Omitir intro



Oliva B (@beandtuit)

Tenemos tanta prisa que ya no nos da la vida para ver las letras del principio de las series. Se ve que en algún momento alguien lo detectó, me imagino que en los aledaños de San Francisco, un gurú de esos como los que tiene Mercadona para sugerir brillantemente hacendados según los gustos del consumidor, y creó la función OMITIR INTRO. Recuerdo cuando sí teníamos tiempo para ver las intros, e incluso disfrutarlas a veces más que la propia serie, quizá por ese sabor tan auténtico que tienen las previas, las esperas; el sabor infinito de la ilusión frente al de la amarga realidad. Pero todo eso terminó, ahora tenemos que apresurarnos, impacientes; correr, que no llegamos. Nos sentamos relajados en el sofá, se supone, después de un día duro; o incluso después de un día de tocarnos los cojones, más relajados si cabe, y es justo entonces cuando salta el mensaje OMITIR INTRO, que se clava como un dardo entre las cejas. Ahí tienes la opción, hombre, lo tienes bien fácil: omite la intro, sáltatela, pijo. ¿Te vas a permitir el lujo de ver las letras, cabronazo, con la prisa que tienes? Te aparece el SALTAR INTRO (la versión de otras plataformas) y ya da igual que des uso a la función o no; que tú omitas o no la intro ya es lo de menos, porque su mensaje lo tienes dentro: acelera, corre, no te pares que no llegas, ten prisa, por el amor de dios, no seas un puto parado de esos que se queda ahí viendo las intros. Y no solo la intro, ojo. ¡Si solo fuera la intro! Tenemos tanta prisa que antes de omitir la intro ya te han permitido omitir el resumen de los capítulos anteriores. No estamos aquí para perder el tiempo con esa puta maravilla de en el episodio anterior, no. Corre, omite, que no llegas. Y al terminar el capítulo, claro, te pasan directamente al siguiente, sin esa pausa necesaria de las letras finales, sin respiro, en 10 segundos, o en 3, que algunas plataformas te pasan al siguiente capítulo con una velocidad que ni Usain Bolt con el mando a distancia en la mano sería capaz de impedirlo. Omitir, saltar, descartar la espera y la paciencia (quizá lo que nos diferencia de los animales); ir lo más rápido posible, acelerar, no dejar que el siguiente capítulo repose una semana, ni un día, ni unos minutos, ni unos créditos finales, ni siquiera una mísera intro, omítemela, que me encabrono. Para qué esperar pacientemente algo cuando se puede omitir. Omitir intro, qué función. Quién la detectaría, quién fue el hijodeperra en los aledaños de San Francisco, por qué no le paramos los pies a tiempo. Tenemos tanta prisa. Y una terrible sensación de que cuanto más corremos, más tarde llegamos.

Omitir intro, saltar intro, saltar la Segunda B, saltar la segunda refefeffef esa. La prisa y la impaciencia como estilo de vida. Es el fin de la espera, del proceso, de los tiempos que estructuraban el mundo y nos ayudaban a comprenderlo (un poco). Verano, otoño, invierno, primavera. Pero ya no. Ya hay lugares donde se puede gozar de un verano suave continuo con pulsar un par de botones, y de playa donde no hay playa, y de pistas de esquí en mitad del desierto. Las soluciones tecnológicas nos lo dan casi todo, y al momento: alcachofas durante casi todo el año, una cita para follar en media hora, series y fútbol cuando nos sale de los cojones. Casi todo con tocar uno o dos botones, como si omitiéramos una intro. Costará explicar a las nuevas generaciones que antes las cosas tenían sus tiempos; ya cuesta, de hecho. El problema surge con ese tipo de cosas que se resisten a las soluciones tecnológicas, las cosas que siguen requiriendo sus tiempos en 2022. Cuando no hay botón mágico, cuando no hay posibilidad del capricho inmediato. Cuando no podemos omitir lo que disgusta, lo que no nos interesa. Verano, otoño, invierno y primavera. Pretemporada, inicio, meollo y final de temporada. El fútbol también tiene sus tiempos, que no se adaptan al mercado, ni a las exigencias del consumidor acostumbrado a omitir intros, y que termina por juzgar una jornada de agosto como una de finales de invierno, angustiado, y por exigir en septiembre los resultados de primavera. Desde el sofá, impaciente y nervioso, pulsando el OMITIR INTRO hasta destrozarse el dedo, olvidando que las victorias no llegan porque se deseen, ni porque se exijan, sino porque se trabaja. Pero tenemos tanta prisa que es imposible pararse a pensar. El acelerador a fondo, porque da un poco igual el destino, no sabemos bien dónde hay que llegar, lo importante es que el camino esté construido de impaciencia y ansiedad. ¿Creará alguien la función OMITIR el OMITIR INTRO, para los que no queremos circular por ahí? Quizá algún día un gurú lo detecte, alguien que caiga en la cuenta de que no se trata de llegar a ningún sitio, sino de disfrutar de cada capítulo, de cada momento del capítulo. Quizá ya estén con algo de eso en los aledaños de San Francisco. O quién sabe. Quizá se le ocurra a uno de esos tipos que sugiere brillantemente hacendados según los gustos del consumidor.

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