Torero de Sevilla


Real Murcia, 2; Zamora, 0
Javi Flores sería uno de esos toreros de los que Sevilla se enamoraría a primera vista y en seco, sin pasodoble de por medio: el regate siempre muy bien dibujado, la cadencia del pase cuando la pasa, lo imponente de sus pausas cuando se para, solos él y la pelota, la imagen dormida. Y luego esa cara como de espontáneo rural que acaba de despertar de una siesta y que de repente decide que está harto ya de comer lentejas, que está dispuesto a saltar y que de hecho salta, como ayer saltó para gritarnos a todos: me llamo Javier Flores Santacruz y no tengo ni idea de por qué juego en Segunda B. Es tan torero de Sevilla que incluso está medio peleado con los aceros, que es el matar, que es el gol, y que es algo que Sevilla perdonó siempre a sus figuras, igual que nosotros le perdonamos a él, porque él da todo lo demás.

Al llegar al estadio, muy pocas palabras era yo capaz de pronunciar, y las pocas que se me ocurrían eran palabras grises y protocolarias, las palabras más básicas en las que nos apoyamos para cumplir a regañadientes el pacto social. De eso se dio cuenta muy pronto la señora con hijos que se sentó a mi lado, porque ella intentó darme conversación, si bien descubrió enseguida que yo no estaba en condiciones de aceptar esa conversación que ella me daba. Que yo no quería palabras suyas y que tampoco tenía palabras mías lo advirtió pronto esa señora, aunque conforme Javi Flores decoraba la tarde, las palabras fueron viniendo y viniendo.

Es que Javi Flores puso a burbujear el partido, es que ese hombre quiso armar un alboroto, y entonces llegaron las palabras, y de hecho qué palabras tan poco rutinarias habría sido yo capaz de pronunciar a partir de ahí, en pie y aplaudiendo. Antes de Javi Flores, mi lengua y mi mente enmarañadas, pero después de Javi Flores era yo capaz de pronunciar la palabra esencias y la palabra hechuras, así como la palabra seda. Era capaz pero no lo hice, no me puse en pie y empecé a gritar ¡Seda! ¡Esencias! en reacción a lo que Javi Flores hacía sobre el césped, aunque era lo que quería gritar, porque tras ese zigzagueo glorioso en el que Javi regala el primer gol a Arturo empezó a parecerme urgente el uso de palabras distintas a las habituales, para una tarde distinta de lo habitual.

Qué reacción habría tenido la señora que se sentaba a mi lado si yo hubiera empezado a gritar ¡Seda, seda! después de que ella me creyese sin palabras, eso no lo sé, y ese posible impacto en ella era también algo que me separaba de pronunciar en voz muy alta la palabra seda (aunque yo quería). Mirarle a los ojos y gritarle ¡Seda, Carmen, seda! era lo que me apetecía, pero el hecho de que con anterioridad yo no había aceptado la conversación que ella me daba, así como el hecho de que no sabía si se llamaba Carmen, esos dos hechos me separaron completamente de cumplir mis deseos. Que la tarde estaba para que ella se llamase Carmen (el nombre más bonito) y para que ella llevase mantilla y peineta mientras se abanicaba, eso tampoco me atreví a comentárselo.

Javi templaba, Javi mandaba, Javi citaba de frente. ¿El penalti fallado? La imperfección redondea su virtuosismo y fideliza a sus partidarios. Controles que abrían las puertas de Triana. El pase que deja solo a Isi en el segundo gol, digno de una saeta desde un balcón con las luces de la ciudad apagadas. Empezamos regalando la palabra esencias a Javi Flores y terminamos concediéndole la palabra quintaesencia, esa evolución natural se siguió. A Arturo, siempre arriba y abajo, ya casi preparado para cumplir nuestras fantasías, le regalamos la palabra hondo, y Carlos Álvarez, que presionó, que tiró desmarques, que lo hizo todo bien y que se quedó sin marcar por pura mala suerte, mereció que pronunciáramos a media voz la palabra arabescos y la palabra delicioso. 

De una tarde muda a una tarde exclamada, de estar sentados y con la lengua trabada, a estar removidos y con el adjetivo en la solapa. Coincidiendo con nuestra alineación más ofensiva hicimos el que probablemente haya sido el mejor partido de la temporada, y todo eso lo empezó a abrochar un chico llamado Javier Flores Santacruz, con cara de espontáneo rural y hechuras de figura importante. Naturales, afarolados y molinetes, él domina toda la gama. Hoy lo disfrutamos en plazas de segunda categoría, pero este chico es más que eso, mucho más. Sin ir más lejos, este chico gustaría mucho en Sevilla, incluso antes de que le tocaran el pasodoble que se merece.

Real Murcia: Iván Crespo, Jose Martínez, Jaume, Prieto, Pumar, Armando, Arturo, Javi Flores (Saura, 85'), Rubén Sánchez (Carrillo, 76'), Jairo (Isi, 60') y Carlos Álvarez.
Goles: 1-0. Arturo (23'). 2-0. Isi (77').
Luis María Valero  @Mondo_Moyano  torremendolliure@gmail.com

1 comentario:

  1. Los pelos de punta con la crónica. No soy del Murcia, ni se quien es ese tal Javi Flores, pero si es como lo describes yo lo fichaba mañana para el Betis.

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