Zamora tenía un precio


Zamora, 0;  Real Murcia, 1
Tres euros y de repente estarías en Zamora, eso es lo que prometían; el precio era de tres euros, solamente tres euros y el departamento informático o informático-audiovisual del Zamora decía verse capaz de ofrecerte el partido a través de su web, capaz de apretar los botones adecuados, capaz de colocar cámaras en diversas zonas del estadio, capaz de hacer funcionar esas cámaras y capaz de responder a tu expectativa de ver aparecer al Murcia por tu pantalla. No eran dos ni tampoco cuatro, sino tres los euros que debías entregar al Zamora, a cambio de los cuales ellos se comprometían a ofrecerte algo que valía mucho más, algo de un valor difícilmente calculable; tres euros era verdaderamente el precio más bajo y más bajísimo por un producto no sólo atractivo sino realmente milagroso, porque la posibilidad de descartar la radio para seguir un partido del Murcia en Zamora, y por tanto renunciar al padecimiento y evitar casi la muerte que se deriva de una retransmisión del Murcia por radio, sólo podía ser calificada como de milagro. Pagabas tres euros y supuestamente viajaba hasta tu ordenador el partido de tu equipo en Zamora, ¡las imágenes en movimiento! Eso prometían, y no había motivos para dudar de la palabra del departamento informático o informático-audiovisual de un club de Castilla y León.

Que escribiera mi correo electrónico, pedían, y que después de escribir mi correo electrónico, diera los dígitos de mi tarjeta de crédito para que pudieran cargarme esos tres euros, solamente esos tres euros, y entonces ellos me enviarían una clave personal que me serviría para acceder al así llamado milagro de valor incalculable, las imágenes en movimiento del Zamora-Murcia, asombrosamente tasadas nada más que en tres euros. Hace cuatro meses rozábamos la Primera División: si entonces, al volver de Córdoba plenos de ilusión tras el 0-0, ya de noche y con todos los viajeros agotados, hubiera roto yo el silencio del bus pronunciando bien alto la frase: “En cuatro meses, los dígitos de la tarjeta al Zamora”, qué clase de confusión habría sembrado, cuál habría sido la reacción, seguramente me habría mirado todo el mundo sin comprender nada, aquello habría sido calificado como una escapada demencial y demencialísima de mi mente, como el resultado de una posesión demoníaca o algo peor. Pero si lo hubiera dicho habría acertado, si hubiera zarandeado suavemente a mi compañero de asiento del viaje a Córdoba (@betandtuit) para despertarlo de su sueño y susurrarle: “Al Zamora los dígitos, en cuatro meses”, aquello que entonces se habría catalogado como la mayor chifladura imaginable e inimaginable, ahora sería recordado como un ejemplo de lucidez y de clarividencia absoluta, porque ahora, cuatro meses después, se estaba cumpliendo, ahora estaba ocurriendo de verdad. Habíamos estado a punto de subir a Primera pero ahora, apenas cuatro meses después, le estábamos dando los dígitos al Zamora.

Con qué tranquilidad se facilitaban esos datos importantes a un club del Grupo I, a un club del norte. Si habría dado yo esos datos importantes a la web de la Balompédica Linense o de cualquier otro equipo de *nuestro* Grupo IV que hubiera afirmado ser capaz de llevar un partido a mi ordenador, eso no lo tengo nada claro, sobre mi nivel de confianza llegado ese caso tengo las mayores reservas, pero en cambio, qué dato no darle al Zamora, cómo desconfiar de un club así, que tiene pinta no sólo de devolverte los tres euros, sino de abonarte tres euros de su cuenta a poco que les notifiques que la señal del partido no te llegó bien. Al Zamora le dimos apenas un par de datos y tres euros, pero ellos nos devolvieron mucho más, ellos nos lo dieron *todo*, y de hecho ya cuando habíamos visto unos segundos de calentamiento del Murcia en el Ruta de la Plata, la inversión estaba amortizada. En efecto, la promesa del Zamora estaba fundada, eran capaces de producir la señal del partido, que ya llegaba hasta nuestros ordenadores y llegaba además con planos arriesgados, en ocasiones planos de autor, creativos. Se confirmó que dificultades para dominar las ciencias informáticas e informático-audiovisuales en Zamora no las hay.

Y qué comentaristas; exactamente los comentaristas que esperarías de Zamora (los que nunca esperarías del Grupo IV), dignos candidatos al Nobel de la Paz, más respetuosos con el Murcia que casi todos los nacidos en Albudeite. Que el Murcia había sido injustamente descendido, dijeron; que éramos el mejor equipo que había pasado por allí, dijeron, y en las jugadas polémicas, un equilibrio, una prudencia, una distancia con respecto a la parcialidad que quizás procedía en parte de la profesionalidad y en parte del miedo, sí, sí, quizás era miedo, quizás comprobaron cinco minutos antes del partido que se habían producido 17 ingresos de tres euros desde un sitio llamado Los Garres, y quizás les invadió el pánico, “voy a retransmitir para gente de un sitio llamado Los Garres, en Murcia”. Y entonces probablemente vieron también decenas de ingresos desde Alcantarilla, y eso encendió definitivamente el ‘peligro’ en sus mentes, un ‘peligro’ luminoso y parpadeante que tuvieron presente durante toda la retransmisión, en cada jugada dudosa, en cada referencia al Murcia.

La señal parpadeante de ‘peligro’ también se nos encendió a nosotros muy pronto, porque el Zamora salió embistiendo, y de hecho durante el primer cuarto de hora sólo nos dedicamos a huir de ellos y esquivar esas embestidas. Lo logramos sin demasiados apuros porque a lo largo de todo el partido, el Zamora corneaba a lo loco y sólo al aire, como si tuviera una venda en los ojos. Cuando pasó el arreón nos apoyamos en Javi Flores y en Rubén, que ayer jugó arriba y jugó bien, para ir descubriendo campo rival; así llegó la confirmación de que éramos mejores y de que sus defensas eran casi tan educados y amables como los comentaristas. Pudimos marcar antes, y ciertamente habrían sido goles *nuevos*, originales, pero no hubo forma, y al final lo que llegó fue el gol que ya es tradición y folclore, el gol que se aprenderían los juglares: córner que saca Albiol muy cerrado y que Acciari consigue peinar en el primer palo entre cientos de gigantes, nadie sabe bien cómo.

De ahí al final ya no tendríamos más ocasiones de gol, todo fue defender y por cierto defender muy bien, sin encerrarse, adelantados, con Prieto y Acciari ante la verja pidiendo documentos imposibles a todo jugador del Zamora que pretendía arrimarse a Fernando. Nos costaba hacer cosas productivas con el balón, pero no sufríamos cuando lo tenían ellos, porque ellos con el balón hacían cosas aún menos productivas. Sólo en el último minuto, en un barullo, nos recordaron que antes de ganar en el norte hay que llevarse al menos un susto serio. Al final sostuvimos ese 0-1 llegado desde el folclore, y los nuestros alzaron los brazos y se acercaron a celebrarlo con los 25-30 murcianistas que estuvieron en Zamora, aunque desde Los Garres, desde Alcantarilla y desde muchos más sitios nosotros también estábamos allí aplaudiendo, gracias al departamento informático o informático-audiovisual del Zamora. Los comentaristas, algo alicaídos, nos anunciaron que a continuación se emitirían las ruedas de prensa, y efectivamente las emitieron, porque en Zamora las cosas si se hacen, se hacen bien. Los entrenadores hablaron y llegó la despedida, que dolió verdaderamente y que se pareció al adiós de alguien que sabes que no volverás a encontrar jamás, aunque te gustaría equivocarte. 

Así llegó el fundido a negro a mi pantalla, tras un anuncio de Caja Rural de Zamora en el que un banquero trajeado y engominado miraba sonriente a la cámara y decía que ellos iban de frente, que ellos no eran de *esa* clase de cajas, que ellos eran diferentes. Luego, ese banquero ya veterano, de pie, apoyaba su mano en el hombro de una muchacha morena de pelo corto, sentada, que también era jerifalte del banco y que parecía feliz. La muchacha dijo un par de frases elogiando a la caja para la que trabaja. Recuerdo que un rótulo anunció que se llamaba Judith Isidro, y yo, enseguida e inmediatamente, sacudido no sé bien por qué extraña curiosidad con respecto a los protagonistas de ese anuncio, tecleé en Google: "Judith Isidro Zamora", y el segundo resultado enlazaba a la cuenta de esta chica en Badoo (!), donde Judith anunciaba que quiere "hacer amigos nuevos". Rápidamente cerré esa página y la retransmisión, todo a la vez. Fui consciente entonces de que lo que nos está dando el Grupo Vaques este año no tiene precio. Y si lo tiene, es mucho mayor que tres euros.

Real Murcia: Fernando, Jose Martínez, Prieto, Jaume, Pumar, Acciari, Armando, Albiol (Víctor Ruiz, 84'), Arturo (Garmendia, 60'), Rubén Sánchez y Javi Flores (Gerard Oliva, 71').
Goles: 0-1. Acciari (40').
Luis María Valero  @Mondo_Moyano  torremendolliure@gmail.com

4 comentarios:

  1. Es impresionante como escribes, tio.

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  2. Bonita crónica, si señor

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  3. En tu linea, muy bueno.

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  4. En primer lugar: enhorabuena por el post, escribes con una cadencia tan calma que dan ganas de leer despacio, como si fuera un insulto hacerlo más rápido.
    En segundo lugar: me "alegra" que después de todo lo que os ha pasado a nivel de club, al menos este fin de semana os llevárais una alegría casi casi a ultramar (¡800Km!).
    En tercer lugar: desde Zamora estamos deseando mostraros a los de Murcia que las buenas sensaciones que os hemos dado este finde son de verdad y no la euforia del fútbol.

    Un beso desde los Ojos del Duero

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