Lateral



Oliva B (@beandtuit)
Real Murcia, 3 ; AD Alcorcón, 1

Soy lateral. Lateral a secas, me vale cualquier banda. Es más, desconfía siempre de alguien que te diga que es lateral derecho o lateral izquierdo. Mucho cuidado con él, porque es posible que no estés hablando con un lateral auténtico, sino que se trate en realidad de un interior, o de un tipo con alma de extremo, o de algo incluso peor: de un carrilero. Un lateral es un defensa que prefiere mantenerse un poco al margen. Pero siempre será un defensa. La única alternativa para el lateral puro, en caso de extrema necesidad, sería ser central, central marcador, a la antigua usanza. Pero nunca terminaría de sentirse cómodo, porque su naturaleza rechaza todo ese protagonismo que discurre por la franja central del terreno de juego. El lateral quiere jugar, pero prefiere ese lugar secundario del campo; formar parte del equipo, vivirlo plenamente, ayudar en defensa sin descanso y siempre que sea necesario, pero sin que se note demasiado. Vivir en un lugar en el que no haya que tomar decisiones demasiado importantes y los errores no sean imperdonables. Un lugar donde se pase menos miedo. 

Regresé a Pamplona este fin de semana y, entre otras muchas cosas, recordé aquellos memorables partidos del Trofeo Rector en los que llegamos a armar un equipo de fútbol interesante, aunque nunca llegáramos a ganarlo, claro. No sé en qué momento, ni cómo ni por qué, acepté ser entrenador de aquel conjunto de aspirantes a periodistas que nos hizo disfrutar tanto. Alineador, más bien, en un equipo que no entrenaba. Y alineador-jugador, por supuesto. Yo había jugado casi siempre al fútbol sala de defensa, de cierre, pero en el momento de tener que jugar en un campo grande siempre me ponía de lateral, quizá porque el fútbol es un juego que hay que tomarse en serio. Decidí ser lateral. Este fin de semana, al pasear por esos caminos del Campus que bajan hacia el campo de fútbol, me acordé de aquellos partidos de lateral. Y de las decisiones que tomamos a los 20 años, y a partir de ahí sin parar, continuamente, sin previo aviso de que a veces no hay marcha atrás. La vida es un partido de fútbol corto en el que cuando te llega un balón tienes que hacer algo. Quizá fue entonces cuando decidí ser lateral en general, vivir en ese lugar secundario del campo, porque mi naturaleza rechaza todo ese protagonismo que discurre por la franja central del terreno de juego. Quizá podía haber sido un buen central, me pregunto ahora, pero siempre me ha dado miedo jugar ahí, donde las decisiones son demasiado importantes y los errores son imperdonables. Donde, tarde o temprano, termina empujándote la vida.

A finales de mayo me llamó Carlos Marañón para jugar la Eurocopa de escritores en Berlín con La Cervantina, la selección española de escritores. Aunque no me considere escritor, llevara diez años sin jugar al fútbol y tenga serias dudas sobre mi condición de español estándar, a mi amigo sólo podía decirle que sí. Me llamó por ser mi amigo y porque necesitaba un lateral. Lo primero es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida, pero lo segundo también me hizo ilusión. Un lateral. A secas. Llegué a Berlín pensando que iba a jugar muy poco, casi nada, sólo en caso de emergencia, pero allí me di cuenta de que Marañón me había llamado para jugar. De que pronto me llegarían balones con los que tendría que hacer algo, mientras varios escritores ingleses y austriacos se lanzarían sobre mí. También comprobé que todo estaba hablado y en orden: el míster, Pedro Zuazua, me dijo que contaba conmigo como lateral. Y que Zuazua, sorprendentemente, era muy de laterales; un tipo al que no le importa llenar el campo de laterales, de secundarios que quieren ayudar en defensa sin descanso y siempre que sea necesario. Soy lateral, me dije tras el primer partido. Soy lateral, me dije después del segundo y del tercero, hasta que fui un lateral lesionado. Disfruté jugando, sobre todo porque el equipo tuvo el equilibrio perfecto entre futbolistas que se ofrecen, que quieren siempre la pelota, y los que se matan por recuperarla, por ayudar, por ayudarte. Llegué a Berlín con la idea de que iba a jugar con una selección de escritores y me fui con la sensación de que había formado parte de un equipo de fútbol. También me fui con las mismas dudas sobre mi condición de escritor y de español, y con ninguna sobre la de futbolista: no lo soy. Pero soy lateral.

Para recibir al Alcorcón, Fran Fernández decidió cubrir las bajas en las bandas incorporando un segundo lateral por la derecha, y la decisión fue abierta y casi unánimemente contestada por la afición, que ya venía caliente por tres resultados adversos. Es un mundo demasiado encorsetado (y resabiado, y áspero, y caliente, y nervioso) para entender que un entrenador, a veces, tiene que tirar de doble lateral. Yo, al leer la alineación, en cambio, recordé al Murcia de Vidal, que por alinear a los 11 mejores terminó jugando todo el año con Maciel y Juanma, doblando el lateral, que estuvieron sublimes, decisivos en defensa y en ataque. Ellos eran defensas más puros, que incluso podían jugar de central, no como los Jorge Mier y David Vicente del Murcia actual, ambos con un pie siempre en campo contrario. Pero con alma de lateral. Con ese punto de solidaridad del secundario siempre dispuesto, de defensa que prefiere mantenerse un poco al margen, ayudando sin descanso y siempre que sea necesario, pero sin que se note demasiado. Volvía de Pamplona con Yayo escuchando el partido y todo estaba en el horizonte, el pasado y el futuro. Las decisiones tomadas, los miedos, el Murcia, el lugar al que tarde o temprano nos empujará la vida. Las dudas sobre jugar en un sitio o en otro, que algunos nunca tendremos despejadas. Todos los balones que recibimos. La sensación de que hay que salir a jugar, sea de lo que sea, de lo que nos toque. Pero siempre tienes que salir a jugar. Siempre. Aunque tengas que tirar de doble lateral de vez en cuando.

Real Murcia: Gazzaniga; Jorge Mier, Alberto González, Jaso (Saveljich 82'), Cadete; Yriarte, Moha; David Vicente (Larrea 82'), Juan Carlos Real (Palmberg 74'), Pedro León (Toral 62'); y Carrillo (Cadorini 74').

Goles: Un lateral metió el segundo.

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