Ganar en casa de Zangief


Lealtad, 0; Real Murcia, 2
No te ganaba ayer en el campo del Lealtad ni el Santos de Pelé. El césped y esos once de negro, esos once de negro y el césped formaron una alianza perfecta, endiablada. Y además estaba el estadio, que recordaba a aquella fábrica soviética en la que peleaba Zangief, la gente de pie, agitando el puño y rugiendo, aquí no ganáis hoy, sureños, en Les Caleyes con este césped y nuestros once de negro no ganáis hoy, así ellos, los de ropas oscuras que formaban corrillo alrededor del campo, y así yo también, porque en cuanto empezó el partido me dije: en Villaviciosa no te gana hoy ni el Santos de Pelé, y por lo tanto nosotros tampoco ganaremos. Pero ganamos.

Sólo en las peores pesadillas de Xavi Hernández ha podido aparecer alguna vez un césped así. Era un césped movedizo con la consistencia de un puré, una especie de gelatina hecha de tierra, barro y hierba, donde habría resbalado hasta el Espíritu Santo. Una batalla palmo por palmo fue el partido, un pinball heroico donde no había táctica ni orden, sólo la vieja ley del recreo: todos persiguiendo el balón, que no se dejaba coger nunca. De repente la pelota aparecía por un sitio y en cuanto parpadeabas estaba ya brincando descontrolada en otro lugar muy alejado. Un homenaje a los orígenes fue lo que vimos, una ofrenda al Sheffield United-Hallam de 1860, el primer partido de fútbol de la historia, que no debió ser muy diferente a este Lealtad-Murcia jugado 155 años después.

Qué pasó realmente en la primera parte, no sabría decirlo. El balón voló muchas veces de su campo a nuestro campo, y de nuestro campo al suyo. Cuando esto último sucedía, esperabas que Gerard Oliva la bajara, la aguantara y de ahí naciera algo bonito. Pero no nació nada más que el caos. De sus bombardeos tampoco nació nada delicado en ese primer tiempo, aunque tras el descanso eso cambió. O bien no les parecimos gran cosa y por eso nos perdieron el respeto o bien ganaron moral conforme veían que el césped iba alcanzando impensables niveles de destrucción. El caso es que más y más gente de negro empezó a merodear nuestra área, mucho centro y mucho barullo, nosotros bastante encajonados en nuestra mitad del campo, y entonces tuvimos miedo.

Tuvimos miedo nosotros, los que veíamos el partido, pero no nuestros jugadores, que no se arrugarían ni ante un tribunal militar. Excelente Acciari en la lucha grecorromana. Notable José Martínez al frente de las melés. Inconmensurable Sobregrau zafándose de cada abrazo del oso. Y para rematar el trabajo sucio, dos centros finísimos de Javi Flores y Armando, uno acabado en penalti y otro rematado imperialmente por Prieto, un corte limpio y otro corte limpio, de repente un 0-2 milagroso en Les Caleyes, un 0-2 sobre ese césped y contra esos de negro que corrían tanto. El 0-2 que difícilmente o imposiblemente habría conseguido el Santos de Pelé.

Realmente, el partido lo empezamos a ganar en la víspera, a eso de las 17:55 del sábado, cuando unos 30 zagales no mayores de 20 años se cruzaron el centro de Murcia agitando bengalas y banderones granas mientras cantaban: "Somos nosotros, el Murcia somos nosotros". Y no se equivocaban. La manifestación en defensa de nuestro anciano y renqueante club estuvo tomada por chiquillos que, ya tan jóvenes, son casi héroes. El patio les dice: sé del que gana. Los medios les dicen: sé del que gana. Todo les dice: sé del que gana. Pero ellos no atienden y se hacen del desgraciado Murcia, los muy chiflados.

Además, se hacen del Murcia no precisamente en una buena época, sino en la época más triste de la historia de este club, al menos en lo institucional. Ese ejército de chiquillos de edad indeterminada está misteriosamente ahí, estuvo el sábado, y es nuestro principal patrimonio. Dado que las fotos de esa chiquillería orgullosa que tomó Murcia llegaron a Asturias, lo que hicieron nuestros jugadores fue simplemente corresponder a ese acto de cariño. Y en consonancia, su manera de acompañarnos en esa manifestación fue dejarse hasta las pestañas en ese no-césped y en ese no-lugar que recordaba a la fábrica en la que peleaba Zangief, y que, desde luego, es un sitio donde el Santos de Pelé, uf... No sé si lo he dicho ya, pero en Les Caleyes, ayer, el Santos de Pelé te pierde muy tranquilamente.

Real Murcia: Crespo, Jose Martínez, Jaume, Prieto, Víctor Ruiz, Acciari, Armando, Albiol (Arturo, 67'), Javi Flores (Jairo, 58'), Rubén Sánchez y Gerard Oliva (Carlos Álvarez, 87').
Goles: 0-1. Gerard Oliva, de penalti (58'). 0-2. David Prieto (77').
Luis María Valero  @Mondo_Moyano  torremendolliure@gmail.com

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