Moyano: "Lo paso mal en un estadio, querría estar jugando"


Luis María Valero

No hay goles más bonitos que los que nunca has visto, no hay goles más bonitos que los que sólo puedes imaginar, y yo no vi ningún gol de Horacio Abel Moyano Cuello (12-8-1956, Santa Fe, Argentina). En la vida se pueden ser muchas cosas: hay albañiles, hay decoradores de interiores, hay traficantes de metanfetaminas, hay sepultureros y también hay extremos izquierdos. Moyano fue un extremo izquierdo, pero aunque estaba allá escorado, desde muy pequeño se le torció la mirada hacia la portería, quizás porque era diestro y su lado natural coincidía con la dirección del gol. Un día del verano de 1982, el legendario secretario técnico de aquel Murcia, Paco Sánchez Sabater, decidió que quería en La Condomina esa mirada torcida hacia el gol, así que intentó telefonear a Horacio, que estaba entonces descansando en su pueblo, Serodino, tras una temporada difícil en el Betis. Sabater desafió todas las leyes de la telecomunicación de los 80, y logró no se sabe ni cómo que al otro lado del mundo sonara la voz de este extremo izquierdo con pinta de guitarrista de los Ramones. Lo más difícil era llamar de Murcia a Serodino en 1982; fichar a aquel melenudo fue lo más sencillo.


Todos tenemos un campo de fútbol que es algo así como una sede oficial de nuestra infancia: el campo, el patio o incluso la calle que recordamos siempre que nos vemos a nosotros mismos dándole patadas a un balón de niños. ¿Qué campo, qué patio o qué calle es la sede del fútbol de tu infancia?

Una canchita en mi pueblo, Serodino, en la provincia de Santa Fe. Serodino tiene unos 5.000 habitantes, y por allí jugaba con amigos y compañeros. A esa canchita íbamos todos los días después de comer, y jugábamos con la pelota toda la tarde, hasta la noche. Toda mi infancia era jugar a la pelota. Iba a la escuela y a veces el profesor me hacía una pregunta que yo no sabía, y como siempre me veía jugando al fútbol, me decía: “¿Pero la pelota te va a dar de comer?”. Se refería a que debía estudiar. Yo tenía el fútbol metido en las venas. No había móviles, ni computadoras, así que sólo teníamos la pelota. 

 

¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol?

Yo estaba siempre jugando en mi pueblo, y después di mis primeros pasos más serios en el club de acá, el Club Atlético Belgrano. Allí estuve hasta los 15 años. En el equipo de Primera División jugué un solo partido, en el que ganamos 1-0 y yo metí el gol. Pero yo siempre jugaba en el equipo de abajo. A partir de ahí, muchos le dijeron a mi padre que me tenía que llevar a probar a Newell’s Old Boys, un club muy importante de Rosario, del que por ejemplo salió Messi. Mi padre me llevó, y tuve la suerte de que me fueron bien las cosas, así que mi vida la hice en Newell’s desde los 15 años. Además de Messi, de allí han salido grandes jugadores como Jorge Valdano, Pochettino, Batistuta, y muchísimos más… Mi padre, Abel, que hoy tiene 87 años, y mi madre, Juana, que tiene 84, eran gente humilde, trabajadora, y no podían ayudarme mucho, pero yo me las ingeniaba. Estuve trabajando un tiempo de pintor para pagarme el pasaje para ir a Rosario a entrenar. Hice muchos sacrificios, pero al final valió la pena. Pasé por todas las escalas inferiores de Newell’s hasta debutar en Primera con 18 o 19 años. Llegué a jugar en la selección juvenil argentina con 19 años. Fuimos a jugar el Preolímpico a Brasil, y quedamos terceros. Después, a los 20 años ya me fui a España.





¿Cómo te definirías como jugador?

Delantero, normalmente por el centro o por banda izquierda. Yo hacía goles, se me daba bien. Lo típico de mi juego era conducir el balón controlado, driblar, ir adelante con velocidad. Siempre buscaba el área contraria, pero no era egoísta, también me gustaba pasar el balón. Tenía buen disparo, le pegaba con las dos piernas, por eso jugaba muchas veces por la izquierda, aunque yo era diestro. Le pegaba mucho con el exterior, que era algo que llamaba la atención de mis compañeros. Usaba ese tipo de golpeo para sacar córners o faltas, y no era algo muy común. Muchas veces se jugaba con dos delanteros y había que moverse por ese frente, aunque yo siempre he ido más por el lado izquierdo. Me hacían muchas faltas al borde del área, y penaltis.

 

¿Coincidiste en Newell’s con Marcelo Bielsa?

¡Claro que sí! Fuimos compañeros en el equipo de abajo de Newell’s, el reserva, no en Primera. Salimos campeones en la Tercera División, tras jugar la final con Rosario Central. Tenía mucha confianza con Marcelo, aunque ahora hace muchos años que no lo veo. Es de la misma zona que soy yo. Era un defensa, un 2, y no era mal jugador. Ya era un personaje en aquella época. Iba un poco a su bola, era un bohemio. Tenía cosas raras. Cuando Marcelo iba a convertirse en entrenador, un compañero de Newell’s de aquella época que luego sería campeón del Mundial 86 con Argentina, Ricardo Giusti, me dijo que no podía creérselo. “¿Marcelo Bielsa entrenador? ¿Pero cómo va a ser entrenador?”. Lo teníamos por un tipo raro.

 

Llegas a España. 1977-1981: tus años en el Hércules. ¿Cómo se gesta el fichaje?

Vino casualmente a Argentina un técnico del Hércules a ver cinco delanteros, y entre ellos estaba yo. Entonces el Hércules estaba en Primera División. En ese momento andaba muy bien: era el goleador de Newell’s e incluso sonaba para ir a la selección. Y bueno, me eligieron a mí. En una semana se hizo la operación. Newell’s no me quería vender, porque era muy joven, y en esa época no era tan normal ir de pibe a Europa, pero se dio. Fue todo muy rápido, no dio tiempo ni a pensarlo. Yo estaba viviendo en Rosario con un compañero de Newell’s, y vino a visitarme mi madre diciéndome que habían dicho por la televisión que un club europeo me quería fichar. Yo le dije a mi madre que no, que no podía ser yo… Pero era verdad. Fui el último que se enteró.

 

¿Cómo recuerdas ese primer viaje a España?

Difícil. El avión hizo escala en Brasil, y el viaje se me hizo eterno hasta llegar a Madrid. Yo mismo me preguntaba durante el viaje: Madre mía, ¿Pero dónde voy a jugar? Me pareció que España estaba muy lejos, muy lejos. Me cambió todo. Lo pasé muy mal, porque lo había dejado todo en Argentina: mis padres, mis amigos, todo. Sólo yo sé lo que pasé. Lloraba muchas noches, y me quería volver a casa. Era muy joven, cumplí justo los 21 años al poco de llegar a España. Pero bueno, había elegido esa profesión, y debía tirar adelante.

 

¿Cómo vivieron tus padres que te vinieras a España?

Mi madre aún hoy me dice que pasó veinte años muy mal, mientras yo estaba en Europa. Me tenía allá, y le fue muy complicado. Ya sabes cómo son las madres… Mi padre habrá sufrido también, pero lo llevó mejor, porque es futbolero, y le gustaba que hubiera elegido esa profesión. A los cuatro meses de estar en España, tuve que pedir al presidente del Hércules, José Rico Pérez, que trajera a mi madre a Alicante, porque me sentía muy mal. Rico Pérez me trató como a un hijo, y la trajo a España. Mi madre estuvo un par de meses viviendo conmigo, y eso me ayudó.

 

Hiciste tu vida en España

Me casé con una chica española, me separé, tengo dos hijas y tanto ellas como mis nietos están en España. Querría hacer un agradecimiento a mi familia por todo lo que me han ayudado…

 

Adelante

Quiero darle las gracias a mis hijas Jéssica y Marina, que no me vieron jugar, y a mis tres nietos, que me acompañaron en el homenaje que me hizo recientemente el Real Murcia. Son Jorge, Aroa y Álex. También quiero darle las gracias a mi pareja, Andrea, con la que estoy ya varios años. Y por supuesto a mis padres. ¿Qué puedo decir de mis padres? Quiero agradecerles todo lo que han hecho por mí. Quiero dedicarles esta entrevista con mucho cariño. Doy gracias porque todavía los tengo, y quiero disfrutarlos lo más que pueda. Mi madre conserva un cuaderno mío de niño que me mostró hace poco, y donde aparece un dibujo que hice de una cancha de fútbol y unos jugadores de River Plate y Boca Juniors. En ese dibujo ya se veía que yo quería ser jugador de fútbol. Parece que ya desde chiquito lo tenía en mente.




En 1977 se celebraron las primeras elecciones democráticas en España, tras la dictadura. ¿Qué sensación te transmitió el país?

Yo venía también de una dictadura en Argentina, estaban los militares, y ya sabes cómo son esos regímenes… aunque yo no tuve problemas allí. España me pareció un paraíso. Siempre se lo decía a mis padres por carta, porque hablar por teléfono era una odisea. Me gustó mucho España, la gente era encantadora. Era un país mucho más adelantado en todo, se notaba que estaba progresando. Había mucha libertad. Me fui muy joven, y el presidente del Hércules me cuidó mucho, pero aun así, hice un poco de las mías… Cosas de la juventud. El presidente me llegó a poner hasta un detective, porque decían que salía mucho por las noches. Era difícil no hacerlo, con esa edad, y además, es una zona con muchos boliches... Caí bien a la gente y me aguantaron muchas cosas.

 

Jugaste poco en esos inicios en el Hércules

El primer año jugué poco porque hubo problemas con el papeleo. En aquella época se permitía que jugaran dos extranjeros en Primera División, y el Hércules me compró porque pensaba que a uno de los extranjeros que ya estaba allí le permitirían jugar con nacionalidad española. Pero finalmente no se pudo, y claro, me quedé un tiempo sin jugar. Al menos me sirvió para adaptarme. Lo pasé mal, en todos los sentidos. Me costó adaptarme, futbolística y físicamente.

 

Poco a poco vas creciendo y jugando cada vez más en Primera División

Con la ayuda de la gente del club, sobre todo del presidente, y de compañeros, logré adaptarme. La segunda temporada en el Hércules ya fue buena, igual que la tercera y la cuarta, con el equipo consolidado en Primera. Fueron las mejores temporadas de la historia del Hércules. Sobre todo la última fue cuando exploté. Anduve muy muy bien. Te digo más: Luis Aragonés habló conmigo para llevarme al Atlético de Madrid, y yo me puse muy contento, porque era un equipo muy importante. Pero resulta que al terminar la temporada, Aragonés se pelea con el presidente del Atlético de Madrid, Vicente Calderón, así que no se concretó mi fichaje por ellos. Entonces yo pensaba seguir en el Hércules… pero Luis Aragonés fichó por el Betis y me llevó con él. El Betis pagó mucho al Hércules. Fue uno de los traspasos más importantes de aquellos tiempos, unos 60 o 70 millones de pesetas, además de darle un jugador al Hércules.

 

En ese verano jugaste un amistoso contra la Argentina de Maradona

Tengo una foto con Diego en ese amistoso en el Rico Pérez, en agosto de 1981. El partido coincidió con las negociaciones entre Hércules y Betis para mi traspaso, y por eso no me querían dejar jugar, pero logré convencerlos. Se jugó ese partido porque la sede de la fase de grupos de Argentina en el Mundial 82 era Alicante y Elche. Maradona me dio su camiseta, y la tiene guardada mi hija Jéssica. Diego se quedó con mi camiseta. Fue todo muy lindo.




¿Conocías a Maradona?

Jugué contra él cuando éramos muy jóvenes. Él estaba en Argentinos Juniors con 15-16 años, y yo estaba con 19 años en las inferiores de Newell’s Old Boys. Fuimos a jugar a cancha de Argentinos Juniors, les ganamos 1-2 y yo metí el segundo gol. Le conocí ahí. Como jugador fue algo excepcional, no he visto otro como él. Ahora se dice de Messi, pero Maradona fue algo muy impresionante. Además, en aquella época se pegaba mucho, se castigaba mucho, y Diego iba al frente, se la aguantaba. Luego a su alrededor tuvo algunas cosas no muy buenas, pero eso ya es su vida.

 

¿Cómo viviste su muerte?

Diego había venido a Argentina a dirigir a Gimnasia y Esgrima La Plata, pero estaba ya bastante mal, muy deteriorado. En nuestro país, Maradona es un Dios. Nos dio el Mundial 86, y todo el mundo lo adora. Es normal, porque aquí se vive mucho el fútbol, hay mucha pasión, y Maradona aquí era… puff, algo increíble. Su muerte fue un dolor impresionante para Argentina. Recuerdo la cantidad de gente que salió a la calle para despedirlo, y eso que ya estábamos en pandemia. Hubo mucho quilombo ese día.

 

¿Cómo fue esa temporada 81/82 en el Betis?

Me llevaron como un jugador importante, pero el que me trajo fue Luis Aragonés, y resulta que a los tres meses se marchó. Luis era un tipo muy serio y muy responsable en todo, y tenía muchos problemas con la directiva. Desde ahí ya me fue todo mal. Llegó un entrenador vasco, Rafa Iriondo, que resulta que había entrenado al equipo en la 77/78, y ese año el Betis bajó a Segunda. Uno de los ‘responsables’ de ese descenso fue el Hércules, donde jugaba yo entonces, porque acomodamos un partido con el Burgos en la última jornada. Empatamos a cero y nos quedamos los dos en Primera, y el que bajó fue el Betis de Iriondo. ¿Qué íbamos a hacer? Pues empatar. Y resulta que tres años después, Iriondo no se había olvidado de aquello. Me marcó desde el primer momento, me echó la cruz y me hizo la vida imposible. Tenía dos años más de contrato en el Betis, pero cuando acabó la temporada me quería ir. Mis compañeros entendieron esa decisión, Cardeñosa, Gordillo, todos. Habrían hecho lo mismo que yo.

 

En ese verano de 1982 te llama el Murcia, entonces en Segunda

Yo estaba en mi pueblo en Argentina, y no sé cómo lo hizo Paco Sánchez Sabater para localizarme. Me habló de tal forma que me convenció para fichar por el Real Murcia. Sánchez Sabater era un hombre peculiar, muy apasionado por el fútbol. Me hubiese gustado saludarlo cuando estuve en Murcia, porque se portó muy bien conmigo. Acertó bastante como secretario técnico, trajo jugadores importantes al Murcia bajo la presidencia de Pepe Pardo Cano.


¿No te costó dar un paso atrás y jugar en Segunda en aquella primera temporada 82/83? No sé si entonces el Murcia pagaba en Segunda quizás lo mismo que muchos equipos de Primera

Sabater me habló muy bien del Murcia, y yo también conocía la ciudad y al equipo. A priori fue un paso atrás, lógico, pero se me dio en ese momento esa opción, que era buena. Más o menos cobraba en el Murcia lo mismo que en el Betis, me lo respetaron. El Murcia tenía una opción de compra por 15 o 20 millones de pesetas, por si después de esa temporada quería ficharme. A final de temporada, tras el ascenso a Primera, el Murcia ejecutó esa opción, y yo estuve de acuerdo. Me quería quedar en Murcia, estaba encantado de la vida.




En esa temporada 82/83 que acabaría en ascenso a Primera nuestro entrenador fue Eusebio Ríos. ¿Qué recuerdas de él?

De él sólo puedo hablar muy bien. Un entrenador muy serio, muy responsable, muy honrado y trabajador. Contó siempre conmigo. Fue el entrenador de lo que seguramente fueron los mejores años del Murcia.

 

¿Con qué entrenador te quedas de todos los que tuviste en el Murcia? Eusebio Ríos, Campillo, Dunai, Kubala...

No puedo hablar mal de ninguno de ellos. Con todos jugué, más o menos, y con todos me llevé bien. Sigo teniendo muy buena relación con Vicente Carlos Campillo, es una muy buena persona. Recuerdo que con Dunai hicimos muy buena temporada, y que la llegada de Kubala fue una sensación en Murcia. No me puedo quedar con un entrenador. A mí me encantó Campillo, era muy capaz.

 

¿Tus padres fueron a visitarte a Murcia alguna vez? ¿Les gustaba la ciudad?

Mis padres y mi hermano me vinieron a visitar siempre en España, y Murcia les gustó un montón. De siempre les encantó España a mis padres, y eso que era gente que no había salido de Argentina, y que son de un pueblito, imagínate… Mi madre se acuerda mucho de Murcia. Cuando he regresado hace poco me he dado cuenta de lo que ha crecido la ciudad, para mejor. Está bien preparada España. Han adelantado en muchas cosas.

 

¿Dónde vivías en Murcia?

Siempre cerca de La Condomina. Cuando llegué, estuve un tiempo en un edificio pegado al estadio, y después me fui a la calle Madrid, que también está muy cerca de La Condomina. Era muy buen sitio. Hice amigos por toda esa zona. Frecuentaba mucho el Bar Romero, el que estaba en la esquina del estadio. Antes del entrenamiento tomábamos allí los cafés, y después del entrenamiento tomábamos alguna cervecita y un poco de pulpo o calamares. Sobre todo iba mucho con Pepe Vidaña. En ese bar eran tres hermanos, y yo era muy amigo de ellos. Me hubiera gustado saludarlos cuando fui a Murcia, pero no pude. Estábamos muy cómodos y muy bien en el Romero.

 

¿Recuerdas algo de las fiestas de Murcia?

Me acuerdo, cómo no me voy a acordar… el Bando de la Huerta, lo de la sardina… Siempre estaba presente, eran fiestas muy lindas, muy emotivas.

 

¿Salíais mucho ‘de boliches’ en aquella época?

En esa época también se salía, pero no era como ahora, que se sabe todo más rápido. Claro que salíamos, cómo no… A algunos jugadores les gustaba más salir, y a otros menos. Estábamos casados, pero siempre había alguna escapada. ¿Para qué te voy a mentir ahora? Aparte, en Murcia había buena movida por las noches.

 

Sabes que hace un par de años falleció Pepe Vidaña, el jugador con más partidos de la historia del Real Murcia

Pepe fue mi compañero y mi amigo. Fue con quien más amistad hice en Murcia. Me atendió muy bien desde el principio, como capitán que era del equipo. Él ya llevaba muchos años allí, tenía una historia. Y conmigo fue un fiel, fiel compañero. Era muy buena persona, le recuerdo con mucho cariño. Me sentó tan mal lo que le pasó… Pero desgraciadamente la vida tiene estas cosas. Como jugador, Pepe era muy bueno. Tenía una zurda privilegiada con la que de repente te hacía un desplazamiento de 40 metros. De cabeza iba muy bien, y tenía muy buena colocación en el campo. Era un muy buen central. Todos nos manejábamos con él. Cuando teníamos reuniones y había que hablar con el presidente, siempre lo veíamos antes con él, porque aunque no nació en Murcia, era un murciano más, y era nuestro líder.

 

¿Cómo era el ambiente en La Condomina? ¿Se notaba la exigencia por subir a Primera?

Ya había visitado el estadio con el Hércules, e incluso había hecho algún gol allí. Desde el primer momento me llamó la atención el estadio, porque era cerradito. La Condomina se llenaba en Segunda y alentaba mucho. También nos exigían, pero eso era normal, porque teníamos que estar en Primera, por afición, por la ilusión de la gente. Gracias a Dios, siempre tuvimos buen equipo durante mis años, y no tuvimos muchos problemas.

 

Imagino que ya entonces tendríais problemas para encontrar un campo de entrenamiento

Bueno, eso fue un problema que tuve en el Hércules, el Betis, el Murcia… Siempre teníamos que andar recorriendo otros campos de la zona, porque no había una ciudad deportiva o un campo fijo. Lo que recuerdo es que Juan Valverde hizo un campo de fútbol muy lindo cerca de donde él tenía los Zumos Juver. Ahí entrenábamos mucho.

 

Metes 11 goles en aquella temporada del ascenso. 

Antes ni tenía en cuenta los goles que marcaba. Todo fue muy bien. Mis características eran aprovechar mi velocidad, mi regate.

 

Háblame un poco de Pepe Pardo Cano como presidente

Tengo que hablar muy bien de Pepe. No recuerdo si fue Sánchez Sabater o alguien más de la directiva, pero cuando viajé desde Argentina fueron a esperarme al aeropuerto de Alicante para llevarme a la casa de Pepe, y me atendió allí de una manera que no olvidaré nunca. Me hicieron sentir muy bien en todos los sentidos. Por eso siempre digo que Murcia fue una de las etapas más importantes de mi vida. Pepe siempre estaba cuando había un problema, siempre supo manejar todo muy bien. Fue el presidente de los mejores años de la historia del Murcia, y siempre tuvo el club arriba.

 

Me gustaría que me hablaras de los otros dos jugadores extranjeros que marcaron aquellos años del Murcia. En primer lugar, Guina

Cuando yo llegué, Aguinaldo ya estaba en el club. Fue un compañerazo, y una persona sensacional. A día de hoy seguimos mandándonos mensajes. Hicimos muy buena amistad en Murcia, tanto con él como con su mujer. Era un centrocampista excepcional, ese tipo de compañero que siempre quieres tener en el campo. Técnicamente era muy bueno, como buen brasileño, con un gran toque. Los delanteros nos aprovechábamos de su visión de juego. Era lento, pero hacía correr muy bien la pelota, que es lo importante. Tenía muy buen desplazamiento de balón. ¡Cuántos pases me habrá dado…! Nos conocíamos de memoria combinando. Era muy valiente, iba siempre al frente, se peleaba con todos. Jugando contra la Real Sociedad en La Condomina, Gajate y algún otro lo querían matar, pero Aguinaldo se los sacó de encima a codazos o no sé cómo. Le dijeron que lo esperaban en San Sebastián, en el partido de la segunda vuelta en Atocha. En ese partido también fueron a pegarle a Aguinaldo, pero salieron igual todos despedidos. Tenía mucha facilidad para meter los codos y proteger el balón.

 

Y Figueroa

Yo nunca había visto a un tipo pegarle tan fuerte a la pelota. Cuando el Negro estaba fuerte y estaba bien, le pegaba que la rompía. Por eso yo intentaba forzar muchas faltas al borde del área y penaltis, para que él pegara sus bombardazos. Yo creo que los rivales que se ponían en la barrera debían de tener mucho miedo, cuando el Macho iba a disparar. Íbamos siempre disparados al rechace, en cuanto dispara el Negro, y marcamos varios goles así. Aparte del golpeo, era un jugador fuerte, rápido, que encaraba, que iba para adelante y era goleador. Como persona, era sensacional. Hice una amistad grandísima con él. Su primer hijo me tenía como ídolo, me quería un montón, y el Macho me lo traía para que estuviera con él.

 

¿Mantienes el contacto con Guina?

Aguinaldo está en Madrid, se quedó a vivir ahí. Anda en cosas de representación, creo que ahora en temas de Vinicius. Me mando whatapps con él, nos preguntamos cómo andan nuestras familias, y de vez en cuando hablamos de aquella época nuestra en Murcia. Él también añora Murcia, porque fue una etapa muy importante en su carrera.

 

En los últimos años fallecieron otros dos defensas importantes en nuestra historia, con los que coincidiste: Higinio y Pérez García

Desafortunadamente me he encontrado con que compañeros de aquella época que eran tan buena gente ya no están con nosotros. Higinio era un gigantón. No tenía mucha técnica, pero si chocabas con él, salías rebotado. Hizo muy buenas temporadas en el Murcia. En cuanto a Pérez García, era un banda izquierda que subía muy bien. Angelito era muy buena persona. En esa época se hicieron muy buenas campañas, y yo creo que tuvo mucho que ver la calidad humana de los jugadores, porque todos se involucraron, íbamos juntos, y eso es muy importante en el fútbol.

 

Ascendéis a Primera en esa 82/83

Subimos en Vitoria, ganando 1-2 al Alavés, y yo hice el gol de la victoria. Nos hicieron un recibimiento muy bueno en Murcia. En el autobús nos entrevistó Mateo Campuzano, de Televisión Española, a Higinio, a Pepe Vidaña y a mí. Qué jóvenes éramos.

 

Ya en Primera en la 83/84 llega Ramírez, un extremo que había estado en el Barcelona y el Zaragoza y que levantaba a La Condomina. Otro jugador importante fue el veterano centrocampista Santi, que había estado muchos años en el Granada

Andrés Ramírez era muy buen jugador, muy rápido, siempre con la pelota controlada en los pies, iba muy de frente, desbordando… Pero tuvo mucha intermitencia porque se lesionó mucho. Era un gran encarador, por banda derecha. En cuanto a Santi, claro que me acuerdo de él… ¡El Pelao! Era un centrocampista con muy buena zurda, más bien ofensivo. Un jugador honrado, que siempre pensaba primero en el equipo. Fue un jugador importante para el Murcia las dos temporadas que estuvo con nosotros.

 

Arrancáis esa 83/84 con dos victorias, 3-1 a la Real Sociedad y 1-3 al Cádiz, y os ponéis líderes empatados con el Atlético de Madrid

Recuerdo ese inicio tan bueno. En la segunda jornada en Cádiz me salió uno de los partidos más redondos de mi carrera. Luego acabaríamos la temporada en mitad de la tabla. Fue un año tranquilo. La última jornada de Liga fue en casa contra el Valencia, y empatamos 3-3 con dos goles míos. Recuerdo que fue el último partido de Mario Kempes con el Valencia, y me quedé hablando con él, porque lo conocía.




En la 84/85 bajamos a Segunda, pese a tener una plantilla muy parecida a la del año anterior

No recuerdo bien lo que pasó aquella temporada. Fue raro. Debió haber problemas, porque teníamos una plantilla muy buena. Nos metimos ahí abajo y ya no pudimos salir. Estábamos cómodos con Eusebio Ríos, porque le conocíamos, pero lo destituyeron y al final acabamos con Vicente Carlos Campillo, que nos subiría de Segunda al año siguiente.

 

Sigues en Segunda en la 85/86 pese a tu buen cartel en Primera

Tuve ofertas para irme y seguir jugando en Primera, pero al final pudo más mi arraigo en Murcia. Seguí gracias al presidente y sobre todo gracias a Juan Valverde, que venía a buscarme a mi casa, me llevaba a comer y me decía que no quería que me fuese. Me prometió que me respetarían lo que cobraba, que no era mucho pero en aquella época estaba bien. Insistía en que querían que el Murcia volviera enseguida a Primera División, y así fue. En aquel verano contactaron conmigo Español, Zaragoza y Sporting de Gijón. Pero el que más insistió para ficharme fue el Valladolid.

 

Ese año llega uno de los jugadores emblema de aquella época: Manolo

Uff, Manolo… Casi siempre estuve con él. Cuando hablamos, siempre me elogia y me dice que era un gusto jugar conmigo porque le daba muchos pases de gol. Hicimos muy buena amistad, era un pibe sensacional. Desde el principio se le veía que era un jugador muy pícaro. No era alto, no era grande, pero era muy listo dentro del área. Tenía muchos movimientos, y era muy goleador. Un jugador maravilloso.

 

Tú estás en el Murcia desde la 82-83 hasta la 86-87, exactamente el mismo tramo que otro jugador habitual de aquel equipo: Del Barrio

Alfonso Del Barrio… Un centrocampista vasco fuerte, aguerrido, peleón, con buen disparo. Era un trabajador. Ahora me doy cuenta de la suerte que tuve con los compañeros que me tocaron en el Murcia. Me acuerdo también de Tente Sánchez, que vino del Barcelona y dio un rendimiento impresionante. O Amador, de portero, que también venía del Barcelona. Eran jugadores de primera línea.

 

Vuelves a hacer un muy buen año con siete goles aquella temporada 85/86 del ascenso con Campillo. ¿Por qué acabas cedido en el Hércules el último tramo de campeonato?

Ese año en Segunda con Campillo nos salió todo muy bien, nos pusimos arriba rápido. Teníamos buen equipo, porque siguieron en Segunda Figueroa o Guina, por ejemplo, y se sumó Manolo. Yo seguía jugando y metiendo goles. A final de temporada, ya con el ascenso encarrilado, me fui cedido a jugar al Hércules cinco partidos que les quedaban en Primera. Ellos estaban en una situación complicada para evitar el descenso, porque además, se les había ido Kempes y se quedaron sin delantero. No sé si este tipo de cesión podría hacerse hoy en día. A mí me conocían porque había jugado en el Hércules, y la relación entre los clubes era buena. Ir a jugar esos partidos al Hércules era hacerle un favor al Murcia, porque a cambio ellos pidieron al Hércules el fichaje de Pascual Luna Parra, que era un muy buen futbolista. Se arregló todo para que fuese a Alicante, pero sabía que yo volvía al Murcia a la siguiente temporada, porque tenía contrato.




Parra es uno de los jugadores de aquellos años que más me impresionan al verlo en vídeos

Con él había coincidido ya en la temporada 80-81 en el Hércules, porque subió al primer equipo. Ya se le veía entonces su proyección como un gran centrocampista. Corría, metía, tenía buen quite, tenía facilidad para entregar el balón… Un jugador muy muy bueno que le vino muy bien al Murcia.

 

¿Qué recuerdas de los partidos con el Cartagena Fútbol Club?

Lo que recuerdo es que mientras estuve en el Murcia le ganamos siempre al Cartagena. Se notaba la rivalidad, sobre todo de ellos hacia nosotros, pero era normal, porque nosotros estábamos arriba y ellos eran un equipo más humilde. Siempre nos fue muy bien contra ellos.

 

Temporada 86-87: estamos de nuevo en Primera y nos traemos a un centrocampista marroquí que ha brillado en el Mundial de México: Mohamed Timoumi

Era un jugador con una calidad impresionante. Tenía una zurda… Lo que pasa es que le costó adaptarse. Era un personaje. Me llevé muy bien con él. Jugó bien cuando le tocó, pero yo creo que extrañaba un poco su país, su vida allá, y eso le causó algunos problemas. Pero tenía una zurda y un talento increíble.




Tras el descenso del Valencia el año anterior, ese año traemos a Miguel Tendillo

Vivíamos puerta con puerta en Murcia, en la calle Madrid. Habíamos jugado muchas veces en contra, y ese año fuimos compañeros. Era un jugador de otro nivel, de primerísima línea. Tenía mucha calidad para salir con el balón jugado. Era rápido y listo, y después de esa temporada ya lo fichó el Madrid. Hace poco me llamaron de una radio de Valencia y tuve el placer de estar en la misma entrevista con Miguel. Nos dimos los teléfonos, y de vez en cuando nos mensajeamos.

 

Tendillo-Juanjo no era mala pareja de centrales

Ah, mi amigo Juanjo… Me mensajeo con Juanjo día sí y día no. Un pedazo de pan, una persona sensacional. Cuando estuve en Murcia hace poco, me ayudó a hacer un montón de cosas, así que pasados los años sigue siendo un gran compañero. Chocar con Juanjo era chocar contra un muro. De estos vascos… Un central con mucha fuerza, que iba muy bien por arriba. Al Murcia le rindió muy bien. Ya no me acuerdo de si vino de Bilbao, del Alavés… Utilizábamos mucho a Juanjo en faltas y córners, ya fuese para rematar o para prolongar el balón en el área.

 

Esa temporada hubo un nivel muy alto en los delanteros del Murcia, porque además de ti y de Manolo, estaba Carlos Muñoz, un jugador que luego triunfó e hizo muchísimos goles en el Oviedo

En Murcia, Carlos tenía mucha competencia y jugaba poco, pero me di cuenta de que era un jugador muy interesante. Me imaginaba que podía andar muy bien, y efectivamente, luego hizo un montón de goles. Era zurdo, muy potente, iba muy bien de cabeza.

 

Tu última temporada en el Murcia es esa 86/87. Ese año nos salvamos otra vez con tranquilidad

Ese último año fue magnífico, aunque yo tuve problemas en el tobillo. Acabamos con Antal Dunai de entrenador. El doctor Ripoll me quería operar, pero yo no quise. Llegó un momento en el que tuve que operarme, y me costó recuperarme, pero pude jugar los últimos partidos. El último partido que jugué fue contra el Valladolid en casa, y metí dos goles. A esas alturas yo ya más o menos sabía que me marchaba de Murcia. Además, iba a haber un cambio de presidente, y Antal Dunai tampoco seguía. Llegó una oferta del Tenerife por Guina y por mí, pero finalmente me salió lo de irme al Celta, que era bueno para mí porque me daban dos años de contrato y significaba seguir en Primera División.




Esa 87/88 en el Celta es tu primera y única temporada en el norte

Yo era un poco reacio a jugar en equipos de allá arriba, porque estaba acostumbrado al sur, por el clima. Siempre que jugábamos allá arriba hacía frío, nos llovía… Es otro clima. Nada que ver con Murcia. Así que dije: voy a probar, ahora en mis últimos años. El campo era muy rápido, el césped estaba siempre mojado. Me costó adaptarme. Igual no veíamos el sol en tres meses. En Vigo seguía teniendo problemas en el tobillo que me había operado, y no tuve mucha continuidad. Jugué muchos partidos infiltrado. Pero fue un muy buen año con Maguregui de entrenador, y terminamos sextos o séptimos. Teníamos jugadores importantes, como Pichi Lucas, Zambrano, Rodolfo, Baltazar o Julio Prieto.

 

Juegas un último año más, la 88/89 en el Albacete de Segunda B

Aunque tenía otra temporada firmada con el Celta, lo arreglamos con el club y la rescindimos, porque yo no estaba bien. Así que dije: ya está, terminó mi carrera. Me fui para Alicante a iniciar otra vida, pero vino a buscarme el Albacete. Había otros clubes de esas categorías que me querían, pero yo ya sentía que me costaba mucho en los entrenamientos. Yo mismo veía que no estaba en condiciones buenas. Pero el Albacete me insistió tanto, tanto, tanto, que me fui para allá. Me costó mucho. No andaba bien del pie, así que sólo estuve unos meses y me volví a Alicante.

 

El final de tu carrera como futbolista

Dije: ya está, se ha terminado una etapa, y empecé a pensar en el futuro. Había hecho el curso de entrenador en Murcia, y me llamaron para ir de jugador-entrenador al Alicante. Estuve dos años, muy bien. Luego entrené también al Caravaca, y llegamos a jugar el playoff de ascenso, aunque no teníamos equipo para subir. Además, estuve en el Alhameño, en mitad de la tabla de Tercera División. Antes también había entrenado al equipo de División de Honor del Hércules.

 

¿Por qué dejaste de entrenar?

No era lo mío. Me di cuenta de que no era lo que yo quería. Después decidí volver a Argentina.

 

¿Cómo es la adaptación de un futbolista a la vida ‘normal’ tras retirarse?

Conozco muchos casos de ex futbolistas, sobre todo de Alicante, que eran muy profesionales como futbolistas, pero que al retirarse tuvieron muchos problemas, por ejemplo con la bebida. Alguno ha estado incluso internado. Mi experiencia es que no resulta fácil. Te pasan muchas cosas por la cabeza. Debes tener una mente bastante fuerte para esa adaptación. Estás metido en esa burbuja del fútbol desde los 14-15 años, y de repente pasa el tiempo muy rápido y se termina todo, con 35 años, cuando aún eres muy joven. En el fútbol disfrutas en los entrenamientos, con tus compañeros y amigos, la gente te conoce, es un deporte que te abre muchas posibilidades… Y de repente se acaba todo. Posiblemente ahora se haya progresado en esa transición tras la retirada, por ejemplo con la ayuda de psicólogos. Yo también lo pasé mal, porque el fútbol me enloqueció siempre. Pero siempre traté de que la cabeza no se me fuera para el otro lado, y gracias a Dios lo pude superar. Conozco compañeros del Hércules que una vez retirados no pasaban ni por el estadio.

 

¿Vas a ver partidos al estadio?

Lo paso mal viendo fútbol en la cancha, porque me gustaría estar jugando, y no sentado. Me pongo mal, por eso no voy mucho. No me siento bien en la grada viendo un partido. Ahora lo estoy asimilando un poco, porque ya han pasado muchos años. Pero aún me cuesta. Incluso si voy a ver al equipo de mi pueblo, me pongo mal, me siento raro. 

 

¿Qué diferencias notaste entre el fútbol argentino y el español?

Era la liga más importante de Europa en esos años, junto con la de Italia. Felipe Mesones era el entrenador en mi primer año en el Hércules, y me ayudó mucho. Me hizo ver cosas del juego que eran muy diferentes a las de Argentina. En los entrenamientos veía que los compañeros eran máquinas corriendo, y a mí me costaba muchísimo. Me llamó la atención que era un fútbol más organizado, con estadios muy lindos.

 

¿Y en cuanto a las aficiones?

En Argentina se vive el fútbol con más pasión y más fanatismo. Apenas llegué a Alicante perdimos un partido en el Rico Pérez y la gente se enojó un poco en el estadio. Entonces yo pensé: ¿Y ahora cómo salgo de los vestuarios hacia mi casa? Pensaba que la afición iba a estar fuera esperándonos, igual de enfadada. Pero salí y resultó que todos querían saludarme, abrazarme y pedirme autógrafos. Algo muy diferente de lo que habría pasado en Argentina. En Newell’s, si las cosas no salían bien, siempre había mucha policía a la salida del estadio, nos cuidaban mucho, y la gente no se podía acercar.




¿Crees que antes había más pasión por el fútbol?

Posiblemente. En la época nuestra, uno notaba que muchas familias esperaban toda la semana a que llegara el domingo para ver a su equipo. Ahora, no sé… Ha cambiado bastante todo, hay mucha televisión, mucho Internet. También va gente ahora a los estadios, pero creo que antes se vivía el fútbol con más intensidad.

 

¿Qué jugadores te llamaron la atención del fútbol español?

Stielike, Schuster, Maradona, algunos jugadores ingleses… Conocí muy buenos jugadores.

 

Era una época en la que los defensas eran más duros que ahora

Nada que ver con lo que ocurre en el fútbol de hoy. No había cámaras, y a los árbitros les costaba mucho sacar una tarjeta. Había que defenderse. Recuerdo jugadores duros del Madrid, como Benito y Camacho. También Migueli o Zuviría en el Barcelona, Agustín Gajate en la Real Sociedad o Arteche en el Atlético de Madrid… Te agarraban en los cruces y podía pasar cualquier cosa. El MARCA hizo un reportaje sobre la violencia en el fútbol español, a raíz de la entrada de Goikoetxea a Maradona, y la foto de portada de ese reportaje era una entrada que me hizo Arteche.

 

En los comienzos de los 80 la Real Sociedad ganó dos ligas seguidas. ¿Cómo era jugar en Atocha?

Allí tenías siempre a la gente muy encima. Era muy difícil ganar allí, porque además, tenían un equipazo. Pero tengo buenos recuerdos. Cada vez que iba les marcaba. Y te digo más: siempre que iba a jugar contra Arconada, se metían durante la semana con él, y le recordaban las veces que le había marcado. Se me daba bien. Otros campos que me llamaban la atención eran San Mamés o El Sadar. El Santiago Bernabéu también me imponía, mucho más que el Camp Nou, que es más abierto.

 

Te debió emocionar el reciente reconocimiento del Murcia

A raíz del homenaje me llamaron de Newell’s. Querían saludarme y hablar conmigo, porque hacía mucho que no ando por el club. Me están pasando cosas lindas. Ahora uno se da cuenta de lo que uno ha hecho como jugador. Cuando era futbolista me centraba en jugar y lo disfrutaba, pero ya retirado, el reconocimiento de la gente te hace sentir muy bien. Aparte de ser futbolista, he dejado muchos amigos donde estuve, y eso es lo importante.




¿Qué diferencias ves con el fútbol de ahora?

Faltan jugadores creativos. En nuestra época había muchos más.

 

¿Cuál es el gol más bonito que has marcado en tu carrera?

Recuerdo varios especiales. Por ejemplo el gol que marqué con el equipo de Primera División de Belgrano, con 14 años, y que sirvió para ganar 1-0. Claro, era mi debut, y con la gente grande. Me quedó muy grabado. Después recuerdo un gol que le hice a las selección argentina jugando en Newell’s, antes del Mundial 78. Era un torneo amistoso en Mar del Plata, en el que también jugaban River Plate y Boca Juniors. En ese partido, el portero de Argentina era Hugo Gatti, y le hice un golazo desde fuera del área. Fue un gol muy nombrado en Argentina. Casualmente, un muchacho de la radio del pueblo me vino a preguntar hace poco por ese gol, y en un programa preguntó a los oyentes que quién había hecho ese gol. Claro, como yo soy del pueblo, la gente lo supo enseguida. También recuerdo un gol en un clásico de Rosario, que es Newell's-Rosario Central. Lo jugué al poco de subir al primer equipo. Ganamos 2-0, y a mí me hicieron un penalti y marqué el segundo gol. Acá eso fue... imagínate... Los hinchas de Newell's aún lo recuerdan. Con el Murcia, el gol que más grabado me quedó fue el del ascenso a Primera División, en Vitoria contra el Alavés. En Murcia hice muchos goles lindos. Le hice un gol olímpico al Zaragoza en La Condomina, siendo portero Cedrún. No sé si habrá habido muchos goles olímpicos en La Condomina. Jugando en el Betis, metí un gol muy bonito tras un centro de Gordillo. La paré con el pecho, le pegué una volea de zurda y la metí por toda la escuadra. Los aficionados me mandaron muchas cartas por ese gol. 

 

¿Sigues soñando con jugadas de fútbol?

Muchas veces. Me siguen viniendo momentos y recuerdos de cuando jugaba. Es mi vida. Tengo grabados esos momentos.

 

¿Te ha quedado algún sueño pendiente en el fútbol?

Mi sueño de chico era ser jugador de fútbol, y lo cumplí. Primero quería jugar en el equipo de mi pueblo, luego jugar en Newell’s y en Primera era algo que veía muy lejano, y lo cumplí. Cuando me fui a España en 1977 se me alejó el sueño de jugar el Mundial 78. Menotti era entonces el seleccionador argentino y me estaba siguiendo, e incluso le había escuchado hablar muy bien de mí. Pero al irme a Europa ya eran más difíciles los seguimientos. De hecho, la selección argentina en ese Mundial estuvo compuesta casi íntegramente con jugadores que estaban en Argentina. En cuanto a lo de conseguir títulos, en España fue complicado, por los equipos en los que me tocó jugar. En general tengo que estar contento y agradecido al fútbol, porque me dio muchas cosas. Me hizo conocer compañeros y amigos. Me hizo conocer el mundo, muchos sitios donde seguramente no habría estado nunca si no hubiese sido por el fútbol.


¿Qué once ideal formarías de entre los futbolistas con los que has jugado en tu carrera?

Portero: Amador (Real Murcia).

Defensas: Manu Núñez (lateral derecho, Real Murcia), Miguel Tendillo (central, Real Murcia), Pepe Vidaña (central, Real Murcia) y Rafael Gordillo (lateral izquierdo, Betis).

Centrocampistas: Sandor Müller (interior derecho, Hércules), Guina (mediocentro, Real Murcia), Américo Gallego (mediocentro, Newell's Old Boys) y Cardeñosa (interior izquierdo, Betis).

Delanteros: Manolo (Real Murcia) y Poli Rincón (Betis)

Otras menciones: Esnaola (portero, Betis), Iñaki Vergara (portero, Real Murcia), Cervantes (portero, Real Murcia), Juanjo (central, Real Murcia), Pérez García (lateral izquierdo, Real Murcia), Antonio López (interior derecho, Real Murcia), Julio Prieto (interior derecho, Celta), Mohamed Timoumi (interior izquierdo, Real Murcia), Lobo Diarte (Betis), Miodrag Kustudić (delantero, Hércules), Macho Figueroa (delantero, Real Murcia), Juan Ramón Rocha (delantero, Newell’s Old Boys).



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