El Murcia y nosotros


Alejandro Oliva (@betandtuit)

1. Ponte una rebequica o algo y coge el abrigo, que nos vamos a la mañana del 16 de enero de este año. Quizá a ti no te conozca, quiere sonarme tu cara, pero sabiendo que eres del Murcia, y después de todo lo que hemos pasado juntos, es un poco como si nos conociéramos todos. Así que coge el abrigo, porque te aseguro que aquel viernes hacía frío. Habíamos perdido contra el Logroñés en Las Gaunas y el domingo venía el Racing Ferrol para dejarnos fuera de los cuatro primeros si nos ganaba. Era uno de los peores momentos deportivos de la temporada, pero aquella mañana de nuevo tocaba hablar de todo eso que no es fútbol.

El día anterior, el Juzgado de lo Mercantil de Murcia denegaba la modificación del concurso de acreedores, no aceptada por siete de ellos, y ese viernes se celebraba, con carácter de urgencia, el Consejo de Administración del Real Murcia que convocaba Junta General Extraordinaria de Accionistas para someter a su decisión la continuidad del club. El murcianismo volvía de pronto a la cruda realidad de los despachos. Tres días más tarde, tras ganar en un buen partido al Racing, se convocaba oficialmente para el 19 de febrero esa junta de accionistas que decidiría sobre "la continuidad o, en su caso, posible solicitud de liquidación". 

Ya nos habían sentenciado a muerte en agosto, qué te voy a contar, con un descenso administrativo al margen del Estado de derecho, pero cuando empezó a rodar el balón el drama parecía haberse quedado atrás. Por un momento creímos que si marcábamos muchos goles por el norte de España podríamos seguir vivos. El verde del césped terminó con los hombres encorbatados. No queríamos despertar del sueño, porque la realidad era la pesadilla. Pero aquella mañana del 16 de enero volvíamos a escuchar la palabra liquidación, a imaginar cómo serían nuestras vidas sin que el Murcia juegue el domingo. 


2. Pero no te pongas todavía el abrigo, regresemos antes al verano de la angustia y la incertidumbre; el verano en el que el presidente de la LFP, con el respaldo de todos los presidentes del fútbol español, decidió expulsar al Murcia de su competición. El verano en el que mientras preparábamos otra plantilla de saldos que pudiera ascender a Primera llegaba el descenso a Segunda B, y con destierro incluido, confirmado oficialmente unos días antes de empezar la liga. El verano en el que José Manuel Aira decidió quedarse junto a Acciari, Albiol y algún otro idealista para armar rápido un equipo con mucha cantera y algún descartado con ganas de aventura. El verano en el que pensamos que no volveríamos a ver jugar al Murcia y terminamos ganando en Ferrol, en una señal de que, además de jugar, íbamos a competir.

Pero la temporada iba a ser más complicada de lo que imaginaba. Te cuento. A finales de septiembre, justo después de que el equipo pinchara en casa un par de veces, empecé a sentir unas molestias en el hombro izquierdo, que bajaban hacia el brazo y subían por el cuello. El Murcia estaba en construcción y seguía ganando partidos por Asturias y Galicia con una solidez sorprendente, pero la molestia se convirtió en dolor, un dolor que poco a poco se iba extendiendo hacia la espalda, y bajaba a la zona lumbar.

Ganamos en Zamora y poco a poco nos hacíamos más fuertes en casa, sin encajar apenas goles, pero por entonces el dolor empezaba a ser más intenso. La semana en la que viajábamos al Tartiere como líderes, además, empecé a sentir molestias en las dos piernas, en la parte posterior del muslo, con una sensación de entumecimiento general: me costaba ponerme en pie y caminar. Aún no estábamos preparados para una batalla como la de Oviedo, y caímos goleados. Quedaba mucha temporada, y estábamos convencidos de que el equipo se recuperaría, pero yo no podía seguir así. 

Tenía que cambiar la dinámica si quería resultados, hacer algo. Traumatólogo, fisioterapeuta. Quiropráctico, incluso. Radiografías. Parecía algo sencillo, lo de siempre, el hombro, el cuello, la espalda, ya sabes, está todo el mundo igual, los ordenadores, las malas posturas, el trabajo, la edad, ojo con la edad, el estrés. Ya sabes. Los ordenadores. Está todo el mundo igual. La conclusión fácil indicaba que llevaba demasiados años sentándome mal, lo que había desencadenado más de una contractura, quizá más de una hernia. Pinzamiento, falsa ciática, subluxaciones. Cervicalgia. Lumbalgia. Muchas palabras para describir un dolor cada vez más fuerte. Y una remontada contra el Sporting B que nos volvía a situar colíderes.

A finales de noviembre, resonancias magnéticas, peligrosas como esos tipos sinceros que no se callan una. Recogí los resultados al día siguiente de perder en Avilés, en una mañana espléndida, en la que mi mayor preocupación era lo que se venía encima: Burgos, Cultural, Guijuelo, Valladolid B, Logroñés y Racing de Ferrol. Pero en el informe de aquella resonancia venía otro rival: "Se identifica una lesión nodular bien delimitada de 16 milímetros (…) Sugiere como primera posibilidad que se trate de una tumoración benigna de la raíz emergente o un meningioma". 

La palabra contractura suena mal, la palabra hernia, peor. Como cervicalgia o lumbalgia. Pero cómo suena la palabra tumor, y más cuando uno no se la espera. Y qué cojones sería un meningioma.

La noticia buena era que, siempre que aparecían en el informe, las palabras ‘tumor’ o ‘tumoración’ iban aplacadas por la palabra 'benigno', y además no se aseguraba nada, todo estaba envuelto de la duda, de la falta de precisión, de la necesidad de más pruebas. Había que hacer otra resonancia, había que esperar para ponerle un nombre, para otra palabra nueva: neurinoma. Así se llamaba mi tumor. El traumatólogo me derivaba a Neurocirugía, y creo que incluso lo hizo con un "tú no te preocupes". “No será nada”. No sería nada, me obligaba a repetirme. Llegaba la Navidad y casi daban ganas de celebrarlo, de celebrar que no era algo peor, aunque el Guijuelo nos arrancara un empate feo, para acabar el año con el mensaje evidente de que nos esperaba una temporada muy jodida.


3. No te cuento todo esto porque me guste hablar de mí: todo lo contrario. Te cuento todo esto porque me gusta hablar del Murcia. Porque aquella mañana fría del pasado 16 de enero, viernes, probablemente mientras el Consejo de Administración se reunía, o decía que se había reunido, tenía mi primera cita con el Servicio de Neurocirugía del Hospital de La Arrixaca, donde, mientras esperaba, seguía sin ser pesimista, razonablemente tranquilo, a pesar de que la prensa nos repetía en aquel pasillo que el Real Murcia caminaba hacia la liquidación. 

Un par de horas después, el doctor Ruiz-Espejo nos decía, en el minuto 1 de la consulta, que el tumor había que sacarlo de allí. Que no había otra opción, porque aplastaba la médula y así todo el sistema nervioso; que lo raro era que no tuviera más dolores; que no podían saber cuánto tiempo llevaba allí el neurinoma ni cómo crecía, pero que dentro de dos años el riesgo de tetraplejia, o de algo peor, sería alto, y que, si la intervención iba bien, me quedaría mejor de lo que estaba. "Pero es una operación complicada".

Había que operar con cierta urgencia, en un par de meses, calculó; y a partir de ahí siguió explicando con precisión cómo era ese tumor, qué implicaba, cómo lo quitaría, cuáles eran las dificultades más frecuentes, y cómo sería la recuperación, pero en mi cabeza ese “es una operación complicada" no dejaba espacio para nada más. También me dio un par de folios para firmar, que me aconsejó que no leyera, pero que hoy, cuatro meses después, he tenido que leer para contarte todo esto: “Pueden aparecer síntomas nuevos (tetraplejia, ronquera por parálisis del nervio recurrente, cervicobraquialgia), infección, fractura o decúbito del sistema, degeneración de los espacios vecinos. La mortalidad postoperatoria es excepcional, pero pueden haber graves complicaciones si se produce una rotura accidental de la arteria carótida, vena yugular o esófago en el abordaje anterior, o lesión de la médula espinal en el abordaje anterior o posterior”.

En efecto, fue mejor no leer todo eso. Yo por entonces sólo sabía que era una operación complicada, pero no podía, o no quería, saber cómo de complicada. ¿Cómo saberlo? ¿Cómo preguntarlo? ¿Complicada como el Langreo? ¿Como ganar en Tanos? ¿O no tanto? Cómo saberlo. Y qué perdidos estamos cuando no es posible comparar nuestra vida con el fútbol. "Todo saldrá bien, da las gracias a esos dolores en el hombro. Ya te llamarán". Pero fue imposible no salir de aquella consulta con la sensación de que esta temporada mi suerte corría paralela a la de mi equipo.

Aquella mañana, tras cerrar citas con preanestesia y radiología, salí casi a las 3 del hospital, con el tiempo justo para pasar por el trabajo y explicar vagamente que en unas semanas tendría que coger la baja por culpa de una operación complicada. Ya me llamarían. Tenía toda la tarde para mí, para seguir dándole vueltas, así que decidí ir al cine para no pensar, o para pensar mucho, quién sabe. Sin hambre, casi a las 5, pasé a tomar algo en la cafetería de El Corte Inglés, probablemente el lugar más frío del mundo, mientras hacía tiempo. Pedí una cerveza y una operación complicada, pero ante la cara de la camarera tuve que mirar la carta y cambiarlo por lo primero que señalé al azar: una hamburguesa de pollo de corral. "Cuando todo esto termine, volveré", pensé, “para reírme delante de esta hamburguesa”. Cuando todo esto termine.

Después entré a ver ‘Birdman’, y la sala se quedó a oscuras y un poema de Carver iluminó la pantalla: 

- ¿Y obtuviste de esta vida lo que querías? 
- Sí. 
- ¿Y qué querías? 
- Ser amado. Ser amado en esta tierra.


4. De pronto, acuérdate, empezamos a ganar partidos. Se trataba de no pensarlo mucho: el Murcia se la jugaba, sólo para empezar, en una junta de accionistas, de la que ya se aventuraba que saldría con vida; y a mí me iba a rajar el cuello uno de los servicios de Neurocirugía más fiables del país. Se trataba de no pensarlo mucho, se trataba de no contarlo apenas, de no darle importancia. De seguir jugando el día a día como si no ocurriera nada, como hacía el equipo de Aira después de aquel primer partido en Ferrol. 

Pero no era tan fácil. Mientras esperaba la llamada, el Oviedo tampoco fallaba y con el pinchazo en casa contra el Coruxo los asturianos se iban a siete puntos. El Coruxo. Qué equipo para replanteártelo todo, para sufrir una crisis, para volver a pensar. Una operación complicada. Con 40 años recién cumplidos, cuando aparentemente nos queda toda la segunda parte por jugar. No era tan fácil. Te dicen que saldrá bien. ¿Pero y si no sale bien? Te dicen que saldrás sin problema de esta. ¿Pero cómo saldrás? ¿Bien, bien? ¿Regular? ¿Para volver a jugar con mi hijo? Habrá que despedirse de la gente querida, no vaya a ser que, por si acaso, quién sabe. ¿Pero cómo se despide uno por si acaso? ¿No da mala suerte dar por segura la derrota? Se trataba de no pensarlo, pero cuando me ponía a pensarlo terminaba firmando el empate.

La llamada llegó también un viernes, la víspera de recibir al Compostela, poco antes de Semana Santa. La operación sería el miércoles siguiente. Ingresé en La Arrixaca el martes y recibí el alta justo una semana después. En medio, casi ocho horas de operación, 40 grapas en la nuca, un tumor menos, más de 20 horas en Reanimación, dos días del dolor que produce que te vacíen parte del cuello y luego te lo vuelvan a rellenar, el trabajo impecable de todo el personal sanitario y un agradecimiento tan grande que no es posible expresar por aquí, la admiración eterna por la sanidad pública que hemos construido, las horas vividas en la habitación 417, y su televisor, que sólo encendí el sábado para ver cómo perdíamos en Somozas ante un equipazo, en la derrota más feliz y emotiva de todas las derrotas que he visto del Real Murcia.

Me perdía al Oviedo en Nueva Condomina, cuatro días después de recibir el alta. Lo escuché desde casa, con una sonrisa, las 40 grapas y el cuello tieso: el Murcia ya estaba preparado para competir contra los más fuertes. La recuperación fue lenta esos primeros días, y en Gijón volvimos a perder, lo que dejaba un balance de 2 puntos de 12 posibles desde la llamada para mi operación. Estaba preocupado. Pero ganamos al Avilés y en Burgos y asegurábamos así jugar los partidos por el ascenso. Me encontraba bien, casi totalmente repuesto, con esa amargura que nos dejó el final de esta temporada jodida y mágica en el grupo I de Segunda B, pero con la sensación de que llegaba, y llegábamos, muy fuertes al playoff.


5. No te cuento todo esto porque me guste hablar de mí: todo lo contrario. Te cuento todo esto porque me gusta hablar del Murcia. Te cuento todo esto porque durante unos meses no tuve muy claro si iba a ver morir a mi equipo o las siete vidas de mi equipo iban a poder conmigo. Porque esto se acaba para todos, y siempre más temprano de lo que parece. Pero nosotros tenemos algo que no tiene por qué acabarse. 

Vivamos este playoff sin dramatismo. Disfrutándolo. Sin esa necesidad vital de ascender que queda muy bien en Homero o en Hollywood, pero que está peleada con la puta Segunda B, donde suele subir el que menos necesita subir. Juguemos como ha jugado todo el año el equipo de Aira después de aquel primer partido de Ferrol: como si no pasara nada. Tú no te preocupes. Saldrá todo bien. Lo peor que puede pasar es que desaparezca una Sociedad Anónima Deportiva que ha sido muy mal gestionada y maltratada por todos los poderes deportivos y políticos nacionales y locales. Pero con el murcianismo más vivo que nunca es imposible que muera el Murcia.

Los intentos de Juan Valverde, Enrique Pina o José Luis Mendoza por fundar otra cosa, algo distinto al Murcia y que sustituya al Murcia en el corazón de los murcianos, intentos legítimos, comprensibles desde un punto de vista económico, recuerdan a otras agresiones culturales y sociales que ha sufrido la ciudad, a otros atentados contra la identidad y la memoria de esta tierra. Parece que sólo sabemos construir destruyendo.  La cultura del nuevo rico, del pelotazo a costa de lo que sea, del edificio nuevo, feo y cómodo, desprovisto de memoria, de abuelos, de historia.

Qué pocas instituciones, comercios, plazas o bares nos quedan de hace un siglo o más. Y qué pocas cuentan con el apoyo de más de 6.000 incondicionales, más todos los que están junto a nosotros, más todos los que siempre vuelven, o lo viven de otra manera. Sólo hay un Real Murcia, ya sabes, y está en tu corazón, y estos días previos al playoff el murcianismo ha vuelto a demostrar que en la calles de Murcia, en sus gentes, sólo hay un equipo: el que tiene la capacidad de emocionar a todo un pueblo.

No podemos morir. Es probable que seamos derrotados en el campo, a pesar de que tenemos un equipo formidable y con alma murcianista, con 20 tíos con unas ganas de subir comparables a las de cualquier hincha; es muy probable que vuelvan a ganarnos en los despachos, aunque subamos. Pero no podemos perder ese otro partido, el de la voluntad del murcianismo de jugar todos los fines de semana. Donde sea, contra quien sea. Pero con nosotros.


6. Este miércoles, dos meses después de la intervención, tenía consulta con el doctor Ruiz-Espejo, al que no había vuelto a ver desde aquel viernes 16 de enero, aunque él me hubiera trasteado el cuello unas horas a finales de marzo. Esta vez no me habló de una operación complicada: por el contrario, parecía recordarla sencilla. Me confirmó que el tumor, finalmente, era benigno, y que lo habían conseguido quitar completamente del nervio, aunque siempre es posible que aparezca otro. Me dijo que no tendría ninguna consecuencia en mi día a día, y que los dolores se pasarían poco a poco, salvo una pérdida de sensibilidad total en la parte alta del cogote, algo inevitable al tocar un nervio entre esas dos cervicales. Me dijo que, para reincorporarme pronto al trabajo, empezara a escribir algo, delante del ordenador, una hora al día, y por eso me he sentado hoy aquí a contarte todo esto.

Estoy bien. A la espera de la consulta, observando al resto de la gente que sobrevive en un hospital, viendo todo lo que se ve, he vuelto a pensar que esta mierda que he pasado no ha sido nada, que sigo perteneciendo al grupo de los afortunados. Que todo este rollo que te he contado en realidad es una excusa para decirte que nunca dejes morir al Murcia aunque el Real Murcia desaparezca. Por si no te conozco, o no me da tiempo a decírtelo el sábado en Alicante.

La consulta era a las 14:15 y volví a terminar tarde en el hospital. No sabía a qué hora saldría, no había hecho ningún plan, así que tenía toda la tarde para mí. Sin hambre, casi a las 5, pasé a tomar algo en la cafetería de El Corte Inglés, probablemente el lugar más frío del mundo, y pedí una cerveza y una hamburguesa de pollo de corral. Después fui a mi casa, encendí la tele, apagué la luz y el poema de Carver iluminó la pantalla.

17 comentarios:

  1. Has estado a punto de hacerme llorar.Y ni siquiera soy del Murcia. Muchas felicidades, ganar has ganado ya

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  2. Magnífico artículo, enhorabuena por él y por tu lucha personal. Ójala el murcia encuentre la precisión en su juego, como el doctor Ruiz-Espejo.

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  3. Los pelos de punta. Todo el ánimo del mundo desde Burgos.

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  4. Probablemente sea lo mejor que he leído en mi vida

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  5. Gracias.

    Poco más puedo decir. Las lágrimas me impiden ver la pantalla.

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  6. Ahora se que el Murcia no puede morir.

    !Larga vida al REY!

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  7. Me alegro enormemente de que todo haya salido bien, de que ese tumor se llame benigno, de que escribas cosas tan emotivas como esta y de tener un coequipier de tu categoría en el eterno Real Murcia. Un abrazo y acabando de recuperarse.

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  8. Fantástico artículo y cuánto coraje!
    Un beso.😘

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  9. Fantástico artículo y cuánto coraje!
    Un beso.😘

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  10. No es la primera vez que leo algo tuyo, pero en esta ocasión no he podido dejar de emocionarme. Nos conocemos de vista, como conocemos a muchos murcianistas y sinceramente siento mucho orgullo de que un club como el "nuestro" tenga a seguidores como tú. Espero y deseo que poco a poco vayáis mejorando, tanto el Real Murcia, como tú. Un abrazo Alejandro. Toni

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  11. Te "conozco" desde hace muchos años. De aquellos años de tercera y segunda b en los que eramos una familia, con la connotación literal de la palabra. También te conozco de los foros de imurcia, el inolvidable "timoumi". Muchas veces no estaba de acuerdo con tus opiniones sobre la forma de llevar el club porque las veía nocivas para el resultado que ambos queríamos, que el Real Murcia fuera el club de toda la ciudad y la región. Pero a pesar de nuestras divergencias siempre te he admirado por tu AMOR incondicional al escudo y la institución. En eso siempre has sido el número 1, o de los números 1.
    Eres un crack escribiendo y plasmando sentimientos. El Real Murcia tiene la suerte de tener a maestros como tú, yayo o Luisma Valero que enganchan al club desde la escritura. Gracias por vuestra hermosa labor.
    Estoy seguro que podremos vivir y disfrutar los mejores años de nuestro club. Nos lo merecemos.

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  12. Brillante en Todos los Sentidos. Eres patrimonio del murcianismo y todos los murcianistas de debemos algo. Adelante, Adelante, Adelante

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  13. Gran artículo MURCIANISTA!!!

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  14. Yo tengo un cuñao que por el Real Murcia .....forofo y con elegancia pero mis dos sobrinos asta han llorao cuando lo descendieron de categoría le preguntó a mi sobrino Curro y me dice entre sollozos tito que han descendido al Murcia le intente cae mal pero fue imposible por que lo lleva dentro de su corazón una gran educación de su padre mi cuñao VIVA EL REAL MURCIA

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  15. Amigo, sonríe, porque "esto se acaba para todos, y siempre más temprano de lo que parece. Pero nosotros tenemos algo que no tiene por qué acabarse." GRACIAS ;-)

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