Sergio nos hace de izquierdas


Real Murcia, 2; Melilla, 0
El viaje de vuelta a Melilla tras una derrota puede hacerse verdaderamente largo. Uno tiene tiempo para llegar a plantearse muchas cosas e incluso puede llegar a planteárselo todo. ¿Estoy viviendo la vida que soñaba vivir? ¿Es realmente la mujer de mis sueños? ¿Podría haber hecho algo más para frenar a ese Sergio García? El lateral derecho del Melilla mira al horizonte mientras espera la avioneta o el ferry o el submarino que tiene que devolverle a Melilla. El lateral derecho del Melilla se acaricia la barbilla con pose intensa y mira a futuros partidos, a futuros extremos que seguramente sí sabrá frenar. Hacia atrás no mira, porque atrás está Sergio García, el melenas norteño del Murcia, el tipo que desde su banda izquierda ganó el partido y nos escoró a todos hacia sus dominios. Antes, debido a nuestra predilección por Isi, éramos ligeramente de izquierdas, pero aún no radicales, aún simplemente socialdemócratas. Sin embargo, ahora que ha emergido de no se sabe dónde esta otra zurda, somos definitivamente de izquierdas, ya radicales: tenemos ganas de colectivizar cosas.

Este Murcia de inicios de temporada era un Murcia tímido, a todo el mundo le costaba levantar la mano. Los jugadores del Murcia tienen mano, yo he visto a Chavero levantarla varias veces en el Ukam, mismamente, pero por unas causas o por otras, quizás por un agarrotamiento o un calambre colectivo, ni él ni otros la han alzado. La mano dormida. Sergio ha sido el primero que ha dicho: yo, profe, aquí. Sergio levanta la mano y dice: pasádmela siempre. La temporada pasada jugaba en un equipo llamado Leioa, viene cedido por el Éibar y quizás esperábamos que no fuera precisamente él quien levantara la mano, pero la levanta él. Sergio, su zurda, fue lo mejor de un partido que deja buen sabor pero que no sacia. El Murcia se va soltando en ataque, se va quitando complejos, pero sigue sin sujetar. Su centro del campo es todavía ciudad abierta. 

Tuvimos acierto, aunque la palabra 'acierto' parece que llueve del cielo, y no, no: detrás de la palabra 'acierto' asoma el rostro de Sergio García, ese rostro de actor de serie para quinceañeras. A los 57 segundos de partido, Sergio le sirvió el desayuno en la cama al murcianismo: tortitas, huevos revueltos, fruta del tiempo, en esa bandeja había de todo. El lateral derecho del Melilla se acarició por primera vez la barbilla. Después, un Murcia a tirones, un Murcia que aprovechaba los espacios para abalanzarse pero que también era tolerante, porque permitía que el Melilla conociera su campo y lo examinara. Estábamos a punto de pronunciar el clásico "esto no me gusta" cuando al borde del descanso, Sergio sirvió un córner con una de esas roscas dentro-fuera que convierten al balón en una promesa de cosas bellas. Germán transformó esa promesa en realidad en el primer palo. Sergio marca, Sergio asiste, Sergio nos sirvió primero el desayuno y luego el aperitivo.

De ahí al final, un correcalles con fuegos artificiales en ambas áreas, sobre todo en la de ellos. Hay que seguir soldando, hay que seguir prestando atención a ciertas grietas (ese Armando-Chavero en el centro me sigue chirriando), pero los caballos del apocalipsis parecen haber pasado de largo. Ya podemos subir las persianas y descorrer las cortinas. De esta bienvenida tan arisca del Grupo Caña y Tapa salimos con algunas certezas, y la más agradable de ellas nació en Santander en 1990 y tiene por segundo apellido Salmón. Sí, sí, es Sergio García Salmón lo mejor que nos deja este arranque, la mano alzada más imprevista. García Salmón quiere tirar de nosotros, y nosotros se lo permitimos encantados. Nos amarramos a su zurda. Nos subimos a su espalda. Y muy bajito, al oído, le susurramos: colectivízanos.

Real Murcia: Fernando; José Ruiz, Sobregrau, Satrustegui, Pumar; Chavero, Armando, Germán (Isi, 73'), Sergio García (Rafa, 81'), Azkorra (Arturo, 61') y Carlos Álvarez.
Goles: 1-0 (Sergio García, 1') 2-0 (Germán, 43')

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