Carta anticarta al murcianismo

Valero

Querido aficionado del Murcia:

En el verano de 2009, el Levante estaba bien jodido: arruinado y en concurso de acreedores, tembloroso ante una Segunda División que no se anticipaba precisamente fácil, con el Betis, con la Real Sociedad, con el Celta, con el Rayo o incluso con un Murcia de esos que seguía yendo de medio rico paleto. Una Segunda en la que se podía bajar muy tranquilamente, como efectivamente bajó el Murcia de Kike, Chando y Natalio. Seguro que fue un verano de cartas bienintencionadas desde la afición del Levante, un verano epistolar con reivindicaciones históricas: ahora que no tenemos un duro, ha llegado la hora de apostar por la cantera. La hora de los valencianos, de nuestros jóvenes talentos. Es la hora de tener por fin un modelo a largo plazo.

Esa temporada, el Levante subió a Primera División con uno de los presupuestos más bajos, teniendo de pilares a Ballesteros, Juanfran, Juanlu, Xisco Muñoz y Rubén Suárez, todos ellos en la treintena o casi, todos ellos ya de vuelta y por tanto sin sitio en todas esas cartas sobre el futuro. Y de refresco en las segundas partes, nuestro Samuel. El Levante subió a Primera sin dinero pero con veteranos de acero que sabían cómo se ganan partidos de fútbol. Las cartas debieron pedir cantera, largo plazo, estilo reconocible, pero el Levante respondió con treintañeros, oficio, fútbol feo y patadas, corto plazo. Quizás no tenían modelo, pero sí tenían un rumbo, y eso era más que suficiente. Hasta les dio tiempo para hacer su concesión al romanticismo de las cartas: subieron a dos canteranos, los que debieron hacer méritos. Uno de ellos era Iborra. 

El Levante de postguerra 2009-2010 nos señala un camino realista que más tarde nos confirmaría el Murcia del Chuti y Julio Velázquez: en mitad del desembarco de Normandía no existen los modelos. Existe sobrevivir. Pero la lucha por la supervivencia puede ser inteligente, estar tranquilo, acechar, aprovechar al máximo tus pocos recursos, o puede ser suicida, perder los nervios, salir corriendo, confiar en Julio Algar. Eso es lo que marca la diferencia, y no el supuesto modelo. ¿Acaso no tenía Julio Algar un power point? Y trajo muchos murcianos, ¡Mirad cuántos murcianos! ¡Nacido en Puerto Lumbreras! ¡Tiene una abuela en Mazarrón! Muchos murcianos que, en la mayoría de casos, hoy juegan en Tercera. Bajo las balas lo importante es contratar a un director deportivo y un entrenador lo suficientemente listos para que agrupen todas las cartas bienintencionadas que lleguen al club, hagan un montoncito con ellas y las quemen en una chimenea. Además, ¿Es que no sabemos ya que los empleados brillantes en cualquier organización llevan ya de por sí un cierto modelo en su cabeza? Suelen aportar ese valor añadido, porque si son verdaderamente buenos, también miran a largo plazo. Se trata de encontrar a esas personas, y que la inercia haga el resto.

Hoy por hoy, el modelo es tener de nuestro lado al que se dé cuenta de lo que necesitamos en este preciso momento, bajo esta precisa lluvia de balas. Quizás cuatro buenos veteranos ahí atrás, sin complejos. O quizás diez canteranos, si es que de verdad eso es lo ideal para el equipo, porque no puede haber nadie mejor que esos diez chavales. O una mezcla. ¿Cuál puede ser la única pincelada de modelo que 'imponga' el club en una situación tan calamitosa como la actual? Perfecto: inculcar la filosofía de que ante la duda, el canterano. Crear el clima para que chirríe que un Garmendia le quite el sitio a un Arturo. Que nos suene raro que Iván Pérez desplace a un Quereda, o que Pedrosa no pueda irse para que venga Marcos Mendes. Obligar a una mirada más profunda hacia la cantera, pero no por romanticismo ni por la esperanza de sacar pasta por ellos (en estas categorías viene un Mirandés y se los lleva por 20.000 euros) sino por egoísmo: suelen ser objetivamente mejores que los que traemos de fuera. 

Estamos en la 'D', y el mejor camino para salir de ahí será el camino más corto. Tendría gracia que el modelo que no hemos fijado en cien años se lo exigiéramos a un moribundo. "Largo plazo", decimos muy alegremente. El largo plazo muere cuando la próxima temporada llevemos un punto de nueve tras tres jornadas, y el mismo que tecleó "Largo plazo" en la carta empiece a estar hasta los cojones de ese lateral de la cantera que manda todos los centros a la grada. 

El verdadero modelo debe ser implantado en los despachos: si es que no hay dinero, es importante que los quemacartas estén flanqueados por dos economistas de esos de perfil judío que ni vean los partidos de fútbol. Que se olviden de todo el fútbol que crean saber. Y el resto del club, comerciales buscando pasta. Cinco comerciales haciendo 50 llamadas todos los días. Que seamos famosos entre los empresarios y las instituciones de la Región. Que nuestros comerciales sean los más temidos.

Ese es el modelo: quemacartas talentosos*, judíos y comerciales. Y estamos en Segunda en tres temporadas. 

PD. Por favor, firma esta carta virtualmente pinchando en este enlace.

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*Mis combinaciones de quemacartas favoritas:

-Carlos Álvarez / Ismael Garrido - Loreto

-Óscar Sánchez - Aira

-Óscar Sánchez - Loreto

-Manolo Molina - Loreto

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