DEP fantasmas


-Mañana nos ponemos líderes, ¿eh? 
-Sí, sí, mañana líderes. 


Real Murcia, 2; Balompédica 1
Qué talento tiene este club para decir la última palabra en todas esas conversaciones ilusionadas que se producen durante la semana. El miércoles, por ejemplo, tiene lugar un diálogo entre dos humanos que coinciden en lo esencial: hemos despegado, dice uno; lo de Cádiz fue exhibición, dice el otro. Ojo que el domingo nos ponemos líderes, añade el primero; ahora ya no nos para nadie, remata el segundo. Creen que el diálogo termina cuando ellos dejan de emitir sonidos, pero ese diálogo de humanos no ha muerto aún, porque el Murcia tiene que decir su última palabra. Y qué talento ha tenido siempre el Murcia para tirar por tierra esos diálogos, para convertirlos en cháchara, porque cuando más expectativa ha habido alrededor de un partido del Murcia, cuando era posible asaltar lideratos o refrendar lo insinuado, entonces el Murcia casi siempre ha hecho de su última palabra un tartamudeo nervioso que arruinaba toda la conversación, la desmoronaba. En La Condomina, el Murcia convirtió en un arte su casi-siempre-fallar cuando más diálogos ilusionados se producían durante la semana, y durante la primera parte contra la Balona pensábamos que esa maldición seguía vigente y vigentísima también en el nuevo campo, ya viejo. Pero no. 

El Murcia tartamudeó nervioso, como nos temíamos, y sin embargo, cuando menos lo esperábamos, terminó de carrerilla un trabalenguas, que fue el trabalenguas de remontar un 0-1 a un equipo del Grupo Pillos. Los diálogos de la semana fueron por una vez ratificados. DEP viejos fantasmas. Esos fantasmas no murieron solos, hubo un asesino llamado Gorka Azkorra. Quizás porque desconoce el historial de tartamudeo del Murcia, Azkorra aniquiló esos fantasmas como quien se cose un botón, con la más absoluta parsimonia. En realidad, los fantasmas asomaron pronto, porque los diez primeros minutos nos dejaron la sensación de que el Murcia había regresado saciado de Cádiz, ya sin la misma hambre feroz con la que salió al Carranza. En esos diez minutos, la Balompédica nos dominó y pudo golpear primero, ya antes de lo que golpeó. Sin embargo, al Murcia le entró de repente el apetito, y desde el minuto diez al veinte, ese apetito fue similar e incluso superior al apetito del Carranza, un apetito voraz. Y una, y otra, y otra. Carlos Álvarez, a centímetros. Germán, a milímetros. Carlos Álvarez, a centímetros nuevamente. Un suspiro de alivio, entonces: somos otra vez Carpanta, somos otra vez el equipo que viene devorando indiscriminadamente en las últimas semanas. Y de repente, de regreso tras un parpadeo, el campo estaba lleno de fantasmas.

Ahí atrás siguen pasando cosas extrañas, sigue habiendo cables pelados que de vez en cuando chisporrotean. Cuando mejor estábamos, la Balona se encontró con un penalti de Eneko, uno de esos penaltis cometidos por optimistas. Son hombres sin miedo, convencidos de que ellos tocarán balón antes que el rival, que no piensan ni por un instante en si están dentro del área o no. Yo alguna vez he jugado de defensa en determinadas pachangas más o menos serias, y cada vez que me encaraban dentro del área se apoderaba de mí un miedo paralizante; pensaba ya en el penalti antes siquiera de que hubiera opción de cometer un penalti. En consecuencia, mantenía un distancia excesivamente prudencial, y casi prefería que el delantero al que marcaba hiciera cualquier tipo de travesura antes de siquiera rozarlo. Una sobrepreocupación. Un miedo al miedo. Por eso, tras ver cómo Eneko perdía ese respeto a las distancias dentro del área, sentí incluso envidia, pero envidia de algo no relacionado con el fútbol. En esa despreocupación de Eneko hay algo positivo, una valentía, un salto al vacío necesario. Consejo número 46 de libro de autoayuda: "Nos pasamos la vida pensando que estamos dentro del área y que no podemos acercarnos al delantero por miedo al penalti, pero hay que arriesgar". Eneko arriesgó. Actuó. Y es verdad que el cable pelado soltó entonces un chispotazo letal.

Con el 0-1, yo era de los que descartaba por completo salir de esa fosa. Lo que toca, decía, esto es lo que toca tras una victoria como la de Cádiz, esto es lo que siempre nos ha tocado, y entonces miraba a los fantasmas y pensaba: sí, sí, tiene toda la lógica que estéis hoy aquí. En lo que quedaba de primera parte, una confirmación de esa intuición, un languidecer. Me pareció ver a Eneko jugarse un caño en su campo, junto a la línea de banda, y entonces pensé: se atreve, Eneko es de los que se atreve. A qué no se atreverá este hombre. Consejo número 67: "Atrévete". Otro que se va atreviendo cada vez a más es Chavero, que dio un recital, y que con cada control siembra la misma pregunta: qué hará este tío en Segunda B. Hace tiempo leí una frase que, no sé por qué, vinculo a Chavero: "En cada cajera guapa del Mercadona hay escrita una tragedia". Qué rabona se sacó Chavero en mitad de la nada para dársela a un compañero, con qué naturalidad. No fue alarde, sino algo con plena justificación, que encajó con armonía. Hablamos de un jugador especial que necesita seguramente unas condiciones especiales para florecer: esas condiciones se están dando, y en consecuencia, nuestro centro del campo respira con él. Además, Sergi también presta unos cuantos pulmones.

El Murcia sigue siendo fiel a la terquedad del año pasado, una insistencia incansable. Este año, además, al tener a Azkorra allá arriba, nuestra insistencia puede venir por los aires, y eso nos hace deliciosamente norteños. Así llegó el empate, con un centro que Chavero debía rematar, en teoría, aunque en la práctica eligió cederla a alguien, y eligió bien. Ese alguien era Azkorra, que, sin darse la más mínima importancia, lo hizo tan fácil como era posible hacerlo: pumba, trallazo fuerte, asegurando, para doblar las manos del portero e incluso luxarlas. Los fantasmas se miraban sin entender nada, eso no era lo planeado. A un gol del liderato, a un gol de romper las viejas malas costumbres en este tipo de partidos. Y las rompimos. No se sabe bien cómo, Azkorra ha alcanzado el nirvana, y en ese estado, un rebote confuso es para él la asistencia perfecta. De uno de esos rebotes hizo algo muy suave, suavísimo, un ponerla allá lejos con el interior, ortodoxo. Terciopelo. Todo el campo lleno de fantasmas medio muertos. Pero había que rematarlos, y con esa misión salió al campo Fran Moreno. Una lección sobre proteger el balón, dio Fran; un magisterio sobre incursiones bajo control. Él protegió nuestro liderato, le puso la rebeca. Que los fantasmas habían sido aniquilados, pensé al principio, que ya no había rastro de espectros, pensé al principio. Pero luego miré la clasificación y comprobé que estamos empatados con el Ucam. Escalofrío.

Real Murcia: Fernando, José Ruiz, Satrústegi, Sergi, Pumar, Ruso, Chavero, Germán, Sergio García, Chavero y Azkorra. 
Goles: 0-1 (Canario, 19') 1-1 (Azkorra, 63') 2-1 (Azkorra, 83') 

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