Aterriza como puedas


Alejandro Oliva (@betandtuit)

Real Murcia, 1; Atlético Sanluqueño, 0.
Tenemos aeropuerto nuevo, y además parece que por fin es uno bueno, uno de verdad; pero tú tranquilo, que con aeropuerto o sin aeropuerto no vamos a dejar de ser la última mierda que cagó Pilatos. Tú no te preocupes por eso, socio, que eso no va a suceder de ninguna manera. Y mira que vino hasta el rey a inaugurarlo, pero no sé, se ve que faltaba la reina de Inglaterra, picha, el caso es que en los periódicos y las teles nacionales, una vez más, apenas salió Murcia. No hay manera. Quizá si el rey se hubiera pegado una buena hostia al bajar del avión, o algo de eso, algo de coña o algo negativo para que salga Murcia, claro, que entonces sí, sí, entonces Murcia sí. Tú asesina con una catana a tu familia y tendrás Murcia, tú córtale la cabeza a tu madre y tendrás Murcia, garantizado; pero tú intenta tener Murcia sin matar, o algo de eso, que no vas a tener Murcia en la puta vida. Somos la última mierda que cagó Pilatos, socio, no creo que don Manolo Preciado pensara en otra cosa más que en Murcia cuando utilizó esa expresión. Nadie sabe nada de Murcia. Nadie dice nada de Murcia. ¿Qué  pijo van a decir de Murcia, si no saben nada de Murcia? Pero, ¿y qué dice Murcia de eso? ¿Qué decimos nosotros? Pues cuando por fin tenemos aeropuerto nuevo, uno bueno y de verdad, y aterriza el primer avión, Murcia dice que en Alicante aterrizan dos o tres y despegan siete, que menuda mierda somos, Murcia dice que menuda mierda es Murcia. El primer día, ojo. Sin tregua. Cuando por fin tenemos aeropuerto nuevo en Murcia, Murcia llora la pérdida del antiguo, del que no era ni podía ser de verdad, del pequeñico que no daba más de sí, porque Murcia es pequeñica, se ve, porque Murcia es la última mierda, ¿no sabes?, encerrada entre los gigantes andaluz y valenciano, y por debajo de ellos, claro; la última mierda de un país que sistemáticamente nos ha arrinconado sin problema, porque no nos quejamos, qué va, al contrario, devolvemos el maltrato con un sorprendente y desmesurado sentimiento español. Es un proceso tal vez inconsciente, como un extraño complejo de orgullosa inferioridad, un cortarnos las alas entre vecinos, un sentido de la comunidad atrofiado, como acomodado en la mofa, en la pequeñez, basado en la queja desde el sofá, el desapego rancio y el virgencica, virgencica, que me quede como estoy como manera de vivir. Y todo es lo mismo. Todo está envuelto por ese aroma viciado. El Murcia necesita un proyecto de cantera, pero aquí el canterano es querido en abstracto, como un concepto general, porque el canterano concreto, con nombre, ya se puede ir a su puta casa desde el momento en que debuta, que con ese no vamos a ningún sitio, inútil, que sois todos unos inútiles sin sangre. Generaciones enteras perdidas por el runrún de una grada. Ahí está el caso de Simón, machacado y condenado por cometer un error a los 22 años. Ahí está Juanma. Incluso Armando, que no es de la cantera pero es de Santiago y Zaraiche, y no deja de ser señalado, en cuanto se descuida, por Murcia. Todo es lo mismo. Al Murcia deben salvarlo los murcianos pero en cuanto un grupo de ellos lo intenta se empieza a sospechar, a criticar sus decisiones, casi que a dudar de su amor por el Murcia, a pesar de que su empeño y su tiempo deberían merecer elogio, o por lo menos respeto. Todo está envuelto por ese aroma viciado. ¿Quién quiere matar al Murcia? ¿Quién está más interesado en que no haya más puto Real Murcia? Una pista: no es una universidad musulmana de Alicante, ni una protestante de Almería. Todo es lo mismo, y cuando todo eso ruge te acuerdas de don Manolo Preciado, de la última mierda de Pilatos y de cómo le fueron las cosas en Murcia (al pobre Preciado, no a Pilatos); de lo pequeñicos que somos y queremos ser; de ese extraño complejo de orgullosa inferioridad, del milagro diario de que siga existiendo el Murcia a pesar de los murcianos. Cuando todo eso ruge dan ganas de largarse bien lejos, ahora que tenemos un aeropuerto bueno, uno de verdad. Pero tú tranquilo que con aeropuerto o sin aeropuerto nada va a impedir que seamos la última mierda que cagó Pilatos.

Arrancaba la segunda parte de la liga y el Murcia recibía al Sanluqueño en plena adaptación a su nueva dimensión. El equipo se intenta acomodar a su realidad, después de vivir en el engaño corrupto de los Gálvez, y lo hace tras perder por completo, ojo, a toda su línea de creación y ataque del inicio de curso. El Murcia de la segunda vuelta será otro, pero de momento Herrero consigue que parezca el mismo y mantiene el tipo, agarrado a su defensa y a Maestre. Ganamos, que a estas alturas, en nuestra nueva dimensión, no sabemos muy bien lo que significa, ni para qué sirve. Pero ganamos. Los sueños de quedar primero han dejado paso a la realidad de llegar vivos a junio, sin más. Y de vivir más allá de junio. Esa es nuestra nueva dimensión. "Podemos irnos juntos lejos de este mundo tú y yo", cantan Los Planetas cuando se van De viaje, "en un viaje por galaxias infinitas hacia el sol". Podría ser un buen plan, ojo, ahora que tenemos nuevo aeropuerto, ese que de ninguna manera va a impedir que seamos la última mierda que cagó Pilatos. Irnos lejos de este mundo, socio. Y con el Murcia. Qué podría ser mejor que estar siempre juntos tú y yo.

Real Murcia: Mackay; José Ruiz, Hugo Álvarez, Charlie Dean, Nahuel; Maestre, Miñano (Juanma, 88'); Josema, Julio Delgado (Armando, 86'), Santi Bernal (Chumbi, 57'); Manel.
Gol: 1-0, Charlie Dean (74').

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