sea en un equipo de niños, de juveniles, en un Tercera Federación, en Primera
División o donde sea. Quiero estar a gusto. Lógicamente, el Murcia es un
caramelo y sería un sitio muy bonito para entrenar, sobre todo si consigues
éxitos. Si no consigues éxitos, es un sitio duro.
¿En algún momento llegaste a
estar cerca del banquillo del Murcia?
No.
En su día hablaron conmigo para ser director deportivo, hace algunos años. Pero
ahora mismo quiero entrenar y es lo que me gusta.
¿Notas todo el potencial que
tiene hoy día el Murcia?
Lo
del Murcia es una barbaridad. Es un transatlántico. La afición se ha
rejuvenecido mucho, se engancha muy fácilmente. Los que son murcianistas desde
hace tiempo recordarán que ir en mitad de la tabla en Segunda División era un
infierno para los jugadores del Murcia. Y hoy día el nivel de exigencia no es
el mismo. Me parece algo necesario, porque con la situación económica que ha
atravesado el Murcia, haber generado mucha exigencia desde fuera habría hecho
mucho daño. Hemos generado un murcianismo sano, muy bonito, y con un potencial
por delante de la leche. Es algo increíble: a veces, cuanto peor va el equipo,
más gente va al campo.
Las dos ciudades de tu vida
son Murcia y Valladolid. ¿Hay muchas diferencias entre ambas?
Las
hay. La temperatura ya hace que tu carácter sea diferente, ni mejor ni peor,
pero diferente. Valladolid es más pequeña, y aunque es una de las ciudades más
elitistas de Castilla y León, es muy cercana, muy campechana. En cuanto al
público, allí son muy exigentes. Han estado muchos años en Primera División.
Pero en el día a día, iba por la calle y era como si no me conocieran. Eran muy
respetuosos para hablarte. En Murcia para eso somos más dicharacheros. Aquí
somos más pasionales, más extremistas, para lo bueno y para lo malo. No sé si
será una cuestión de carácter, de temperatura, o vete a saber.
Tu recuerdo más feliz como
entrenador
El
día del ascenso ves un premio a todo el trabajo que has realizado. Pero también
es muy satisfactorio el día a día, ver cómo los jugadores creían en ese modelo
de juego. Que futbolistas que nunca habían jugado a eso se abrieran a hacerlo;
que los laterales no entendiesen cómo se podían meter por dentro y que luego lo
hicieran; notar cómo te miraban cuando dabas una charla.
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