Buscando a Juan Hernández en Numancia


Javier Zamora (@javizamorac)

Numancia, 1; Real Murcia, 1

Juan Hernández. Mira que lo busqué por las calles de Numancia. Que la gente busca lo que quiere y encuentra lo que encuentra. Y yo buscaba a Juan Hernández. En Numancia. Yo sé que otros buscaban la muralla de Soria, otros buscaban la iglesia de Sto. Domingo. A otros los vi ansiosos buscando la Concatedral de San Pedro, la Plaza Mayor o el Museo Numantino. "Voy a buscar la Ermita de San Saturio", me dijo una murciana con su bufanda del Murcia atada en el bolso.

Yo buscaba a Juan Hernández.

A lo mejor fuiste tú el que buscó ardillas en el parque Alameda de Cervantes. O el que me crucé diecisiete veces mientras buscaba la estatua de Gustavo Adolfo Bécquer que hay junto al río Duero. ¿Buscaste las calles que inspiraron a Antonio Machado en algunas de sus obras? Yo buscaba a Juan Hernández. Una pareja buscaba el cementerio Templario después de haber buscado unas pinturas rupestres. Busca, socio. Tú, busca cosas. Busca lo que tú quieras buscar. Estás en Numancia, puedes buscar lo que te dé la gana. Incluso sé de algún loco que buscaba el estadio de Los Pajaritos, un viernes por la noche.

Busca bares en Numancia. Busca torreznos. Busca más torreznos. Más torreznos. No te canses nunca de buscar torreznos. Torreznos. Busca torreznos. Virgen Santísima con los torreznos. Busca torreznos y cómete todos los torreznos. No dejes torreznos para los demás. Pide que hagan más torreznos, cómetelos también. Y busca más torreznos. Que yo estoy buscando a Juan Hernández.

Llegamos a Numancia, aparqué en la puerta del hostal, guardé la llave del coche en un cajón, me abrigué como si estuviera en la sierra de Moratalla y salí a buscar a Juan Hernández. Eran las 8 de la noche.

A las dos de la madrugada estaba de vuelta en la habitación del hostal más barato de Numancia. Sin rastro de Juan Hernández.

Pensaba que iba a hacer más frío, pero subiendo la primera cuesta que encontré en Numancia, ya me sobraba el abrigo y me faltaba una cerveza. Habrá que tomarse primero un café solo, que este sábado promete ser largo y anoche cobraban los tercios fríos fríos a un euro. 

Un euro treinta por un solo. Pago y me voy a buscar a Juan Hernández.

Sé que me va a ser difícil encontrar a Juan Hernández, Numancia está hoy superpoblada porque se celebra el Campeonato de España de Duatlon. Qué casualidad. Y qué calor, copón. Hay casi más gente que el día del caldo con pelotas de Patiño.

Sigo viendo murcianos buscando cosas. 

Yo busco Juan Hernández. Me encuentro con Iñaki Bea en la terraza del Bar Patata, le digo que soy de Murcia y estoy buscando a Juan Hernández. Iñaki Bea está loco, me ha cogido el brazo hace media hora y aún no me ha soltado. Quiere invitarme a una o muchas cervezas, me cuenta que está casado con una lorquina, que a lo mejor la conozco "porque en Murcia el que no juega al pádel, lleva a los niños a piscina". Me dice cosas de los Samper, del Ciudad de Murcia y de Numancia. Me dice muchas cosas de Numancia, de bares de Numancia, de plazas de Numancia. Me confiesa que "su" afición se lo quiere cargar, que le silban y le dicen perro cagón. Pero ni una palabra de Juan Hernández. Han pasado varios días y aún no me ha saltado el brazo, considero que Iñaki Bea ya es de mi familia.

Voy a comer en un Asador con manteles de tela, cubiertos relucientes y siete copas vacías delante de cada comensal, puede que ahí esté Juan Hernández, es su estilo. Entre la sopa castellana y las chuletillas, pregunto por él al camarero, pero nada, aquí nadie ha visto a Juan Hernández. Un chupito de orujo y sigo buscando.

Las calles de Numancia están llenas de duatletas y familiares de duatletas. Me están dando ganas de hacerme duatleta e inscribirme en el Campeonato de España de Duatlon, lo pienso mientras pido el segundo Larios 12 con tónica y, finalmente, decido que mejor sigo haciendo lo que he venido a hacer aquí. Buscar a Juan Hernández.

Anochece y sigo viendo murcianos en Numancia, los voy contando de uno en uno. Creo que habré visto 57 a estas horas de la tarde. 58 contándome a mí. También he visto a Andoni Goikoetxea, exfutbolista, que no es murciano, creo. Después de pedirle por favor que no me rompa las piernas como a Maradona, me hago una foto con él y le pregunto por Juan Hernández, pero nada, aquí nadie ha visto a Juan Hernández.

Coño. Las entradas. Que mañana tenemos que ir a Los Pajaritos. Que juega el Murcia. Que a lo mejor está Juan Hernández. Que llevo aquí treinta horas y no lo he visto aún y no me he preocupado por las entradas. Que me he encontrado con la plantilla del Murcia dando un paseo por la Platería de Numancia. Que le dicho a Dani Vega que no sea tan tímido, cojones. Que le he mandado una foto con Pedre a un amigo que tenemos en Torreagüera. Que he salido corriendo detrás de Javi Rueda y no ha habido forma de pillarlo al cabrón y he confundido a Arnau Ortiz con mi hijo porque van al mismo peluquero... Y sigo buscando a Juan Hernández. Y nada. Todavía no tengo las entradas. 

Se me acaba la noche. Los tercios fríos fríos siguen a un euro. Y algunos murcianistas se han tomado unos cuantos. He contado 63 murcianos. Pero no he contado a Juan Hernández. He visto a un hombre que parecía, pero no era. Rodeado de chicas más jóvenes que él, muy guapas, pero menos atractivas que Juan Hernández. Vámonos al hostal más barato de Numancia. Que en pocas horas juega el Murcia.

El Murcia busca entrar en play off, en Numancia. En Los Pajaritos, son las 12:00 de la mañana, con un sol radiante, unos 33 grados de temperatura. Acompañado desde la grada por 137 murcianistas locos. 138 contándome a mi.

Después de una racha de nosecuantos partidos sin perder. Con un entrenador rival silbado por "su" afición. Un planteamiento que te hace controlar el partido. Te vas al descanso ganando cero a uno. Si ganas, dejas el liderato a tiro de piedra. Es lo que buscas, ¿no?

Es más fácil encontrar a Juan Hernández.

Y encontré un empate en Los Pajaritos. Que uno busca lo que quiere y encuentra lo que encuentra. Socio.


Real Murcia:  Juan Hernández no era.

Goles: el árbitro echó a un central porque no tenía memoria, también olvidó quién marcó los goles. Y luego echó al otro central porque olvidó que ya había echado a uno.

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