Real Murcia desencadenado


Girona, 0; Real Murcia, 1.
Casto, ¿te lo contaron todo, verdad? Estoy convencido. En el largo viaje de ida en autobús se te debió acercar Albiol con alguna otra excusa, lo que fuese, recomiéndame un móvil que quiero jubilar el mío, para terminar finalmente contándote lo de aquella tarde de junio, porque tú tenías que saberlo. Y saber saber, supongo que sabrías poco; por aquel entonces jugabas en el Betis, el Murcia ni te iba ni te venía, y aquel día, como mucho verías alguna imagen de pasada por algún lado. Tú eres ése a quien Acciari busca para entregarle el brazalete cuando lo cambian, así que en efecto, tú tenías que saberlo. Por eso Albiol, compartiendo ya asiento del autobús contigo, le puso sustantivos, adjetivos e interjecciones a aquella tarde. Te la pintó. Te habló de aquella lluvia finísima, de la portería concreta donde pasó todo, de los murcianistas que estábamos en aquel córner... En fin. Te habló de aquello. Y tú escuchaste bien.

Dominique, ¿no tenías ni idea, eh? Seguro. Quizás durante algún rato muerto en el hotel Kike trató de insinuarte algo, con un español que a ti te costó entender, y aunque luego insistió acompañando las palabras de señas, desististe pronto y volviste a ponerte los cascos. Como mucho, entendiste que Girona era un sitio donde al Murcia le pasó algo alguna vez. Suficiente. 

Estos dos hombres tan diferentes en tantas cosas se aliaron en Montilivi para soltar definitivamente el vagón de aquella tarde de junio. La evocación que hemos vivido cada vez que hemos jugado contra este equipo ha llegado a ser excesiva, pero es verdad que teníamos que ganar en este estadio (y así) para desencadenarnos definitivamente de aquello, de los malos recuerdos. Ahora somos libres. Si es que algo se ha cerrado, si es que algo ha sido vengado por fin, son ellos los responsables: un extremeño y un francés. Es a ellos a quien debe culpar el sheriff local. 

No sabe nada mal que el partido que probablemente menos hemos merecido ganar esta temporada nos lo terminemos llevando precisamente en Girona. Fue un partido muy trabado, falto de ritmo, con una primera parte sin una sola ocasión. El estado del césped, que habría llevado a Xavi Hernández al ataque epiléptico, no permitía grandes florituras, y además ellos también plantaron defensa de cinco. En el centro del campo no cabía el lirismo; sólo había fraguas en las que Acciari, Toribio, Dorca y sus homólogos del Girona forjaban hierro. Al Murcia le habría gustado que esa agrupación hubiera simpatizado más con Saúl y Kike, pero siempre pareció haber un mundo entre ellos. Tampoco Álex ni Molinero tuvieron profundidad en ataque. Los rivales, sin embargo, fueron inspirándose conforme avanzaba el partido.

Lo que pasa es que a Casto ya se lo había contado todo Albiol, y le brillaba algo raro en los ojos; tenía la mirada de los héroes. Paró un mano a mano, luego una a bocajarro, luego un penalti, luego otro mano a mano, y luego se llevó por alto hasta los avioncitos de papel que lanzaban desde la grada. No está mal. Al final, el Girona se volcaba desesperado, e incluso a los que tenía en la fragua les dio lápiz y papel, a ver si deprisa y corriendo eran capaces de componer algo que rimara. Esa transición provocó desajustes, y de uno de ellos se aprovechó Dorca para iniciar un cuatro para tres que nos aceleró el pulso de inmediato. 

Ahora, cuando la vemos repetida, acompañamos esa conducción de Dorca silbando la más famosa de Ennio Morricone, la clásica del western, y también imaginamos los matojos rodantes, el sheriff sorprendido dándole el alto, Malonga esperándola, sabiendo que le llegará, calándose el sombrero y ajustándose las espuelas, confiado. El resto no hay que imaginarlo. El resto es Dominique Malonga disparando, y disparando rápido, ¡Bang! Él no habla mucho, y su revólver sólo sabe monosílabos. Adiós Montilivi. Adiós para siempre. 

Real Murcia: Casto; Molinero (Truyols, 80), Alcalá, Mauro, Dani Bautista, Álex Martinez; Acciari (Malonga, 66), Toribio, Dorca; Saúl Berjón (Iván Moreno, 60), Kike.
Goles: 0-1. Malonga, 82.

1 comentario:

  1. Uf, el lunes por la mañana por fin pude contarle a mi hijo de cuatro años, que se sabe la plantilla entera del Real Murcia, incluso quien es diestro y quien zurdo, "aquello" de Montilivi; que cuando pitaron el penalti ese yo lo tenía a él, un bebé de meses en brazos, y hube de pasárselo a su madre porque no podía asegurar su seguridad ante tamaña circunstancia... Uf, ayer por fin, pude contar "eso" como una anécdota más de la Historia del Real Murcia, del pasado cerrado... Gracias, Casto, gracias Malonga, gracias Velázquez, gracias Real Murcia...

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