Que no lo llamen primavera


Real Murcia, 0;  Cultural Leonesa, 0
“Que no lo llamen primavera”, protestaba alguien mientras atravesabas el parque a 37 grados un 3 de mayo. Quién ha dicho eso, te preguntabas, y al girarte veías a un pato luchando por respirar junto a una charca putrefacta que los candidatos del PP llaman estanque. Era ese pato doliente el que había hablado y el que te lo repetía: “Aceptamos esta tormenta de fuego un 3 de mayo, pero que no lo llamen primavera”. Y tú: sí, portavoz de los patos, es bastante impresionante lo que estamos viviendo hoy, es una cosa atroz. Los patos y nosotros estamos acostumbrados mortalmente al infierno en Murcia durante la época infernal, pero ni los patos ni nosotros estamos acostumbrados al infierno en épocas no infernales como ésta. Por eso, patos y nosotros llegamos a una misma conclusión: el infierno está invadiendo épocas en Murcia que antes había respetado, y como consecuencia de esa invasión se nos abalanzan por sorpresa tardes como la de ayer.

El Murcia y la Cultural Leonesa jugaron al fútbol en una tarde que no estaba para jugar al fútbol. Muy al contrario: la tarde se puso deliciosa para una plaga bíblica o de cualquier otro libro sagrado. La tarde estaba para caminar boqueando, para freír huevos en el capó, para acompañar en el sentimiento a los gorriones y para preguntarle a cualquier peatón por qué arde ya el asfalto a principios de mayo. Para todo eso estaba la tarde. De repente parecía tener todo el sentido elegir a cualquier peatón que caminara por Murcia, de cualquier edad, de cualquier raza, ponerse ante él y preguntarle: “¿Es esto normal? ¿Le parece normal que el infierno conquiste en Murcia más y más épocas del año?”. Ese peatón seguramente sentiría miedo. Pero tú insistir: “Los patos, indignados. Su portavoz, muriéndose”. Y ese peatón sentiría todavía más miedo. Entonces tú recular, entonces tú escudarte en la relación bochorno inesperado-alucinaciones. “Quizás me ha afectado demasiado el calor y quizás no he hablado con ningún pato”, sí, sí, decirle eso mientras te alejas. “Quizás los patos no tienen portavoz”, y perderlo de vista camino del estadio.

Tenía yo muchas dudas antes del partido. La tormenta de fuego, los cambios en el once, el poco ambiente en las gradas, la motivación... Pero este equipo no le da tantas vueltas a las cosas como nosotros, simplemente se pone manos a la obra y avanza sin grandes dudas existenciales. Nos dejó buena impresión Álvaro Rey en su debut como titular, movilidad y centros precisos, aunque nos estamos conociendo. Al que ya conocemos sobradamente es a un tipo cordobés que siempre nos termina poniendo en pie. Javi Flores demostró en la primera media hora que le afecta el calor lo mismo que a un soldador subsahariano: se fue de mucha gente muchas veces, con regates que eran espasmos y que nos pusieron a todos a la sombra. Una de esas veces, tras tachar a un par de actores secundarios, dejó atrás también al portero con un quiebro arrastrado de ésos que exige pulsar muchos botones a la vez en los videojuegos de fútbol. El balón no entró, pero para el tendido que es partidario incondicional de Javi, eso fue lo de menos. Paladeando aún su aventura, en ese tendido se cruzaron miradas complacidas y se reforzaron unos a otros en los elogios: ése es el nuestro, nosotros somos de Javi, qué orgullosos estamos de él. 

Luego todo se fue apagando poco a poco, conforme los cuerpos iban diciendo basta. Ni siquiera la expulsión de un central de la Cultural al poco de iniciarse la segunda parte nos ayudó demasiado: más bien fanatizó definitivamente al rival en el parapeto contra el Murcia y contra la tormenta de fuego. Queda también la desagradable sensación de que, como ha ocurrido otras veces, los cambios frenaron más que impulsaron. La acumulación de delanteros, con la pareja Oliva-Carlos en punta y Carrillo tirado a una banda, volvió a chirriar. Se cerraron los caminos por el centro y los balones al área desde los costados pasaron a ser el principal recurso. Mucho barullo, mucha segunda jugada, pero sin un gol final que lo respaldara todo.

En nuestra propia área sí encontramos más respaldos a Aira: son ya tres partidos seguidos sin encajar, y parece que Víctor Ruiz y Fernando, hasta hace poco olvidados, ya no sólo gustan a nuestro entrenador, sino que además le convencen. Así que todo apunta a que estos dos jóvenes pasarán más tardes infernales como ésta sobre el terreno de juego, las tardes verdaderamente importantes. Y paradójicamente serán tardes infernales comprendidas dentro de esa estación llamada primavera, la así llamada estación de la vida. Pero eso es sólo teoría, ni una sola flor debió nacer el domingo en Murcia, y sí muchas murieron con total seguridad. Poca vida y mucha muerte en esta postprimavera que ya es básicamente preinfierno. Lo bueno es que lo del domingo ya nos prepara para lo peor, ya deja nuestros pulmones y nuestro corazón entrenados para esa tarde de junio, muy lejana, muy lejana, en la que queremos estar (tenemos que estar). Y ésa será la tarde verdaderamente caliente.

Real Murcia: Fernando, Jaume, Prieto, Víctor Ruiz, Pumar, Armando, Garmendia (Gerard Oliva, 59'), Álvaro Rey (Carrillo, 54'), Isi, Javi Flores y Carlos Álvarez (Arturo, 81').

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