¿De
dónde habéis salido? Porque han sido años difíciles, de esos que sirven en
bandeja las excusas para borrarse. Lo habríais tenido facilísimo para
explicárselo al primero que os preguntara. “Mira, es que el dinero”. “Mira, es
que Samper”. “Mira, es que nunca ganamos”. Me refiero a esos que animasteis los
90 minutos y que os quedasteis después del partido exigiendo que los jugadores regresaran
al césped para que pudierais seguir agradeciéndoles el temporadón que han hecho.
Ellos salieron entre lágrimas, pidiendo perdón cuando no había nada que
perdonar; por eso en vez de perdón obtuvieron gratitud, y les cantasteis, y les
prometisteis que nunca les olvidaremos, y les pedisteis que sigan aquí el año
que viene, y mientras hacíais todo eso agitabais las bufandas y aplaudíais como
si no nos hubiéramos despeñado apenas unos minutos antes. Fue bonito, eso, porque de repente, en esa esquina del Fondo Sur todo parecía un poco escocés.
Eso que hicisteis el domingo nunca fue norma en el público
condominero, históricamente partidario tras las derrotas importantes del
gruñido, el bombardeo de almohadillas y la intervención en el senado
despotricador del viejo parking. Era un público resabiado, que las veía venir,
veterano en edad y sobre todo en mentalidad. Pero vosotros no sois así. ¿Por
qué vosotros no sois así? Gracias a Dios que no sois así. Me descolocáis. Os
veo subir en manada al campo, y me cuesta adivinar vuestra edad. He alcanzado
ese peligroso momento de la vida en el que no distingues a un chico de 21 de
otro de 14, pero por vuestros peinados arriesgados diría que sois muy jóvenes.
Muy jóvenes y sin embargo con las cosas bastante claras ya en cuanto a eso de
la incondicionalidad, me parece.
Es
posible que tantos palos y tantas decepciones hayan sido, en el fondo, la mejor
educación posible para vosotros, el mejor invernadero. Esos chicos que visten
la camiseta del Murcia y se arremolinan en el tranvía comentando sus cosas del
instituto, se han hecho de nuestro equipo cuando todo en la ciudad les gritaba: sé de
cualquiera menos del Murcia. Esos chicos parecen haber entendido que la
victoria y la derrota son sólo un detalle. “No hay título más grande que
llevarte dentro, llevarte dentro de mi corazón”, se cantaba el domingo, y pienso yo
ahora que quizás ese cántico hecho filosofía nos acercaría bastante más a la
grandeza que un posible ascenso. “Quizás tardemos en volver a estar tan cerca de
Primera, sí, pero quizás estemos construyendo algo mejor que eso”, escribió
tras el partido Alejandro Oliva.
Fue
un partido insano para el Murcia, perverso, que enseguida nos hizo burla, y en
el que parecía escrito de antemano que el elegido era nuestro rival. Mejor no
darle muchas vueltas a qué habría pasado si... Bah, es tontería. El Córdoba
lleva como 376 años sin pisar la Primera División, y al final esas urgencias
también juegan. Todo se alió con ellos en este partido de vuelta, así que en
los últimos minutos, cuando el sueño se esfumaba, yo hacía repaso de todos
aquellos a los que debíamos agradecimiento y reconocimiento por este año tan
bonito, por la posibilidad de estar jugando por el ascenso cuando nadie lo esperaba.
El primer nombre que acudía a mi mente era el de José Luis ‘El Chuti’ Molina, que me da exactamente igual si atiende a muchos medios o a ninguno, si dicen que es más simpático o menos, porque a mí lo que me importa es que le dieron una moneda antigua de quinientas pesetas, le dijeron apáñatelas como puedas y él no sólo se las apañó, sino que lo bordó. Este hombre hizo muy bien su trabajo en condiciones económicas nada fáciles, y gracias a eso hemos disfrutado este año casi gratis de jugadores (y de un entrenador) que hoy ya son muy caros. Me encantan los antipáticos eficientes.
El primer nombre que acudía a mi mente era el de José Luis ‘El Chuti’ Molina, que me da exactamente igual si atiende a muchos medios o a ninguno, si dicen que es más simpático o menos, porque a mí lo que me importa es que le dieron una moneda antigua de quinientas pesetas, le dijeron apáñatelas como puedas y él no sólo se las apañó, sino que lo bordó. Este hombre hizo muy bien su trabajo en condiciones económicas nada fáciles, y gracias a eso hemos disfrutado este año casi gratis de jugadores (y de un entrenador) que hoy ya son muy caros. Me encantan los antipáticos eficientes.
El
partido acababa y, claro, me acordaba también del que cogió esos mimbres y por
poco construye con ellos una pirámide y dos portaaviones. Hay que utilizar bien
lo que se te da, pero la clave está en mejorarlo, y ése ha sido el gran mérito de Julio
Velázquez, probablemente el mejor entrenador que hemos tenido desde David
Vidal. A veces cuesta creer que Julio tiene los años que tiene, porque no
recuerdo un discurso tan coherente, tan maduro y tan sensato por parte de un
técnico del Murcia. No descarto que lea algún ensayo de Montaigne y un par de pasajes del 'Tao Te King' antes de dormir, cada noche. Nada lo sacaba de la senda. Su sobriedad no entendía de malas rachas
o adversidades. Ni una queja, ni una salida de tono, constante apoyo a sus
jugadores… Además, Julio es de los entrenadores que genera patrimonio para un
club: con su exigencia ha conseguido que Kike, Eddy o Wellington rindieran
rozando su potencial; de eso nos hemos beneficiado en el campo y de eso se va a
beneficiar el club en las presumibles ventas de los dos primeros. Su fichaje ha
sido una de las operaciones más rentables de la historia reciente del club.
Eternamente agradecidos, Julio.
Ya
en los últimos instantes pensé en los que juegan, y en lo felices que nos han
hecho. Veníamos de una temporada muy dura en la que las decepciones con varios futbolistas nos habían inoculado cierta desconfianza hacia el gremio. Sin
embargo, esta plantilla borró pronto todo aquello, lo convirtió en algo muy lejano y se ganó pronto
todo el crédito, todo el respeto. Luego, más adelante, se ganó nuestra admiración. No soy yo mucho de coleccionar, pero en los últimos días ando detrás de algún póster con la foto oficial de la plantilla de esta temporada. Le pondré un marco bonito, la colgaré en mi habitación y así ninguno de los que aparecen volverá al Arsenal, o al Betis, ni fichará por ningún Primera. Se van a quedar por siempre en mi habitación, sonrientes, ilusionados; la mayoría de ellos futbolistas humildes soñando con hacerse grandes en el fútbol a la vez que hacen grande al Murcia. Y lo han conseguido. A nuestra manera, con nuestras limitaciones, hemos vuelto a ser grandes gracias a ellos.
Los últimos de los que me acordé, al final de todo, fueron los chicos de edad indeterminada que se arremolinan esperando el tranvía, y que se han hecho del Murcia cuando todo en la ciudad les gritaba: hazte de cualquiera menos del Murcia. Estáis aquí con nosotros, en vez de jugando al videojuego o montando en monopatín, y eso es un pequeño milagro. No sé bien por qué, pero los días tristes como el pasado domingo es vuestra presencia, son vuestras caras lo que más consuela. Qué poderosa, la juventud. Ahora, marchemos. Ahí, a la vuelta de la esquina, esperan nuevas ilusiones, nuevos protagonistas, nuevos desafíos. Y tengo un presentimiento: si Toribio sigue ahí en medio y si todos nos vamos volviendo cada vez más escoceses, aquí van a seguir pasando cosas bonitas.
Los últimos de los que me acordé, al final de todo, fueron los chicos de edad indeterminada que se arremolinan esperando el tranvía, y que se han hecho del Murcia cuando todo en la ciudad les gritaba: hazte de cualquiera menos del Murcia. Estáis aquí con nosotros, en vez de jugando al videojuego o montando en monopatín, y eso es un pequeño milagro. No sé bien por qué, pero los días tristes como el pasado domingo es vuestra presencia, son vuestras caras lo que más consuela. Qué poderosa, la juventud. Ahora, marchemos. Ahí, a la vuelta de la esquina, esperan nuevas ilusiones, nuevos protagonistas, nuevos desafíos. Y tengo un presentimiento: si Toribio sigue ahí en medio y si todos nos vamos volviendo cada vez más escoceses, aquí van a seguir pasando cosas bonitas.
Luis María Valero @Mondo_Moyano torremendolliure@gmail.com
Que bonito es volverse escoces, si Toribio llora por nosotros tenemos que ser cada día más escoceses por el.
ResponderEliminarNo me llamaré Martínez la próxima temporada, ni vestiré vaqueros, ni beberé Estrella de Levante después de los partidos; seré Macallan, llevaré falda a cuadros y brindaré con un scotch whisky cada vez que juegue el Murcia (gane o pierda nos da igual, todos con el Murcia hasta el final).
ResponderEliminarAl final hay siempre ovejas negras en cada colectivo, lo que habría que hacer es dejar que entren a los partidos o no permiten que se junten grupos de personas violentas, al final ganaría el espectáculo y nosotros
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