La Palabra

Alejandro Oliva [@betandtuit]

Real Murcia, 2 ; El Ejido, 0.
Terminó el partido entre el Barcelona y el PSG y el comentarista llamado Jorge Valdano sentenció algo así como que era el triunfo de la liga española, otro triunfo de la mejor liga del mundo, subrayó, y entonces pensé en la cantidad de dinero que habrá que pagarle a un tipo listo y sensato como él para decir semejante idiotez después de un partido así. Otros expertos o periodistas, que hace un tiempo respetamos e incluso admiramos, apoyan de manera similar, sin ninguna crítica y con menos pudor, ese producto, que no deporte. Se trata de un negocio sostenido ahora por las casas de apuestas (por nosotros, como todos los negocios), que a su vez sostienen los millonarios contratos televisivos impulsados por un nacionalista español de ultraderecha y un nacionalista catalán de ultraizquierda que se encontraron en el neoliberalismo para abrazarse y forrarse juntos. Lo han hecho muy bien, hay que reconocerlo, muy bien para forrarse; y es seguro que si no lo hubieran hecho ellos lo hubieran hecho otros. Han comprado el fútbol y ahora tienen que venderlo: es un producto, es un negocio. Tienen toda la maquinaria del sistema a su favor, toda la ideología del mercado empujando, todos los predicadores sentenciando sus bondades a sueldo. El odio al fútbol moderno no es odio al fútbol actual, sino a a ese producto que han fabricado, que compran y venden mientras los equipos pequeños mueren o agonizan en estadios vacíos. Es la ley del mercado, por otro lado, igual o parecida a la de todos los sectores. Pero su fútbol se ha alejado tanto del nuestro que lo hemos rechazado. Entre su fútbol y el nuestro ya no hay apenas conexiones, de modo que deberíamos negociar quién se queda con la palabra fútbol, porque ya no es que representen conceptos diferentes, es que representan conceptos opuestos. Deberíamos negociar quién se queda con la palabra, pero nosotros nunca hemos negociado bien nada. Vamos a regalársela, en todo caso. 

El Murcia de Mir se plantó de manera más convencional el domingo: sin Benito y con Alarcón fue algo más directo y previsible, pero aun así debió irse al descanso con ventaja ante un buen El Ejido que también asustó un par de veces. Pero fue nada más empezar la segunda parte cuando el 1-0 fue algo más que un 1-0. Marcó Josema, rápido y certero en el área como siempre, y el videomarcador se iluminó como en los años 80, con ese intermitente GOL GOL GOL que nos encendía en La Condomina vieja. Y el que lo había vivido se emocionaba, y el que no lo había vivido lo escuchaba del que lo había vivido, que a su vez recordaba a los que ya no pueden vivirlo. El videomarcador se iluminó y el Murcia volvió a unir a varias generaciones en un instante. Fue un detalle lleno de fútbol y de vida, de nuestro fútbol. Después marco Guardiola, en uno de esos goles que te hacen creer aún más que este año tenemos algo que no teníamos en los dos anteriores. Y el marcador volvió a iluminarse, como con Figueroa, con Manolo o con Juan Comas. Ganamos 2-0 y, aunque por fin estábamos entre los cuatro primeros, no nos fuimos contentos. Porque poco antes de terminar el encuentro, el tobillo de Isi se torció, y con él se torció toda la tarde. Queremos subir, pero queríamos subir con Isi en el campo, porque con Isi en el campo están presentes estos tres años agridulces de supervivencia, con Isi en el campo estamos un poco nosotros en el campo. Porque no es un producto, no es un negocio. Es fútbol. Y es algo totalmente diferente a lo que nos venden. Deberíamos negociar quién se queda con la palabra, pero nosotros nunca hemos negociado bien nada. Vamos a regalársela. O a lucharla, en todo caso.

Real Murcia: Simón; Juanjo, Golobart, Josema, Pumar; Rayco (Isi, 62' -Rubén Ramos, 81'-), Armando, David Sánchez, Alarcón; Guardiola y Curto (Juanma, 77').
Goles: 1-0 (Josema, 47'). 2-0 (Guardiola, 63').

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