Tristes

Alejandro Oliva (@beandtuit)

Recreativo de Huelva, 2; Real Murcia, 0.

Corren malos tiempos para la lírica, pero sobre todo para la seriedad. No tengo muy claro cuándo comenzó la persecución de los serios, pero no cabe duda de que el Instagram y esas cosas la han impulsado a niveles de cacería. Ya no vale con ser guapo: hay que ser guapo y sonreír. Hace un par de años, una maestra acusó a mi hijo de ser serio, pero yo me lo tomé como un piropazo. Usted no se preocupe, señora. Tres años y serio, me dije. Apunta maneras, el tío. Quizá el problema sea que tendemos a confundir la seriedad con la tristeza y la tristeza con la seriedad, como si no se pudiera vivir una alegría inmensa con cierta reserva, o sobrellevar la tristeza con una sonrisa enorme y buen humor. Son tiempos de exhibición de la alegría, de risotada constante, a ser posible estruendosa, de jajajajas y jijijis, del chiste fácil y la tontería continua, por todos lados. La vida hay que llevarla con la mayor alegría posible, la vida hay que celebrarla siempre, por si acaso, y el humor nos hace mejores, el humor nos hace humanos, pero qué sentido tendría la alegría si no reservamos un tiempo y un espacio para la seriedad. Me gusta que me pongan la cerveza con una sonrisa, pero sin chiste, por favor. Y que me la vuelvan a poner sin pedirla, con alegría, pero sin carcajada, sin darle importancia, que suceda sin más. Que las cosas tengan su gracia natural, si la tienen. No todo tiene que ser un espectáculo, ni una imagen digna de instagramear. No tengo claro cuándo empezó la persecución de los serios, no sé cómo comenzó la cacería. Será un problema global, imagino. Sí recuerdo cómo empezamos a reírle las gracias a De la Morena frente a la seriedad de Supergarcía, y es como si aquello fuera un poco el principio de todo. Será casualidad. Cosas de los nuevos tiempos. Pero ahora nos llevamos las manos a la cabeza con el Chiringuito ese, con la coña continua en todo informativo de deportes, por llamarlos de alguna manera. Ahora no existes si no la lías, si no gritas o te pones un gorro de payaso o tuiteas una burrada. Ahora tu gol saldrá en la tele con más probabilidad si haces el imbécil al marcarlo que si lo metes por la escuadra desde 40 metros. Todos somos culpables, imagino. Corren malos tiempos para ser serio, hijo mío. 


El Murcia perdió en Huelva su cuarto partido de la temporada, el primero que no fue por la mínima, y aún está entre los equipos que menos ha perdido de su grupo. En Huelva, el Murcia, sin ser peor que el Recre, volvió a evidenciar sus carencias en ataque y, además, no pudo exhibir su fortaleza defensiva. Pero lleva cuatro derrotas, sólo cuatro, y ya estamos en febrero. Una casual y tres contra los grandes del grupo. El Murcia de la miseria, el Murcia de los balones con pegamento cuando se descosen, el Murcia sin un duro en octubre, el Murcia de Herrero, que apenas ha perdido y que ahí está, sin descoser, todavía vivo para todo. Aun así, sobrevuela en el ambiente la sensación de que Manolo Herrero sigue siendo entrenador del Murcia sólo porque el Murcia no tiene un duro, sólo porque el Murcia debe 55 millones de euros; sobrevuela la sensación de que Manolo en el Murcia sólo porque el Murcia es una ruina. Si el Murcia fuera un club normal, Manolo no estaría en el Murcia, sísí, eso sobrevuela por Murcia. ¿Y cuál es el problema de Manolo? ¿Que no deja el 4-2-3-1 ni para cagar? ¿Que no se arranca a jugar con dos puntas? ¿Que no pone a Armando salvo cuando no le queda otra? ¿Que sentó a José Ruiz el día que menos debía sentarlo? No, hombre, qué dices. Deja al fútbol en paz. El problema de Manolo es que Manolo es serio, y quien dice serio, ya sabes, dice triste. Ya se lo oí a alguien en Pinatar Arena, allá por julio o agosto, antes de perder siquiera un partido. “Este tío es muy serio. Este tío transmite tristeza”. Ya estabas sentenciado, Manolo, incluso aunque te aprendieras algún chiste en tu pueblo. Tu seriedad en las ruedas de prensa es sospechosa. Esa cara siempre, esa misma cara triste, ganes o pierdas. ¿No te la sabes cambiar? Esa actitud. Ese carácter sosaina. ¿Dónde cojones te crees que estás, Manolo? Aquí queremos bufones, hombre. Queremos gritos y alegría y baile, queremos alguien que la líe de vez en cuando. Queremos payasos. Transmite algo de una puta vez, Manolo. Ponte un sombrero raro, cántate aunque sea una saeta, cágate en dios. Algo. Acuérdate de Aira, otro sieso sin carácter que no se reía jamás, que hizo dos milagros en el Murcia con palicos y cañicas, pero sin una puñetera sonrisa, el cabrón. Acuérdate de cómo fue sentenciado antes de aquel playoff por los enemigos de la seriedad. Por los graciosos. Por los alegres, los de la barriga y las risas y la champions. Los que decidieron que faltaba carácter, y gritos, y algún chiste, quizá, y cojones, siempre cojones. Ahora vuelven a hablar de tristeza y nos echamos las manos a la cabeza. Pero cuando no es por una cosa, es por otra. Cuando había dinero y cuando no lo hay. Jamás han dejado a nadie dirigir más de dos años seguidos al Murcia. Que ellos puedan volver a tomar decisiones sí que sería triste. Malos tiempos para ser serio, Manolo. Malos tiempos para ser serio, hijo mío.

Real Murcia: Mackay, Parras, Charlie, Armando, Nahuel (Fornies 77’); Maestre, Juanma (Víctor Curto 65’), Jeisson, Miguel Díaz, Josema (Santi Bernal 85’); Manel.

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