Volver a verte


Real Murcia, 0; Coruxo, 1
No me dio pánico que Óscar, el fisio del Murcia, pidiera rápidamente la camilla para que se llevaran a Albiol; lo que me dio pánico fue que Albiol se tapó enseguida la cara con las manos y se hizo estatua en ese gesto. Miguel Albiol Tortajada, 33 años, siete temporadas subiendo y bajando incansable la banda derecha del Real Murcia, era un dolor vivo sobre el césped, pero un dolor estático, rígido, como si supiera que el más mínimo ladeo de cabeza traería una nueva punzada. Era la suya una petrificación que sobrecogía. Antes de que la camilla despegara del césped, un silencio asustado apagó todo el estadio, pero cuando la camilla despegó en dirección a vestuarios, el estadio pasó del silencio a la ovación. Lo que pasa es que esa ovación que siguió al silencio era una ovación igual de asustada o incluso más asustada que el silencio de antes. La camilla con Miguel desapareció finalmente por el túnel, y entonces me dijo el Morata, que estaba a mi lado y que quiere especialmente a Albiol: "No le volveremos a ver".

Si en algún momento hubiera dejado de taparse la cara con las manos y se hubiera incorporado, yo habría tenido esperanzas, pero ese permanente taparse la cara y no querer saber nada de su pierna derecha, de lo que a su pierna derecha le acababa de pasar, insinuaba que Albiol ya lo sabía todo. Albiol se había diagnosticado a sí mismo, había identificado y etiquetado ese dolor porque es un dolor que ha sentido antes, y por eso ni siquiera necesitaba mirar su pierna o hacer el esfuerzo de intentar ponerse en pie. Simplemente se tapó la cara y se hizo estatua, aislado del corrillo de preocupados que se formó a su alrededor, él a oscuras, quizás llorando, quizás gritando, quizás preguntándose si esos eran sus últimos segundos vestido de futbolista sobre ese césped, porque Albiol tiene una rotura parcial del ligamento cruzado anterior y de otras cosas que suenan bastante feas. 

Dado que Miguel acaba contrato este verano, es bastante probable que la intuición del Morata se cumpla, a no ser que el club tenga uno de esos detalles de grandeza que nos situaría inmediatamente a mitad de camino entre Liverpool y Newcastle. Especulo con una nobleza de otro tiempo, al margen de los siglos, una renovación no sólo en base a su indiscutible rendimiento sobre el campo (es nuestro máximo asistente), sino asentada en algo más importante: Miguel Albiol es ya un símbolo de este club nuestro que se nos muere, y un símbolo que nos ha dado vida en esa agonía, ya sea defendiendo nuestro escudo en la sede de la Liga, o dejándolo todo sobre el campo con una profesionalidad completamente inactual. Miguel Albiol personifica la resistencia del Real Murcia.

Podríamos hablar de los descensos, de las lesiones, de los problemas económicos del club, de todo lo amargo que a Albiol le ha tocado vivir y superar en sus años en el Murcia, pero el victimismo es de lo más aburrido que existe, y aun con todo lo sufrido, es mucho más lo positivo: su regularidad alemana en cada temporada, su papel decisivo en el ascenso a Segunda con Iñaki Alonso, su rol como revulsivo primero y después como titular en la segunda vuelta de aquel equipazo de Vidal que ascendió arrollando. Siempre fue un jugador de equipo, pero recordamos también sus aquí estoy yo: esos centros milimétricos con el interior que tanto disfrutaba Kike, aquella tarde de Alcoy en la que nos jugábamos media permanencia y se sacó de la chistera tres asistencias de maestro, o sus golazos desde fuera del área, como aquella falta lejana en Roquetas, que es la falta mejor lanzada por un jugador del Murcia que yo he visto en mi vida, junto con otra de Pedro León en Soria. Te decían: "Por la derecha juega Albiol", y tú pensabas inmediatamente: bien.

¿El Coruxo? El Coruxo simplemente fue el equipo que estaba ahí para aprovecharse del viento maligno que soplaba, de la profecía bíblica, de la tarde de desgracias en la que falló hasta Prieto, que no había fallado nunca. Y sin embargo, el 0-1 no llega a doler, simplemente molesta, porque lo único que duele de verdad es esa imagen de Albiol sobre el césped, tapándose la cara con las manos y perdiéndose en el túnel de vestuarios sobre una camilla. "No le volveremos a ver", dijo el Morata. Pero esto no puede quedar así. Albiol tiene que salir otra vez por ese túnel de vestuarios, a poder ser vestido de futbolista, y entonces la ovación que se llevará no será una ovación asustada, confundida, sino una ovación entregada, de puro agradecimiento, que reconozca a este valenciano de cara aniñada como lo que es: uno de los jugadores más importantes de la historia del Real Murcia. Ánimo, Miguel.

Real Murcia: Iván Crespo, Jose Martínez, Jaume, Prieto, Pumar, Acciari (Armando, 72'), Saura, Albiol (Isi, 61'), Rubén Sánchez, Jairo y Gerard Oliva (Carlos Álvarez, 53').
Goles: 0-1. Viento maligno de esos que soplan por Huelva, de penalti (40').
Luis María Valero  @Mondo_Moyano  torremendolliure@gmail.com

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