Un mensaje de Benito


Valero

Tamaraceite, 1; Real Murcia, 0.

Se rifaba una hostia. Cada temporada se rifan unas cuantas, pero este año era un sorteo muy especial, porque había más premios que nunca. Nunca había sido tan fácil ganar, o sea, perder. Era un año en el que había que ser especialmente cuidadosos. Aunque siempre te puede tocar, eso está claro. Una papeleta o dos siempre llevas por defecto. Pero esta vez hemos llevado muchas. El Murcia ha sido un acaparador de papeletas, se ha llenado los bolsillos de ellas, y en consecuencia se ha postulado como uno de los grandes candidatos a llevarse una de las hostias en juego. Ahora es casi imposible no ganar. Hay una hostia para nosotros. El premio es que estamos en la D. En Tercera, que en realidad es la cuarta, aunque será una Tercera tan antinatural, tan acorde al fútbol feo de hoy, que parecerá una Segunda B-B. Lamentablemente no habrá Relesa Las Palas ni Olímpico de Totana: habrá más filiales. Filiales de filiales, incluso. Dan ganas de empezar a ver voleibol. 

Y por supuesto: esto lo escribo a posteriori. Que vamos a ganar el sorteo (a perder) lo sabemos ahora. Pero no entendería que nadie se comparase con la miseria de otros equipos que han fracasado o apelara a la mala suerte. Allá esos otros equipos con sus papeletas, yo sé las que hemos comprado nosotros. Metes la mano en el bolsillo, sacas una de las papeletas y se lee: "Tu entrenador y tu director deportivo, peleados". La guardas. Sacas otra. "Reparto de fichas sub 23". Hay muchas: "El director deportivo ficha a su hijo de Tercera". "Renovaciones de jugadores que estaban tiesos". "Te quedas con jugadores que ya han demostrado que no tienen nivel". "Defensa pipiola en la categoría donde sólo importa defender". Papeletas y más papeletas. "Mercado de diciembre desquiciado". "Jugadores fichados como al peso". "No hay extremos". "Los porteros". "Pedrosa". "Dejas que Chumbi, cuando está muy bien tras dos años fatal, se vaya tan pancho al Marbella". "Yeray eh mejó qArmando". "Veteranos de vuelta de todo a los que les pides que se ilusionen por dejarte en la Pro". "Hay que traer jugadores de entre 23-25 años pa que exploten aquí". Tantísimas papeletas. Conste que sólo retrato desaciertos deportivos, atribuibles básicamente a los profesionales que hemos tenido, es decir, Julio Algar y, con menor responsabilidad, Adrián Hernández. Los dos hicieron las prácticas en el Murcia, a un alto precio. En cualquier caso, la directiva no era quien tenía que darse cuenta de las decisiones deportivas que no tenían ni pies ni cabeza: los profesionales sí. Confiaron en los profesionales equivocados, y se dieron cuenta tarde.

Pero quiero cerrar por otros territorios. Además, bastante tiene el KBusiness con el lío institucional, que puede comprometerles a niveles serios, dependiendo de los pasos que el mexicano decida dar. Sólo por ese riesgo que han elegido correr merecen respeto. Quiero acabar lejos: recordando a Benito Floro en el vestuario de los Camps D'Esports de Lleida, una tarde de marzo de 1994. El Madrid de los últimos coletazos de la Quinta del Buitre caía 2-1 al descanso contra el recién ascendido Lleida de Mané, y ése terminaría siendo el resultado final. Floro no estaba contento, y así se lo hizo saber a los jugadores, con una charla más bien demagógica, en la que la mayoría de frases se confundían con topicazos de aficionado, como de senador que cree que el Tamaraceite no puede ganarle al Murcia sólo porque su nombre suena a chiste, o que el Lleida no puede pintarle la cara a un Madrid en el que juega Ramis. Dado que la charla fue esencialmente populista, resultó muy apreciada entonces por el aficionado de a pie, que siempre cree que los jugadores espabilan en el descanso cuando les gritas muy alto que hay que echarle más cojones. Sin embargo, hay una frase muy cruda y muy pura en ese discurso de un Benito Floro al que no le quedaban más de dos semanas en el cargo. Hay una frase que sí merece ser rescatada, y que es eterna, para el fútbol, para la ebanistería, para todos los oficios, para la vida. Es tan eterna que puede ser aplicada incluso a un gol del Tamaraceite a balón parado en el que Verza es incapaz ni de molestar siquiera a su marca, que termina marcando a placer de un cabezazo simple, rutinario, de esos que parecen imposibles en un partido tan importante. Verza, un extraordinario futbolista que habrá merecido encendidos elogios de aquellos que más lo hayan disfrutado en el Almería o en el Levante, hoy merece otra cosa. Hoy merece la frase de Benito Floro en aquella tarde de Lleida, pronunciada exactamente a los 64 segundos de esa charla: "¿Cómo puede ser uno jugador de fútbol y no llegar al remate sufriendo? ¿Cómo puede ser uno jugador y quitarse de encima?". Qué duro. Qué bien tirada. Cómo puede ser uno panadero y no tener el pan listo a las 7 de la mañana. Lo básico. Cómo puede ser uno mecánico y no mancharse de grasa. Acto seguido, Benito se caga en Dios.

Alineación: papeletas.

Goles: cómo puede ser uno jugador y no llegar al remate sufriendo.

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