Capaz


Recreativo de Huelva, 0; Real Murcia, 0
Iré a Huelva y volveré de Huelva en el mismo día, eso se dijo el socio del Real Murcia que responde a las iniciales A.G.M. Hace días que en la mente de este hombre nació el proyecto de un viaje realmente despiadado, un viaje que llevaba la contraria a toda lógica, y este hombre no sólo no dejó secar esa semilla en su cerebro sino que la regó y la regó. El así llamado A.G.M. no se conformó con dejar que ese viaje viviera sólo en su mente, ese hábitat no le bastaba, así que lo sacó de allí, de su mente, y lo transportó a la realidad. Despiadado. Su compañera sentimental, que responde a las iniciales de C.P. (desconozco su segundo apellido), no pudo sino horrorizarse ante el descubrimiento de que esa idea demencial de su pareja iba cobrando más y más vigor con el paso de los días, más y más realidad, hasta que efectivamente sus peores temores se confirmaron, y esa idea se plasmó. Primero un no serás capaz, después un te creo capaz, y finalmente un cómo eres capaz.

A.G.M. activó su talento para aislarse, no dejó que nada se interpusiese entre él y su plan. Se guardó de otros humanos. Un proyecto tan feroz sólo puede ser llevado a cabo con la mayor determinación, sólo con una intrepidez que descarte completamente cualquier juicio de terceros. Solo, solo, solo. A Huelva, a Huelva, a Huelva. En un solo día, día, día. El Murcia jugaba a las 16:30 del sábado en Huelva, y aunque nuestros jugadores durmieron la noche del viernes ya allí, nuestro despiadado aceptó su desventaja y durmió esa noche en Murcia. La plantilla del Murcia le sacaba una ventaja de media España a nuestro despiadado, pero él pensaba remontar. Me levanto muy temprano el sábado, me cruzo España, veo al Murcia, me vuelvo a cruzar España y me acuesto a dormir. Un plan que enmudecía a su compañera sentimental, un plan que la paralizaba. A.G.M. era capaz de algo así, y realmente demostró esa capacidad al hacerlo.

A.G.M. no titubeó. A.G.M. se subió a su coche muy temprano el sábado y le dio a su GPS un susto de muerte, verdaderamente logró espantar a esa máquina cuando le pidió a esa máquina (en Murcia) que por favor le llevara al estadio Nuevo Colombino (en Huelva). Un “siga recto 100 metros”, respondió quizás el GPS, así especulo. La mayor de las aventuras comienza con un solo paso, eso dice no sé qué proverbio chinobudista, y esa frase es aplicable aquí, también un ida y vuelta a Huelva comienza con un “siga recto 100 metros”. ¿A la otra punta de España? Sin problema: siga recto cien metros. Las órdenes de esa máquina se confirmaron como precisas, porque A.G.M. llegó de verdad a Huelva, y una vez allí dio noticias, confirmó su presencia en Huelva cuando notificó que los alrededores del Nuevo Colombino “no tienen el más mínimo sentido”. Datos y datos olvidaré en esta vida sobre Huelva, pero no olvidaré nunca esa información extraña facilitada por el Despiadado: que los alrededores del estadio Nuevo Colombino de Huelva, sentido no tenían. 

A.G.M. fue a ver al Murcia a Huelva, y el Murcia, efectivamente, apareció por Huelva y jugó un partido de líder, un partido sin sonrisas, severo, de adultos. El Recreativo vive una situación institucional desesperada, y esa desesperación se trasladó al terreno de juego, pero de manera positiva: los jugadores del Recreativo presionaron como desesperados en la primera parte. Lo bueno es que en ningún momento nos desesperamos nosotros. En esa primera parte no existían huecos, no había tiempo para controlar balones y levantar la cabeza, sólo se trataba de sobrevivir, adaptarse al estado del césped y esperar que ellos se fueran cansando. Efectivamente se cansaron, aunque otro enfoque de esa realidad es que los cansamos nosotros. Y entonces, en la segunda parte, sí. Entonces el Murcia demostró que, como A.G.M., era capaz. Con tiempo para controlar los balones y levantar la cabeza, arremetimos. Buenas tardes, soy el líder, me gustaría ganarle. Y casi, casi.

Para levantar la cabeza, nadie mejor que Rafa de Vicente. Él construyó muchos puentes en esa segunda parte, él nos permitió cruzar muchos ríos, con la colaboración de algunos aliados. Por ejemplo, Fernando Pumar jugó como si supiera que en las gradas estaba una ex novia onubense. Un subir y subir y subir, un bajar y bajar y bajar. Un centro, y otro centro, y muchísimos centros. Hay puestos desde los que cuesta mucho ganar el partido, y el de lateral es uno de esos puestos, pero Fernando se rebeló ante semejante dificultad y transmitió esa sensación: desde el lateral izquierdo quiero ganaros este partido, dejadme a mí. La palabra ‘poderío’, pronunciamos varias veces en la segunda parte, al comprobar que, cuando todos se cansaban, Pumar no se cansaba. ¿Una posible ex novia onubense, realmente? ¿Algo que demostrarle? Los puentes construidos por De Vicente y Pumar nos permitieron avanzar mucho, muchísimo, pero en las inmediaciones de la portería del Recreativo faltó el golpe final, la seriedad última. 

Nos molestaba que pasaran los minutos, porque el partido estaba para llevárnoslo. Lo que pasa es que, al final, la manera de aproximarnos a ese empate cambió. Durante la segunda parte tuvimos el punto arrinconado en el salón, no le prestábamos mucha atención, pero cuando a ellos les anularon un gol en el descuento, nos dirigimos hacia ese punto y lo tomamos entre las manos, y comenzamos a acariciarlo. En cuanto comprobé que el juez de línea había levantado la bandera, pensé en A.G.M. Menos mal. Cruzarte España después de una derrota injusta en el descuento no es algo agradable. Quiero pensar que se subió a su coche con un buen sabor de boca, y que estaba relativamente alegre cuando le pidió a su GPS que le llevara a Murcia. Ya metido en la cama, casi a la 1 de la mañana, recibí un mensaje de él. Supongo que acababa de llegar a Murcia. Ese mensaje decía: "Pues yo, ahora mismo, te digo que ha merecido la pena".  

Real Murcia: Fernando; José Ruiz, Pumar, Ruso, Armando, Jaume, Azkorra (Rafa, 66′), Chavero, Carlos Álvarez, Germán (Arturo, 85′), y Sergio García (Javi López, 52′).

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